viernes, 25 de diciembre de 2009

[En otras palabras] El cuerpo canta...

Escuchemos por un momento lo que el mundo tiene que decirnos. Silenciemos la voz de la razón, dejemos de juzgar. Simplemente, escuchemos.

El cuerpo canta;
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.

Miguel de Unamuno


Vuelvo a marchar una corta temporada, a reunirme con viejos y nuevos amigos, en ese lugar de donde parte de mí no se irá nunca. Nos vemos después de Reyes; hasta entonces, que paséis felices fiestas, y que los compromisos os sean leves.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

[Noticias] Una botella de bruja del siglo XVII




Las "botellas de bruja" son el centro de una práctica mágica antigua y bien documentada, consistente en rellenar un recipiente con objetos punzantes o cortantes, añadir la propia orina y enterrar dicho recipiente, para protegerse de maleficios o malas intenciones.

Me he enterado hoy de que hace uno meses fue encontrado, en el barrio londinense de Greenwich, uno de estos objetos datado en el siglo XVII, el mejor conservado hasta la fecha, con su tapón intacto, lo que, tras los análisis de un grupo de expertos de la Greenwich Foundation publicados en la revista British Archaelogy, ha permitido por primera vez conocer su contenido y demostrar que los datos que tenemos de esta costumbre son bastante fieles a la realidad de la práctica en la Edad Moderna.

La botella estaba enterrada boca abajo, mide 23 centímetros de alto, está esmaltada, y tiene impreso el rostro del cardenal italiano Roberto Belarmino (lo que indica que se trata de un recipiente reutilizado que fue fabricado en los Países Bajos, donde estas "botellas Belarmino", destinadas a vino o cerveza, eran bastante comunes). Los análisis químicos del contenido (realizados por el experto Alan Massey), muestran que está llena hasta la mitad de orina humana con alto contenido en nicotina, lo que revela que su propietario era fumador, y contiene además azufre, doce clavos de hierro, ocho alfileres, cabello humano y uñas recortadas, y un trozo de tela o cuero en forma de corazón.

Sin duda una sorprendente ventana hacia el pasado que nos enseña cómo, a pesar de los cambios que ha habido en las costumbres y las creencias, hay cosas cuyo simbolismo está tan enraizado en la mente y la vida humana que nos hablan a través del tiempo, tanto entonces como ahora.


Fuentes y más información:

"La botella que sirvió para conjurar maleficios", en el nº 72 de la revista Historia National Geographic (de donde también saqué la imagen)
Noticia en el sitio de Pagan Federation International España

lunes, 21 de diciembre de 2009

La larga noche

El sol siempre vuelve a salir, por profunda que sea la oscuridad. Cada mañana el amanecer nos traerá luz, calor, y un nuevo día lleno de posibilidades. Todos lo sabemos... al menos, ahora lo sabemos.

Pero retrocedamos por un momento a hace tres mil, cuatro mil años. Cuando nada se sabía de física, y muy poco de biología. Cuando la noche estaba llena de terrores, y no era el menor de ellos el miedo a que la oscuridad no acabase nunca y el frío reinase para siempre. Cuando un invierno demasiado largo significaba hambre, miseria y muerte.
Es mirando con esos ojos con los que comprenderemos de verdad el poder del sol, la importancia de la luz, la belleza y la esperanza que llegan con el amanecer.

Hoy enciendo la llama en el ocaso y la mantengo ardiendo hasta el alba, sabiendo exactamente a qué hora llegará, y sabiendo que cada día a partir de ahora las horas de luz irán aumentando, y disminuyendo las de oscuridad. Porque hoy sé de la inclinación del eje terrestre, y conozco la existencia del movimiento de traslación que sigue el planeta alrededor del sol.

Pero, ajeno a todo eso, el fuego arde, como ardía hace miles de años, ahuyentando mis temores, y alimentando mis esperanzas. Enseñándome de otra manera, inculcándome con un convencimiento más emocional que racional, la certeza de que mañana volverá a salir el sol.


¡Feliz solsticio a todos!

viernes, 18 de diciembre de 2009

[En otras palabras] La víspera

Todo lo que se ha ido acumulando, todo lo que voy descubriendo, todas las nuevas tareas que me pertenecen ya, sin haberlas pensado. Todo este tiempo de tormentas y terremotos, de incendios inexplicados, abre paso a otra cosa. Algo que ha de venir pronto. Tal vez justo mañana.

LA VÍSPERA

Millares de partículas de arena,
ríos que ignoran el reposo, nieve
más delicada que una sombra, leve
sombra de una hoja, la serena

margen del mar, la momentánea espuma,
los antiguos caminos del bisonte
y de la flecha fiel, un horizonte
y otro, los tabacales y la bruma,

la cumbre, los tranquilos minerales,
el Orinoco, el intrincado juego
que urden la tierra, el agua, el aire, el fuego,

las leguas de sumisos animales,
apartarán tu mano de la mía,
pero también la noche, el alba, el día…

Jorge Luis Borges

lunes, 14 de diciembre de 2009

Huellas en la arena

Una vez, hace años, estuve en el lugar adecuado en el momento preciso.
No estaba siendo un buen verano. De hecho, fue el peor verano que he pasado. Gran parte de lo que había construido con mi vida se estaba derrumbando, y trataba de curar mis heridas en sitios que me eran totalmente indiferentes, haciendo cosas muy poco propias de mí con gente que no me aportaba nada.
Estaba desorientada, cansada y llena de frustración. Había seguido mis instintos y me habían llevado a un callejón sin salida, me había permitido soñar y esos sueños se habían roto en mil pedazos.

Así que me limitaba a estar allí, vegetando. Dolida, apática, aletargada, fui testigo de algunas cosas a las que ni siquiera presté atención hasta que escuché un nombre que me era familiar y comprendí que estaba asistiendo a una traición hacia una persona a la que conocía y apreciaba desde mi primera infancia, pero a la que no había visto en varios años. Y cuando volví a verla entonces, en ese lugar, en ese momento, no pude callar.

Le causé un gran dolor, pero supo comprenderlo. Llevaba años enredada entre la verdad y la mentira, tomando lo cierto por falso y lo ilusorio por real. Mi presencia rompió la telaraña, simplemente porque me conocía lo suficiente para saber que nunca le mentiría. Le causé dolor e hice lo posible por paliarlo. Y, mientras lo intentaba, encontré cosas en mi interior que creía olvidadas, y mi propio dolor se fue mitigando. Descubrí que tenía fuerza suficiente para superar aquél momento, y esperanza suficiente para volver a construir, y esta vez sobre mejores cimientos.

“Piensa que la arena es tu corazón”, me dijo mientras paseábamos por la playa, poniendo voz a mis propios pensamientos. “Algunas cosas dejan huellas superficiales, otras, marcas muy profundas. Pero tarde o temprano, el mar las borra”.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Muchas huellas en la arena desaparecieron por el batir constante de la marea. Pero lo que aprendí esos días no lo he olvidado, y nunca he vuelto a dejarme vencer por el desánimo o por el dolor.
Porque estuve en el lugar apropiado, en el momento justo, para empezar a creer en el destino.

viernes, 4 de diciembre de 2009

[En otras palabras] Tábanos fieros

Yo seré el escudo.
Venid si os atrevéis, picad, sacadme sangre, hacedme daño.
Aquí estoy, de pie, firme, toda mi voluntad como un muro de acero frente a cualquier cosa que pueda llegar.
Para alcanzar a quienes amparo, para hacerles daño, tendréis que vencerme primero, y más aún.
Tendréis que derrotarme por completo, hacerme hincar la rodilla, obligarme a claudicar sin dejarme más opciones.
No pasaréis mientras me quede un latido en el corazón.

TÁBANOS FIEROS

Venid, tábanos fieros,
Venid, chacales,
Y muevan trompa y diente
Y en horda ataquen,
Y cual tigre a bisonte
¡Sítienme y salten!
¡Por aquí verde envidia!
Tú, bella carne,
¡En los dos labios muérdeme:
Sécame; mánchame!
¡Por acá, los vendados
Celos voraces!
Y tú. moneda de oro,
¡Por todas partes!
De virtud mercaderes,
¡Mercadeadme!
Mató el Gozo a la Honra:
¡Venga a mí, y mate!

Cada Cual con sus armas
Surja y batalle:
El placer, con su copa;
Con sus amables
Manos, en mirra untadas,
La virgen ágil;
Con su espada de plata,
El diablo bátame:
¡La espada cegadora
No ha de cegarme!

Asorde la caterva
De batallantes:
Brillen cascos plumados
Como brillasen
Sobre montes de oro
Nieves radiantes;
Como gotas de lluvia
Las nubes lancen
Muchedumbres de aceros
Y de estandartes;
Parezca que la tierra,
Rota en el trance,
Cubrió su dorso verde
De áureos gigantes;
Lidiemos, no a la lumbre
Del sol suave,
Sino al funesto brillo
De los cortantes
Hierros: rojos relámpagos
La niebla tajen:
Sacudan sus raíces
Libres los árboles:
Sus faldas trueque el monte
En alas ágiles:
Clamor óigase, como
Si en un instante
Mismo, las almas todas
Volando ex-cárceres,
Rodar a sus pies vieran
Su hopa de carnes:
Cíñame recia veste
De amenazantes
Astas agudas: hilos
Tenues de sangre
Por mi piel rueden leves
Cual rojos áspides:
Su diente en lodo afilen
Pardos chacales:
Lime el tábano terco
Su aspa volante:
Muérdame en los dos labios
La bella carne:
¡Que ya viene, ya vienen
Mis talismanes!
Como nubes vinieron
Esos gigantes:
¡Ligeros como nubes
Volando iranse!

La desdentada envidia
Irá, secas las fauces,
Hambrienta, por desiertos
Y calcinados valles,
Royéndose las mondas
Escuálidas falanges;
Vestido irá de oro
El diablo formidable,
En el cansado puño
Quebrada la tajante;
Vistiendo con sus lágrimas
Irá, y con voces grandes
De duelo, la Hermosura
Su inútil arreaje:
Y yo en el agua fresca
De algún arroyo amable
Bañaré sonriendo
Mis hilillos de sangre.

Ya miro en polvareda
Radiosa evaporarse
Aquellas escamadas
Corazas centellantes:
Las alas de los cascos
Agítanse, debátense,
Y el casco de oro en fuga
Se pierde por los aires.
Tras misterioso viento
Sobre la hierba arrástranse,
Cual sierpes de colores,
Las flámulas ondeantes.
Junta la tierra súbito
Sus grietas colosales
Y echa su dorso verde
Por sobre los gigantes:
Corren como que vuelan
Tábanos y chacales,
Y queda el campo lleno
De un humillo fragante.
De la derrota ciega
Los gritos espantables
Escúchanse, que evocan
Callados capitanes;
Y mésase soberbia
El áspero crinaje,
Y como muere un buitre
Expira sobre el valle!
En tanto, yo a la orilla
De un fresco arroyo amable,
Restaño sonriendo
Mis hilillos de sangre.

No temo yo ni curo
De ejércitos pujantes,
Ni tentaciones sordas,
¡Ni vírgenes voraces!
Él vuela en torno mío,
Él gira, él para, él bate;
Aquí su escudo opone;
Allí su clava blande;
A diestra y a siniestra
Mandobla, quiebra, esparce;
Recibe en su escudillo
Lluvia de dardos hábiles;
Sacúdelos al suelo;
Bríndalo a nuevo ataque.
¡Ya vuelan, ya se vuelan
Tábanos y gigantes!
Escúchase el chasquido
De hierros que se parten;
Al aire chispas fúlgidas
Suben en rubios haces;
Alfómbrase la tierra
De dagas y montantes;
¡Ya vuelan, ya se esconden
Tábanos y chacales!
Él como abeja zumba,
Él rompe y mueve el aire,
Detiénese, onda, deja
Rumor de alas de ave:
Ya mis cabellos roza;
Ya sobre mi hombro párase;
Ya a mi costado cruza;
Ya en mi regazo lánzase;
¡Ya la enemiga tropa
Huye, rota y cobarde!
¡Hijos, escudos fuertes,
De los cansados padres!
¡Venga mi caballero,
Caballero del aire!
¡Véngase mi desnudo
Guerrero de alas de ave,
Y echemos por la vía
Que va ese arroyo amable,
Y con sus aguas frescas
Bañe mi hilo de sangre!
¡Caballeruelo mío!
¡Batallador volante!

José Martí

lunes, 30 de noviembre de 2009

Rastreando lo intangible

Investigar ciertos conceptos se parece un poco a seguir un rastro. Tienes un nombre, un detalle, un autor o unas pocas frases, recurres a tus conocimientos previos sobre el tema, tratas de relacionarlo con algún otro dato, y lo tomas como punto de partida para buscar más información, que a su vez te abrirá otras opciones entre las que tendrás que elegir la más plausible y seguir el hilo, tejiendo datos, hasta llegar a una conclusión coherente... o a una contradicción en los términos o una nueva información que invalide alguno de los puntos en los que te has basado, en cuyo caso toca deshacer lo elaborado hasta volver al punto en el que estamos razonablemente seguros de ir bien encaminados y optar por otra de las posibilidades.

Pero además, no siempre ese camino nos conduce a donde esperamos llegar. No porque aparezcan obstáculos, sino porque simplemente no hay más pasos que podamos dar. A veces, las opciones se agotan, las pequeñas pistas que parecían prometedoras no llevan a ninguna parte, nuestras preguntas no reciben respuesta, y en general, la búsqueda se estanca y no hay manera de seguir adelante.

Continuar insistiendo, repitiendo los mismos pasos una y otra vez, sólo sirve para agotar nuestras energías y nuestra motivación, frustrándonos. Pero rendirse y abandonar sin más tampoco es la solución.
En ocasiones basta con dejarlo a un lado durante un tiempo, para volver sobre el tema cuando tengamos la mente en otra disposición o hayamos aprendido algo nuevo que tras enlazar con lo que teníamos nos ayude a avanzar otro paso.
Pero muchas veces, la duda puede quedarse hibernando en el fondo de nuestra mente durante meses o años, hasta que llegamos a olvidarnos por completo de ella. Otras cosas requieren nuestra atención, nos interesamos por otros campos, y no volvemos a pensar en investigar ese tema. Y un día, sin más, nos topamos con el eslabón que nos faltaba, delante de nuestros ojos: un libro, una noticia, una conversación, una foto, un enlace en una web o unas palabras dichas al pasar por un desconocido, y volvemos a agarrar el hilo, a seguirlo y a tejer, hasta encontrar la respuesta. A veces, incluso, esa respuesta nos lleva después hacia nuevas preguntas.

No siempre es posible dar con lo que buscamos a la primera, pero a veces, las respuestas llegan cuando uno ya no las espera, y, mientras tanto, las pesquisas que nos guían hasta ellas nos sirve para descubrir muchas más cosas. Y a veces, incluso, andar ese camino nos cambia tanto que elegimos a propósito tomar la bifurcación que nos lleva hacia otra meta.

viernes, 27 de noviembre de 2009

[En otras palabras] Camino blanco, viejo camino...

Siempre hacia adelante... debo andar ahora un camino estrecho e irregular donde no resuenan más pasos que los míos.

Camino blanco, viejo camino,
desigual, pedregoso y estrecho,
donde el eco apacible resuena
del arroyo que pasa bullendo,
y en donde detiene su vuelo inconstante,
o el paso ligero,
de la fruta que brota en las zarzas
buscando el sabroso y agreste alimento,
el gorrión adusto,
los niños hambrientos,
las cabras monteses
y el perro sin dueño...
Blanca senda, camino olvidado,
¡bullicioso y alegre otro tiempo!,
del que solo y a pie de la vida
va andando su larga jornada, más bello
y agradable a los ojos pareces
cuanto más solitario y más yermo.
Que al cruzar por la ruta espaciosa
donde lucen sus trenes soberbios
los dichosos del mundo, descalzo,
sudoroso y de polvo cubierto,
¡qué extrañeza y profundo desvío
infunde en las almas el pobre viajero!

Rosalía de Castro

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hacia el centro

Hay cosas que hay que buscar dentro antes de poder encontrarlas fuera. El corazón propio a veces puede ser el más enrevesado de los laberintos.



El diseño original del laberinto es de André Heller, para su obra Crystal Worlds, parte del Swarovski Kristallwelten en Wattens (Austria). Yo lo he trazado, con más pena que gloria, a partir del esquema que aparece en el libro Laberintos, de Gernot Candolini.

viernes, 20 de noviembre de 2009

[En otras palabras] Adolescente fui en días idénticos a nubes...

Atrás quedó lo que fui: ingenua, titubeante, y casi resignada, prisionera entre los muros sin saber que caerían, ni el sueño que me esperaba a la vuelta de la esquina. Pero a veces surge un recuerdo, y no comprendo del todo cómo crucé a la otra orilla, o si algo se hundió en el agua...

Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he sido;
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

Luis Cernuda

miércoles, 18 de noviembre de 2009

No necesitamos mártires

Estoy harta de aquellos que usan sus experiencias negativas para situarse en un plano superior a los demás, de los que se creen "más paganos" o "más auténticos" por haberse enfrentado a situaciones de intolerancia o de prejuicio. Porque muchas veces, esas experiencias ni siquiera son debidas a la práctica de su religión, sino justamente al querer imponer su punto de vista sobre otros, al enarbolar sus creencias como una bandera en lugar de limitarse a vivirlas. Muchas veces, quienes más se ponen en el papel de víctimas, son justamente los iniciadores del conflicto, que utilizan luego para respaldar su posición.
Seguir un camino espiritual no implica enfrentarse a nadie que siga otro. Si hay personas que lo creen así, bien... ¿no habéis escuchado nunca la expresión «Dos no pelean si uno no quiere»?

Pero si hay algo que me molesta todavía más, es el querer arogarse para uno mismo y sus creencias el sufrimiento de otros. Inocentes víctimas de la política y la sociedad de tiempos pasados que, en la mayoría de los casos, no hicieron nada más que estar en el momento equivocado cuando alguien buscaba a quien señalar con el dedo como culpable de lo que quiera que en ese momento fuese "malo". Y que ahora algunos, en lugar de respetar su memoria como merecen, utilizan como estandarte para bajo su sombra señalar a otros. Qué vergüenza.

Los paganos actuales no necesitamos sentirnos ofendidos porque otros piensen distinto a nosotros y emplear ejemplos históricos cargados de emocionalidad (y, por tanto, de demagogia) para legitimar un rol de damnificados que no nos pertenece. No necesitamos mártires, si van a servirnos para atacar y demonizar a otras personas por el mero hecho de tener creencias diferentes y compartirlas con muchas otras personas que realizaron, hace mil o dos mil años, malas acciones, por atroces que éstas fueran. Porque lo que uno cree no es el único criterio que define lo que uno es.

Lo que los paganos necesitamos es gente que esté dispuesta a vivir intensamente su espiritualidad, no a sufrir (o a morir) por ella.

viernes, 13 de noviembre de 2009

[En otras palabras] Convertir en sed nuestra tristeza

Aguantando, resistiendo, sosteniéndome firme contra el viento, contra el dolor, el propio y el ajeno. Aguardando el regreso de la luz, aunque su brillo me hiera y me ciegue. No me sentaré a llorar entre las ruinas mientras con las mismas piedras puedan levantarse edificios nuevos.

CONVERTIR EN SED NUESTRA TRISTEZA

A veces nos quedamos silenciosos
tan hondos y vacíos de tristeza,
que nuestra pura desnudez invoca
mudamente la luz de una presencia.

Medimos por el hueco, lo que falta
de densidad y plenitud en esta
lobreguez de ser hombre clausurado,
pero abierto en sí mismo y sin cancela.

Alguien a quien le damos nuestra espalda
nos acosa buscándonos las vueltas
y se pone a mirar hacia lo oscuro
que tiembla en lo interior de la caverna.

Y nosotros sentados hacia dentro,
con los ojos sellados en la piedra,
tememos que, al volvernos, de repente,
nos hallemos de cara a la evidencia.

Porque nunca podremos. Hace falta
que nos bielde la muerte y nos dé vuelta,
que nos meta su luz como en un guante
y nos saque los ojos hacia afuera.

La luz nos llegará. Se hará presente
a inaugurar su reino. Mientras llega,
sólo queda esperar en el silencio
y convertir en sed nuestra tristeza.

Jesús Tomé

miércoles, 11 de noviembre de 2009

En momentos como éste...

A veces lo único que puedes hacer es estar ahí y mantenerte en pie cuando todo se desmorona.

A veces, con eso basta.

lunes, 9 de noviembre de 2009

De relumbrón y oropel

No sé si es la sociedad actual, o el ser humano propiamente dicho, pero a veces me da la impresión de que se valora la apariencia cada vez más por sí misma, no ya porque sea señal de algo, sino simplemente por ser... bueno, aparente.

No es que sea nada nuevo, el caso es que últimamente lo veo por todas partes, y me da qué pensar.
Es una tendencia muy extendida, pero estos días me ha llamado la atención especialmente en el campo de los productos de estética. Alcanza su máxima expresión en cualquier anuncio de cremas, jabones, maquillaje o potingues varios: que recuerde ahora mismo, he visto productos con oro, caviar, seda, extracto de perla... ¿veis el patrón? Evidentemente, la gran mayoría de esos productos han sido testados farmacológicamente y, si bien no producen exactamente los efectos que promete la publicidad, tampoco es que dañen la piel. Pero qué casualidad que el oro y el caviar, además de ser muy caros y (por tanto) exclusivos, también tengan interesantes propiedades para el bienestar del organismo, más que, por ejemplo, el estaño o las judías verdes. O que las tengan las secreciones de una ostra (que es al fin y al cabo lo que son las perlas) pero no las de una almeja. ¿O no?*

Se llama efecto de halo, una especie de "atajo mental" propio de nuestro cerebro por el cual agrupamos todas las características que percibimos de una misma cosa y las evaluamos en conjunto partiendo de lo que sabemos de una sola de ellas, normalmente la primera que conocemos o la más llamativa. Si lo primero que percibimos de alguien es belleza física, tenderemos a encontrar a esa persona más simpática, agradable, e incluso más inteligente que a otra menos agraciada. Si escuchamos primero una voz chirriante y desagradable a nuestra espalda, al presentarnos a esa persona la encontraremos menos atractiva, menos simpática.
De la misma forma, si el oro, las perlas o la seda están ya catalogados en nuestra mente como algo hermoso, escaso y valioso, asociamos esas mismas cualidades a los productos que los contienen y los utilizamos, porque queremos tenerlas también.

La espiritualidad adolece también de su propio efecto de halo. Tendemos a considerar a las cosas llamativas, exóticas, inusuales o desconocidas, como más deseables, más fascinantes, más "mágicas".
Nos parece más sabio alguien que se autotitula maestro, con túnica bordada y amuletos arcanos, hablando con palabras que no entendemos, que un amigo en vaqueros que se exprese en un lenguaje llano y comparta con nosotros su aprendizaje sin pretender ser un experto. Consideramos los chakras y las runas signos de un enorme saber perdido, y catalogamos los cuentos infantiles de entretenimiento irrelevante. Hablamos con reverencia de la Biblioteca de Alejandría y nunca hemos entrado en la de nuestra ciudad.

Y esto también causa que algunas personas, cuando empiezan a andar una senda espiritual, traten de proyectar primero la imagen de ser diferentes, antes que preocuparse de aprender qué es lo que realmente les distingue de personas que siguen otros caminos y, sobre todo, qué les une a ellos. La apariencia antes que la esencia, porque la apariencia es lo que primero ha llamado la atención, y además es lo más fácil de conseguir, lo más fácil de copiar, ya que no hace falta saber qué significa. Los objetos y parafernalia "místicos", el lenguaje ampuloso pero insustancial, las referencias a "misteriosos secretos" sin nada detrás, e incluso el disfrazar de enseñanzas las más evidentes perogrulladas. Y después, otros muchos confunden esa apariencia con la auténtica esencia, y pierden el camino atraídos por el brillo del oropel, arrastrados por el canto de sirena del efecto de halo: "Parece que sabe, así que debe ser sabio. Si no comparte ese saber es porque no estoy preparado. Si cuando lo comparte me parece una tontería es que no lo he entendido bien, o que no soy digno".

Así que compramos la crema con partículas de oro, cuanto más cara, mejor, y reverenciamos a los maestros que nos hablan de símbolos secretos y civilizaciones perdidas, cuanto más artificiosamente, mejor. Y mientras tanto, las cremas que hacen la misma función a mucho menor precio cogen polvo en la estantería, y los verdaderos maestros y las auténticas enseñanzas se deslizan en silencio a nuestro lado y pasan de largo sin que les echemos una sola mirada.
Despreciamos los diamantes sin pulir porque los vidrios rotos brillan más.


*Sí, sé que también está la baba de caracol... de hecho, eso es también un ejemplo de efecto de halo, sólo que las cualidades a asociar son "natural", "ecológico", o "verde". Pero eso es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión. ;)

viernes, 6 de noviembre de 2009

[En otras palabras] La cifra

Redescubriendo esa dulce costumbre de la noche... mientras hay tiempo de mirar la luna, todo está en su sitio.
 LA CIFRA

La amistad silenciosa de la luna
(cito mal a Virgilio) te acompaña
desde aquella perdida hoy en el tiempo
noche o atardecer en que tus vagos
ojos la descifraron para siempre
en un jardín o un patio que son polvo.   
¿Para siempre? Yo sé que alguien, un día,
podrá decirte verdaderamente:
No volverás a ver la clara luna,
Has agotado ya la inalterable
suma de veces que te da el destino.
Inútil abrir todas las ventanas
del mundo. Es tarde. No darás con ella.
Vivimos descubriendo y olvidando
esa dulce costumbre de la noche.
Hay que mirarla bien. Puede ser la última.

Jorge Luis Borges

miércoles, 4 de noviembre de 2009

[Música] Aysouraguam

Esa palabra casi impronunciable es el título de una de mis canciones favoritas. Es de un grupo canario llamado Taburiente, cuya música acompañó gran parte de mi infancia, y, aunque ahora me suene extrañamente "ochentero" en ocasiones, hay algunos de sus temas que no han perdido nada de su fuerza evocadora. Hasta el punto de que ahora empleo esta canción habitualmente para concentrar energía o cuando necesito de alguna manera reunir fuerzas para avanzar. Y siempre consigue ayudarme.



Nunca supe qué significa aysouraguam (y Google no me da ninguna ayuda). Parece una palabra en bereber o amazigh, pero igualmente podría ser inventada. En el fondo, creo que prefiero no saberlo y seguir otorgándole, como hacía de niña, un significado diferente y personal cada vez que la escucho.

viernes, 30 de octubre de 2009

[En otras palabras] Hundiré mis manos aquí, en este mar que no existe...

Hablemos del mar, del viento, del camino, de la oscuridad. Compartamos el temor y la esperanza... todo lo que se alza cuando la noche se alza.

Ansí tu mudo pueblo esté seguro
(…) honrando largos mares.

Francisco de Quevedo

Hundiré mis manos aquí, en este mar que no existe,
hundiré las hojas ávidas y el verso vertical que nació espada,
la tinta de helecho virgen, las sílabas furtivas que iban diciendo: sálvame,
y el amor como un vino escrito.

Hundiré mis dedos, las lianas vivas y los pólipos que enmudecen en mis dedos,
las flores graves que coronan a los reptiles que amo,
el liquen del sueño que maduran las serpientes más favorables,
el corazón pintado de blanco, hasta morir,
la garganta del día y sus branquias de oro.

Hundiré mis manos en noche que no existe sobre un mar que no existe,
mi garganta entre anzuelos de la flora marítima,
en agua ebria y en buques como pájaros,
en aquello que no será posible,
en todo lo que se alza cuando la noche se alza,
cuando encalla su cornamenta de ciervo temible y solloza,
estrofa antílope o estrella en metro antiguo,
y andará la locura como un óleo escarlata,
ala o aceites rojos sobre la superficie de cierta oscuridad,
de océano ninguno.

Hundiré mis manos en este lugar leve donde duermen secretas las marinas flamígeras,

y hablemos de las direcciones y de las cosas de la muerte,
y de sus rutas, y de sus atrios abrasados.

Blanca Andreu

jueves, 29 de octubre de 2009

Noche de muertos

El rayo centelleó e incendio los bosques. Un hombre-mono tomó a la carrera una rama ardiendo y la clavó en unas fauces de dientes afilados. El tigre aulló de dolor y escapó. El hombre-mono, con un resoplido triunfal, arrojó la rama llameante a un montón de hojas otoñales acumuladas en la caverna. Otros hombres se acercaron a calentarse las manos al fuego, riéndose de la noche donde acechaban los ojos amarillos de las bestias, atemorizadas.

–¿Veis, muchachos? –Las llamas se reflejaban, inquietas, en el rostro de Mortajosario.– Los días del Largo Frío han concluido. Gracias a este valiente, a este hombre que piensa por primera vez, el estío habita en la caverna del invierno.

–Pero –dijo Tom– ¿qué tiene que ver esto con el Día de los Muertos?

–¿Qué tiene que ver? Bueno, por mis huesos, todo. Cuando tú y tus amigos os morís todos los días, no hay tiempo para pensar en la Muerte ¿verdad? Sólo tiempo para correr. Pero cuando ya por último dejáis de correr... -Tocó los muros.

Los hombres-monos quedaron paralizados en mitad de un movimiento.

–...ahora tenéis tiempo de pensar de dónde venís, adonde vais. Y el fuego alumbra el camino, muchachos. El fuego y el relámpago. Los luceros que brillan al alba. Un fuego protector en vuestra propia caverna. Sólo a la luz de las hogueras nocturnas pudo por fin el cavernícola, el hombre-bestia, ensartar pensamientos en una vara y ponerlos al fuego aderezándolos con un zumo de inquietud. El sol moría en el cielo. El invierno llegaba como una gran bestia blanca, sacudiendo la pelambre, y enterraba al sol. ¿Regresaría alguna vez la primavera?

¿Renacería el sol con el nuevo año o seguiría muerto? Los egipcios se lo preguntaron. Los cavernícolas se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Saldrá el sol mañana cuando amanezca?

–¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?

–Esas largas meditaciones nocturnas, muchachos. Y siempre allí, en el centro, el fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío, aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol desaparecía para siempre, entonces ¿qué?

Y a mediados del otoño, mientras todo moría, los hombres-monos se agitaban en sueños, recordaban a los muertos del año anterior. Los espectros llamaban desde dentro de las cabezas. Recuerdos, eso son los espectros, pero los hombres-monos no lo sabían. Detrás de los párpados, en las horas tardías de la noche, aparecían los espectros de la memoria, saludaban, bailaban, y entonces los hombres-monos despertaban, echaban ramitas al fuego, lloraban, se estremecían. Podían ahuyentar a los lobos, pero no a los recuerdos, no a los fantasmas. Entonces se acurrucaban, rezaban pidiendo que llegase la primavera, vigilaban el fuego, agradecían a dioses invisibles las cosechas de frutos y bayas.

¡Noche de Brujas, en verdad! Hace un millón de años, en el otoño, en una caverna, con las cabezas pobladas de fantasmas, y el sol perdido.

Ray Bradbury, El árbol de las brujas


Todos tenemos fantasmas en la mente, temores personales en los que no solemos pensar durante el día, pero que a veces nos asaltan en la oscuridad. Miedos que tratamos de erradicar de nuestras vidas, de olvidarlos, borrarlos como si fuesen meras pesadillas que se evaporan con la luz de la mañana.
Huimos de nuestros temores, y así se vuelven más ominosos. Tratamos de no pensar en nada malo, de "no comernos el coco", llenando cada minuto con luces, colores, música, imágenes en movimiento, compañía o multitud, tareas, actividades. Huimos de la calma y del interior de nuestra propia mente, porque tememos lo que puede aguardarnos allí. Y mientras más nos empeñamos en negar lo desagradable, más miedo nos produce el recordar, de repente, su existencia.

Porque la vida es así. El dolor existe, la muerte llega, los accidentes ocurren, las cosas malan pasan, sin más. Y no podemos evitarlo todo. Podemos protegernos, pero nunca podremos estar totalmente a salvo. Y cuando algo malo se acerca, o cuando se ha instalado en nuestra vida, negar su existencia, como niños que cierran los ojos pensando que así nadie les verá, no sirve de nada.
Creemos que no pensar en las cosas que nos asustan las alejará de nosotros, cuando lo único que conseguimos es no estar preparados para el día en que, indefectiblemente, llegarán.

Los pueblos antiguos lo sabían. Temían, a grandes rasgos, las mismas cosas que hoy tememos nosotros: la enfermedad, el hambre, la guerra, los desastres naturales, el frío, el dolor, la muerte... pero ellos sabían que todas esas cosas formaban parte de la vida. Hacían plegarias para que se mantuvieran lejos, pero sabían que vivían bajo su sombra y que tarde o temprano tendrían que enfrentarlos.

Tomemos un momento en esta fiesta de Samhain para reflexionar sobre nuestros temores. Para tomar conciencia y asumir que siempre habrá cosas que no podremos controlar. Para tratar de conocer la oscuridad y de convertir el miedo irracional en prudente respeto. Para recordarnos que el sol siempre vuelve a salir, pero para ver la luz primero hay que atravesar la noche.

lunes, 26 de octubre de 2009

[Arte] Itálica


Muy cerca de Sevilla, en Santiponce, se conservan aún las ruinas de la que fue la primera ciudad fundada por los romanos en Hispania: Itálica. Los legionarios se establecieron en el lugar, a principios del s. III a. C., y el asentamiento se convirtió en pueblo, en ciudad. Creció, prosperó, fue cuidada y embellecida, tuvo tal importancia que entre sus muros nacieron dos hombres que llegaron a ser grandes emperadores...



Y pasó el tiempo. Itálica cayó en decadencia, como el propio Imperio, convertida en terreno baldío o cantera, expoliada, olvidada. Un montón de ruinas, viejas piedras que sólo unos cuantos locos podían tener interés en observar o conservar.



Pero siguió pasando el tiempo. Y con él cambiaban las ideas y las costumbres. Ya en el siglo XIX, conocer el pasado era importante para mucha gente. Y entonces, junto con otros lugares abandonados y minusvalorados, se volvieron los ojos a Itálica , un tesoro al que casi nadie antes había prestado atención. Y empezaron las excavaciones, los estudios, el cuidado, el respeto. La emoción de sacar a la luz, poco a poco, parte de lo perdido.




Empezaron a escucharse entre las piedras derruidas las viejas voces romanas, los viejos mitos a salir de entre el polvo, los viejos tiempos a tendernos la mano a través de los siglos. Empezamos a descubrir, y con ello, empezamos recordar.


Fotos tomadas en las ruinas de Itálica en este mes de octubre (a excepción de las imágenes de los mosaicos, sacadas de postales porque mi cámara no les hace justicia).

Más Información:

Itálica en la Wikipedia
Itálica en el Portal de Museos y Conjuntos Arqueológicos y Monumentales de Andalucía

miércoles, 21 de octubre de 2009

[En otras palabras] Canción a las ruinas de Itálica


Poco queda del pasado. Poco recordamos, poco averiguamos, casi nada sabemos con certeza. Pero en algunos lugares, si guardamos silencio, podemos escuchar a las antiguas piedras susurrarnos secretos...



CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Aquí de Cipión la vencedora
colonia fue; por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.
Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan las señales.
Del gimnasio y las termas regaladas
leves vuelas cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fueron
a su gran pesadumbre se rindieron.
Este despedazado anfiteatro,
impío honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo jaramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡oh fábula del tiempo, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago!

¿Cómo en el cerco vago
de su desierta arena
el gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues fieras hay, está, el desnudo
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo desapareció, cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confusos lo presente,
que voces de dolor el alma siente,
Aquí nació aquel rayo de la guerra,
gran padre de la patria, honor de España,
pío, felice, triunfador Trajano,
ante quien muda se postró la tierra
que ve del sol la cuna y la que baña
el mar, también vencido, gaditano.

Aquí de Elio Adriano,
de Teodosio divino,
de Silo peregrino,
rodaron de marfil y oro las cunas;
aquí, ya de laurel, ya de jazmines,
coronados los vieron los jardines,
que ahora son zarzales y lagunas.
La casa para el César fabricada
¡ay!, yace de lagartos vil morada;
casas, jardines, césares murieron,
y aun las piedras que de ellos se escribieron.


Fabio, si tú no lloras, pon atenta
la vista en luengas calles destruidas;
mira mármoles y arcos destrozados,
mira estatuas soberbias que violenta
Némesis derribó, yacer tendidas,
y ya en alto silencio sepultados
sus dueños celebrados.
Así a Troya figuro,
así a su antiguo muro,
y a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas,
¡oh patria de los dioses y los reyes!
Y a ti, a quien no valieron justas leyes,
fábrica de Minerva, sabia Atenas,
emulación ayer de las edades,
hoy cenizas, hoy vastas soledades,
que no os respetó el hado, no la muerte,
¡ay!, ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte.

Mas ¿para qué la mente se derrama
en buscar al dolor nuevo argumento?
Basta ejemplo menor, basta el presente,
que aún se ve el humo aquí, se ve la llama,
aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento;
tal genio o religión fuerza la mente
de la vecina gente,
que refiere admirada
que en la noche callada
una voz triste se oye que llorando,
«Cayó Itálica», dice, y lastimosa,
eco reclama «Itálica» en la hojosa
selva que se le opone, resonando
«Itálica», y el claro nombre oído
de Itálica, renuevan el gemido
mil sombras nobles de su gran ruina:
¡tanto aún la plebe a sentimiento inclina!

Esta corta piedad que, agradecido
huésped, a tus sagrados manes debo,
les do y consagro, Itálica famosa.
Tú, si llorosa don han admitido
las ingratas cenizas, de que llevo
dulce noticia asaz, si lastimosa,
permíteme, piadosa
usura a tierno llanto,
que vea el cuerpo santo
de Geroncio, tu mártir y prelado.
Muestra de su sepulcro algunas señas,
y cavaré con lágrimas las peñas
que ocultan su sarcófago sagrado;
pero mal pido el único consuelo
de todo el bien que airado quitó el cielo
Goza en las tuyas sus reliquias bellas
para envidia del mundo y sus estrellas.

Rodrigo Caro

lunes, 19 de octubre de 2009

El ocaso

El sol se pierde lentamente tras el horizonte, para que podamos disfrutar del tiempo de reposo, confiados en que mañana volverá a amanecer, y, con la nueva luz, todo será igualmente nuevo.






Fotos tomadas desde el mirador Paso del Aire, en la Sierra de Cazorla

viernes, 16 de octubre de 2009

[En otras palabras] El acero inclemente de la utopía

Y siempre me voy, y siempre vuelvo, y siempre estoy en medio de un viaje... pero todavía puedo, todavía hay tiempo, de conocer nuevos mundos, y de encontrar el camino de regreso.

EL ACERO INCLEMENTE DE LA UTOPÍA

siempre he pensado
que podía volver

naves pesadas desgarrador naufragio
y yo pensaba que podía volver

todo en torno me volvía la cara
la noche y el día me daban lo mismo
lo amargo y lo dulce me parecían iguales
hacía mucho que madre en su llanto
me había enterrado
pero yo pensaba
que aún podía volver

con las últimas fuerzas,
azotaba las últimas fuerzas
con las alas y el cuerpo
repletos de flechas
y seguía pensando
que podía volver

me iba alejando
me alejaba temblando de cólera
me estoy alejando al repetir obsesivamente
que todavía puedo,
que todavía puedo volver

Dorin Popa

lunes, 12 de octubre de 2009

La historia de los árboles

El hombre pone piedra sobre piedra y hace un castillo; siembra en la tierra y hace un bosque. Elija cada uno lo que prefiera, pero el más pequeño bosque será siempre mayor que el castillo más grande. Aunque no tenga más historia que la de sus árboles.

José Saramago, Viaje a Portugal
(citado en La Memoria del Bosque, de Ignacio Abellá)

La historia de los árboles dice tanto como la de las piedras.
Están ahí, unos y otras, testigos del pasado a los que, a veces, podemos convencer para que nos susurren algo de lo que han visto suceder. Mientras permanezcan en pie estaremos conectados por un hilo casi intangible a quienes nos precedieron y andaron los mismos caminos que tratamos de recorrer hoy.
Pero las piedras se derrumban y los árboles se talan. Y aunque la piedra perdida aún pueda contarnos sobre quién la talló, un árbol una vez caído desaparece para la memoria, y todos perdemos, con él, un poco de nuestro pasado.

viernes, 9 de octubre de 2009

[En otras palabras] Naciendo en los bosques

Renaciendo, y avanzando, paso a paso hacia adelante. Luchando para que cada lágrima del pasado sea mañana una semilla.

NACIENDO EN LOS BOSQUES

Cuando el arroz retira de la tierra
los granos de su harina,
cuando el trigo endurece sus pequeñas caderas y levanta su rostro de mil manos,
a la enramada donde la mujer y el hombre se enlazan acudo,
para tocar el mar innumerable
de lo que continúa.

Yo no soy hermano del utensilio llevado en la marea
como en una cuna de nácar combatido:
no tiemblo en la comarca de los agonizantes despojos,
no despierto en el golpe de las tinieblas asustadas
por el ronco pecíolo de la campana repentina,
no puede ser, no soy el pasajero
bajo cuyos zapatos los últimos reductos del viento palpitan
y rígidas retornan las olas del tiempo a morir.

Llevo en mi mano la paloma que duerme reclinada en la semilla
y en su fermento espeso de cal y sangre
vive agosto,
vive el mes extraído de su copa profunda:
con mi mano rodeo la nueva sombra del ala que crece:
la raíz y la pluma que mañana formarán la espesura.

Nunca declina, ni junto al balcón de manos de hierro
ni en el invierno marítimo de los abandonados, ni en mi paso tardío,
el crecimento inmenso de la gota, ni el párpado que quiere ser abierto:
porque para nacer he nacido, para encerrar el paso
de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso.

Vidas recostadas junto a mi traje como palomas paralelas,
o contenidas en mi propia existencia y en mi desordenado sonido
para volver a ser, para incautar el aire desnudo de la hoja
y el nacimiento húmedo de la tierra en la guirnalda: hasta cuándo
debo volver y ser, hasta cuándo el olor
de las más enterradas flores, de las olas más trituradas
sobre las altas piedras, guardan en mí su patria
para volver a ser furia y perfume?

Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia
me avecina con todas sus agujas
para tejer los altos besos del follaje?
Otra vez
escucho aproximarse como el fuego en el humo,
nacer de la ceniza terrestre,
la luz llena de pétalos,
y apartando la tierra
en un río de espigas llega el sol a mi boca
como una vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla.

Pablo Neruda

miércoles, 7 de octubre de 2009

Tempus Fugit

Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo.

Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, pues todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora.

Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón.

Michael Ende, Momo

Wen reflexionó sobre la naturaleza del tiempo y entendió que el universo se recrea de nuevo, instante tras instante. Por tanto, comprendió que en verdad no existe el pasado, únicamente un recuerdo del pasado. Cuando se parpadea, el mundo que se ve al abrir los ojos no existía al cerrarlos. Por tanto, dijo él, el único estado apropiado en la mente es la sorpresa. El único estado apropiado en el corazón es el gozo. El cielo que estás viendo ahora nunca lo habías visto antes. El momento perfecto es ahora. Alégrate de ello.

Terry Pratchett, Ladrón del Tiempo


Cada segundo es un regalo, cada día una bendición. A cada cual corresponde decidir qué hacer con su tiempo, pero vale la pena recordar que la flor horaria que en este momento se marchita no volverá a florecer.

viernes, 2 de octubre de 2009

[En otras palabras] Rescates

Hay cosas que nunca cambian... quizá simplemente están ahí para que, con el tiempo, aprendamos a apreciarlas de la manera en que antes no podíamos. Para aprender a celebrar lo que siempre hemos tenido.


RESCATES

muriendo de costumbre
y llorando de oído

César Vallejo

Este regreso no era obligatorio
sin embargo
la mano encuentra su cuchara
el paso su baldosa
el corazón su golpe de madera
el abrazo su brazo o su cintura
la pregunta su alguien
los ojos su horizonte
la mejilla su beso o su garúa
el orgullo su dulce fundamento
el pellejo su otoño
la memoria su rostro decisivo
los rencores su vaina
el reloj su lujuria tempranera
el dolor su no olvido o su neblina
el paladar sus uvas
el loor su desastre
la nostalgia su lecho

o sea
perdón vallejo
aquí estoy otra vez
viviendo de costumbre
celebrando de oído


Mario Benedetti

lunes, 28 de septiembre de 2009

Pasos por el camino

Los caminos espirituales no son autopistas, rectas y bien asfaltadas, con clara señalización en cada salida y preparadas para recorrerse a toda velocidad.
Ni siquiera son carreteras de tierra, marcadas y apisonadas por las roderas de los vehículos que las recorren con asiduidad para llegar a un lugar específico.

En la mayoría de las ocasiones, son más bien como caminos rurales, abiertos por quién sabe quién, quién sabe cuándo, y mantenidos a través del tiempo por los pasos inconstantes de quienes nos han precedido en el lugar, a veces desbrozados y mantenidos libres de obstáculos por personas bienintencionadas cuya atención permite que el camino se distinga entre la maleza... y a veces descuidados, pisoteados de cualquier manera, incluso ensuciados por gente cuyo único interés es pasear por ahí a ver qué se encuentran, sin importarles las características del lugar ni quienes vengan detrás.

Y otras veces a lo que realmente se parecen es a sendas silvestres casi imperceptibles: apenas una huella sobre la hierba, una leve compresión en las hojas caídas, un hueco entre los arbustos, una señal en una piedra...
Son lugares por los que podemos perdernos con facilidad, donde otras diminutas señales pueden hacernos cambiar de dirección sin estar del todo seguros, sin más guía que la que llevemos con nosotros, lo que hayamos aprendido de rastreo y nuestra propia intuición.
No tienen destino específico, sólo sutiles encrucijadas, nuevos senderos y lugares insólitos donde detenerse a descansar.

Y quizá, si tienes suerte, entre la maleza percibas las notas silbadas de una canción o el brillo de una hoguera; la oportunidad de conocer, de compartir, de reponer fuerzas para después seguir andando. Quizá acompañado durante un trecho, quizá cada uno en una dirección diferente, siguiendo su propia ruta, pero sabiendo que por espeso y poco frecuentado que sea el bosque, no estás realmente solo.


PD: Si podéis, no dejéis de echarle un vistazo a este texto traducido por Vaelia donde lo explican, de otra manera y mucho mejor: Los bellos caminos que no llevan a ningún lugar.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Ritmos y ciclos

Hace algún tiempo escribía sobre la necesidad de conectar con los ciclos naturales en nuestro propio entorno, teniendo en cuenta las características geográficas y climáticas de la zona en que vivimos, celebrando los cambios en la naturaleza y la energía del momento en lugar de las fechas del calendario.

En aquel momento pasé por alto la relevancia de otra variable, y es que no sólo el lugar y el momento son importantes, sino también, y mucho, la forma en que los percibimos. Cada persona tiene también sus propios ritmos naturales: ritmos ultradianos, circadianos, infradianos, circalunares, circanuales... y de ellos dependerá gran parte de nuestra adaptación al ambiente.

Hay personas trasnochadoras que están más activas en las horas nocturnas, y personas madrugadoras que abren los ojos llenos de energía con la primera luz del día. Hay personas que son especialmente sensibles a los cambios de luz, y a las que los días cortos del invierno les provocan una melancolía que no saben justificar. Hay otras a las que el calor del verano les causa un agobio y un estado de ánimo irritable que sólo se apaciguan cuando descienden las temperaturas. Hay quien florece con la primavera, como las rosas, y quien cobra vida con las primeras lluvias del otoño, como las setas.

Para conectar con el ciclo natural, debemos conocer a fondo primero con nuestro propio ritmo, saber cuándo estamos más despiertos o más atentos, cuándo el cuerpo nos pide actividad y cuándo nos pide reposo. No tiene sentido realizar rituales que requieren concentración cuando estamos dispersos y agotados, o meditaciones que requieren calma cuando estamos nerviosos e irritados.
Sincronizarnos con nuestro propio reloj y calendario interno es necesario para poder ponerlo en fecha y hora con lo que ocurre a nuestro alrededor.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Otoño al fin


Ayer comenzó aquí la lluvia. El aire refresca de verdad, las gotas resbalan por los cristales del ventanal y repiquetean en las planchas. El viento sopla trayendo otro tipo de promesas, tenues susurros de aliento, el leve eco de tantas palabras... Apenas he recogido la cosecha y ya debo seguir sembrando, plantando más y más semillas, confiando en tener la fuerza para ayudarlas a madurar a tiempo. Aún queda mucho por hacer.

Pero hoy huele a tierra mojada, el otoño se siente en el aire, y eso me reconforta.
El cielo y el corazón necesitan, después del fuego del verano, un vendaval que pase de parte a parte y se lleve el polvo acumulado.

¡Feliz Equinoccio a todos!


Foto montada a partir de varias tomas hechas en uno de tantos rincones mágicos del Monte de las Mercedes

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El puente


Siempre hay dos orillas que unir... siempre hay un camino que tomar. Y a veces, en el camino, encontramos ese lugar donde brilla el sol y el agua fresca corre, ese lugar donde desearíamos quedarnos... pero el camino continúa, hacia lugares desconocidos, quizá más hermosos aún.


Foto tomada hoy en el Bosque de El Cedro, La Gomera.
Ya iré compartiendo otras vistas de este lugar maravilloso y mágico.

viernes, 11 de septiembre de 2009

[En otras palabras] Algo te identifica con el que se aleja de ti...

Algo viene, y algo se va, y todo cabe en tan pocas palabras....

Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es la facultad común de volver: de ahí tu más grande pesadumbre.

Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitud común de partir: de ahí tus más nimios regocijos.

Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto como a las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras, yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el paso inmóvil en el borde del mundo.

Algo típicamente neutro, de inexorablemente neutro, interpónese entre el ladrón y su víctima. Esto, así mismo, puede discernirse tratándose del cirujano y del paciente. Horrible medialuna, convexa y solar, cobija a unos y otros. Porque el objeto hurtado tiene también su peso indiferente, y el órgano intervenido, también su grasa triste.

¿Qué hay de más desesperante en la tierra, que la imposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y el hombre bueno, de ser malvado?

¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la mecánica social cabe en estas palabras.

César Vallejo

lunes, 7 de septiembre de 2009

Nubes negras

Se acumulan muy despacio, y van haciéndose más grandes y más oscuras. Chocan unas contra otras y producen truenos lejanos y leves centellas, pequeños indicios de que algo enorme se avecina.
Y siguen creciendo y creciendo, y el aire se preña de tensión hasta el punto en que cuesta respirarlo.

Y entonces cae el primer rayo, golpeando el punto más alto: el árbol más crecido, la bandera en la torre, la veleta del campanario...
Y a ese rayo lo siguen otro, y otro más, aseteando la tierra, y el ruido de los truenos no te deja pensar.

Y empieza a llover, a llover, a llover, de forma que parece que nunca va a parar, y se desbordan los ríos, y se resquebrajan los diques, y se inundan las calles, y el agua arrastra todo lo que encuentra a su paso.

Y cuando pasa la tormenta, alumbra el sol, el agua se evapora lentamente. El aire parece más limpio, los colores más vivos.

Y sobre el barro que se va secando, germinan, alargándose hacia la luz, las primeras hojas de plantas nuevas...

viernes, 4 de septiembre de 2009

[En otras palabras] Solamente

Comprender algo de repente, como en un fogonazo, puede ser toda una revelación, pero incluso aunque corte el aliento, es sólo el primer paso.


SOLAMENTE

ya comprendo la verdad

estalla en mis deseos

y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios

ya comprendo la verdad

ahora
a buscar la vida


Alejandra Pizarnik

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tolerancia, reciprocidad y coherencia

La tolerancia se practica, no se exige, ni mucho menos se ordena.

Curiosamente, justamente aquellos a los que se les llena la boca hablando de tolerancia en lo que se refiere a sus costumbres y creencias, aquellos que claman y ponen el grito en el cielo por cualquier mínima ofensa, real o imaginada, a lo que tiene para ellos un valor emocional, aquellos que exigen, no ya respeto a sus personas y pensamientos, sino reverencia para sus propias ideologías, resultan ser casi siempre aquellos que luego consideran que las creencias, emociones, ideas y actos de los demás tienen menos valor que las que ellos han recibido o adoptado.

Si quieres que te respeten, respeta. Si quieres que acepten que tu espiritualidad es buena para tí y los tuyos, acepta que otros caminos espirituales pueden ser igual de buenos para aquellos que los siguen. Si quieres que comprendan que tu religión es algo serio y auténtico, no la banalices. Y aprende a reirte de tí mismo antes de burlarte de los demás.


(Sí, es otro exabrupto... quizá otro día me extienda un poco más sobre lo hipócrita que resulta reclamar tolerancia y respeto para las prácticas paganas mientras se prejuzga, desprecia e insulta a los monoteístas siempre que hay ocasión. Hoy sólo necesitaba soltarlo.)

lunes, 31 de agosto de 2009

[Música] Causas y azares

Muchas veces no basta con el mayor esfuerzo o la mejor intención para lograr algo.

Muchas veces, sin darnos cuenta, ponemos en movimiento pequeñas cosas que nos parecen poco relevantes, pero que cuando van actuando sobre otras, y ésas sobre otras... acaban por colocarnos en circunstancias que no esperábamos. Las causas están ahí, aunque no las veamos, porque todo lo que hacemos, por insignificante que parezca, tiene consecuencias, y a menudo algunas que no pretendíamos.
Muchas veces, las cosas suceden sin que sepamos por qué. Coincidimos en el lugar preciso, en el momento justo para que nos suceda algo que un minuto antes o dos metros después nunca habría ocurrido. Nos llevamos una sorpresa, tropezamos con alguien que nos marca, o perdemos un tren al que nunca podremos volver a subir. El azar nos zarandea y rebelarnos contra su poderoso influjo es como tratar de beberse el mar.

La casualidad y la causalidad dan forma a nuestra vida. Éso es lo que nos recuerda esta canción de Silvio Rodríguez. Cuando era pequeña, escucharla me daba vértigo... con el tiempo y la edad me acostumbré, pero a veces me paro a pensar en lo que realmente dice la letra, y aún siento escalofríos.



Causas y Azares

Cuando Pedro salió a su ventana
no sabía, mi amor, no sabía
que la luz de esa clara mañana
era luz de su último día.
Y las causas lo fueron cercando,
cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando,
poderoso, invencible.

Cuando Juan regresaba a su lecho
no sabía, oh alma querida,
que en la noche lluviosa y sin techo
lo esperaba el amor de su vida.
Y las causas lo fueron cercando,
cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando,
poderoso, invencible.

Cuando acabe este verso que canto
yo no sé, yo no sé, madre mía,
si me espera la paz o el espanto;
si el ahora o si el todavía.
Pues las causas me andan cercando,
cotidianas, invisibles.
Y el azar se me viene enredando,
poderoso, invencible.

Silvio Rodríguez

viernes, 28 de agosto de 2009

[En otras palabras] Los reyes rojos

¿Acaso no parece que el mundo está últimamente lleno de intensos colores?

LOS REYES ROJOS

Desde la aurora
combaten los reyes rojos,
con lanza de oro.

Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.

Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.

Por la luz cadmio,
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.

Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.

José María Eguren

lunes, 24 de agosto de 2009

Una luna

Una luna. Ése es el tiempo que media entre estas dos imágenes. Un mes que para mí ha estado colmado de experiencias, sensaciones, y hasta algún descubrimiento inesperado. Ha pasado una luna, y vuelvo al punto de partida. Miro arriba, y en apariencia nada ha cambiado.

Y entonces vuelvo a mirar, un poco más allá de esa apariencia. Y descubro que los días se han acortado casi imperceptiblemente. Que, a la misma hora, el cielo está un poco más oscuro. Que la luna está un poco más crecida, y se pone un poco más tarde, y un poco más hacia el Sur. Que el aire está un poco más fresco. Que, en definitiva, de poco en poco, el verano se acerca a su fin.

Y me doy cuenta de que esos pequeños cambios cotidianos, graduales, prácticamente inapreciables mirados día a día, son a veces los que, a la larga, más nos marcan.

Fotos sacadas, aproximadamente a la misma hora, el 24 de julio y 24 de agosto respectivamente.


PD: Veréis también un par de cambios por aquí, no muy llamativos.
El más relevante es un widget de entradas relacionadas por si a alguien le interesa ir picoteando.
He añadido, además, un par de enlaces nuevos: Uno al magnífico blog La Experiencia Tarot, que os recomiendo efusivamente; en él encontraréis información sobre tarots y adivinación, pero también sobre historia, esoterismo y curiosidades, todo tratado con conocimiento y desde un punto de vista serio y racional nada habitual. Y otro al webcomic Nymphs, de Fadri, que trata sobre unas graciosas ninfas elementales de lo más arquetípicas, con colorido, ternura y mucho humor (sí, me gusta sacar a pasear a mi niña interior de vez en cuando).
Espero que lo disfrutéis, y gracias por estar ahí.

viernes, 24 de julio de 2009

[En otras palabras] Todo dice que sí...

El cielo me sonríe, y el mar me espera. Todo a mi alrededor se llena de luz y mi corazón se despereza.

En resumen... me voy de vacaciones. Volveré dentro de un mes... más o menos, excepto alguna mirada a los comentarios que puedan llegar. Hasta entonces, que paséis un buen verano.

Todo dice que sí.
Sí del cielo, lo azul,
y sí, lo azul del mar;
mares, cielos, azules
con espumas y brisas,
júbilos monosílabos
repiten sin parar.
Un sí contesta sí
a otro sí. Grandes diálogos
repetidos se oyen
por encima del mar
de mundo a mundo: sí.
Se leen por el aire
largos síes, relámpagos
de plumas de cigüeña,
tan de nieve, que caen,
copo a copo, cubriendo
la tierra de un enorme,
blanco sí. Es el gran día.
Podemos acercarnos
hoy a lo que no habla:
a la peña, al amor,
al hueso tras la frente:
son esclavos del sí.
Es la sola palabra
que hoy les concede el mundo.
Alma, pronto, a pedir,
a aprovechar la máxima
locura momentánea,
a pedir esas cosas
imposibles, pedidas,
calladas, tantas veces,
tanto tiempo, y que hoy
pediremos a gritos.
Seguros por un día
—hoy, nada más que hoy—
de que los «no» eran falsos,
apariencias, retrasos,
cortezas inocentes.
Y que estaba detrás,
despacio, madurándose,
al compás de este ansia
que lo pedía en vano,
la gran delicia: el sí.

Pedro Salinas

miércoles, 22 de julio de 2009

Paciencia

En la magia, como en la vida, las cosas necesitan su tiempo para madurar. A veces nos cuesta mucho asumir este hecho, porque lo que tiene que llegar es algo que deseamos profundamente, o que nos hace muchísima falta, y cada paso que damos lo damos con los ojos puestos en esa meta.

Pero cuando ya hemos hecho todo lo que está en nuestras manos para conseguir ese objetivo, o cuando no depende de nosotros sino de otras personas, de las circunstancias, o del mero paso del tiempo, obsesionarnos con cuándo llegará, o con lo que haremos cuando llegue, es contraproducente. No sólo estamos descentrándonos, viviendo con el pensamiento desplazado hacia el futuro, sino que puede que incluso estemos bloqueando con nuestra preocupación el fluir natural de las cosas, aunque sólo sea porque el paso del tiempo nos parecerá mucho más lento, y tal vez, cuando por fin llegue el momento y lo que tanto esperábamos esté a nuestro alcance, nuestras propias expectativas nos impidan disfrutarlo.

Obsesionarnos por el futuro nos resta tiempo para vivir el presente. Y muchas veces, apresurar la marcha sólo nos sirve para tropezar.

lunes, 20 de julio de 2009

[Recetas] Repelente de mosquitos

No sé vosotros, pero yo soy lo que mi madre llamaba "de sangre dulce", y según empieza el verano, los mosquitos me acribillan a picaduras. Recuerdo una noche en un olivar hace unos años, en la que tras un ritual de luna llena mis compañeros salieron con cinco o seis picaduras, mientras que yo recibí, contadas, más de cien.

Por eso me ha sido particularmente beneficiosa esta receta que me dieron en un taller didáctico de un museo (en concreto se trataba del Parque de las Ciencias de Granada, y el taller, llamado "El mundo del veneno", formaba parte de la maravillosa exposición titulada Veneno Animal), un repelente de mosquitos para poner en la piel que, además, tiene un olor muy agradable, aunque un poco intenso.

Repelente de mosquitos:

  • 20 mililitros de alcohol
  • 1 gota de esencia de canela
  • 1 gota de esencia de patchouli
  • 4 gotas de esencia de sándalo

Antes de usarlo, aseguráos de que no padecéis alergia a ninguno de sus componentes.
Las cantidades, evidentemente, se pueden multiplicar si, como yo, necesitáis protección antimosquitos durante todo el verano.

Espero que os sea de utilidad.

viernes, 17 de julio de 2009

[En otras palabras] La calle

Hay sitios de los que parece que nunca puedes marcharte. Calles en penumbra sin más salida que volverlas a atravesar una y otra vez. Lugares donde tropiezas con tus propios pasos y persigues a tu propia sombra.

LA CALLE

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

Octavio Paz

miércoles, 15 de julio de 2009

Invocar sin saber

Hace ya tiempo, escribí sobre lo contraproducente que es hablar de los Dioses sin conocerlos realmente. Lo que en ese momento pasé un poco por alto es que puede resultar, además, peligroso.

El paganismo no es únicamente una religión amable y luminosa. Tiene un lado oscuro, al igual que lo tiene la propia naturaleza. No existe el día sin la noche, ni la miel sin la abeja. El equilibrio ecológico requiere de la existencia de depredadores. La sangre, el dolor, la muerte, forman parte de la vida. Y a todas esas fuerzas "oscuras" rendimos también culto los paganos, porque rechazar lo feo y lo desagradable es rechazar también lo hermoso y lo placentero.

A lo largo de la historia, los seres humanos hemos conocido muy bien esas fuerzas. Nuestros antepasados de todas las etnias y culturas les dieron nombres, efigies, símbolos, y un lugar importante en sus panteones. Reconocían su poder, porque en muchos casos vivían a su merced, en épocas en las que el hambre, las enfermedades o la muerte violenta estaban siempre presentes, siempre cercanas. Y esos Dioses, los representantes de la cara menos amable del mundo, fueron muy respetados, pero también temidos.

Actualmente, sin embargo, el hambre y la enfermedad son algo que les pasa a otros, la muerte violenta algo que queda lejos. Vivimos tratando de evitar todo lo que sea feo o doloroso, de mantenerlo mientras más distante mejor. Ocultando, si es preciso, la cabeza como los avestruces, y fingiendo que las cosas malas son algo que no existe, o que nunca podrían ocurrirnos a nosotros. Así que no encontramos lugar para los Dioses oscuros, y los convertimos en meras etiquetas a las que creemos que podemos ponerles el contenido que más nos plazca.

Por un lado, como todo lo que se banaliza, acabamos creyendo que sólo tiene valor si podemos ponerlo a nuestro servicio y usarlo para lo que nosotros queramos. Juntemos a eso la fascinación por "el poder", y la errónea idea de que aquello que es puede ser más dañino es más poderoso. Y obtendremos a ciertas personas que desean el favor de los Dioses oscuros para "tener poder", que no es más que otra forma de decir que necesitan llenar de cualquier manera una serie de carencias que ni siquiera reconocen tener.

Por otro lado, la negación de la realidad alcanza la categoría de dogma. ¿Para qué es necesario asumir que la vida tiene una parte desagradable si puedo ignorar su existencia? Basta con mantenerse en un mundo idealizado, donde todo es de color de rosa, y la Madre Naturaleza nos rodea con su amor, donde las serpientes no tienen colmillos, los cervatillos pastan libres, los lobos comen césped, y los Dioses oscuros son sólo unos incomprendidos que en el fondo resulta que están para repartir luz, magia buena y caramelos a aquellos que los invocan ofreciéndoles pastelillos y amistad porque los aman sinceramente.

Pero ninguna de estas posturas tienen en cuenta que cuando uno invoca el nombre de un Dios o una Diosa, está atrayendo esas energías, y no son las que uno crea que son ni las que se invente sobre la marcha, sino las que ancestralmente han sido reunidas bajo ese nombre.
Hades puede ser muchas cosas, pero no es amable. Loki puede ser muchas cosas, pero no es sincero. Seth puede ser muchas cosas, pero no es leal. Hécate puede ser muchas cosas, pero no es tierna, ni compasiva.
Si manejar dichas energías ya es complicado conociéndolas a fondo, hacerlo de manera ignorante y despreocupada puede resultar francamente arriesgado. Es, a todos los efectos, jugar con fuego.

No podemos permitirnos caer en una banalización tan absoluta de la espiritualidad pagana, instalarnos mentalmente en un mundo perfecto en el que todo está configurado a nuestro gusto. No podemos permitirnos creer que somos el centro del universo y que los Dioses existen para velar por nuestra comodidad. No podemos permitirnos pensar que el fuego no quema.

Olvidamos que la Naturaleza puede ser la Madre amante, pero también la Destructora, y que los edificios construidos sobre una falla están destinados a caer tarde o temprano.

lunes, 13 de julio de 2009

Luz de luna


En el apogeo del poder del sol, vale la pena tomarse un momento para observar la luna. Que la brillante luz del día no nos impida apreciar la luminosidad nocturna, no tan intensa, pero igual de hermosa.

Ahora que las noches son cortas y cálidas, es buen momento para salir al aire libre, mirar arriba y simplemente dejarnos bañar por la luz lunar, tan quietos que incluso podamos percibir el movimiento de las estrellas.

viernes, 10 de julio de 2009

[En otras palabras] Imposible

Volviendo despacio a salir a la luz, sumando vidas a la vida. Robando tiempo al tiempo, para tratar de hacerlo fructificar. Tantas cosas, tantas cosas, tantas cosas...

IMPOSIBLE

Imposible saber cuándo ese rincón de mi alma se ha dormido
y cuándo volverá otra vez a tomar parte en mis fiestas íntimas

O si ese trozo se fue para siempre
O bien si fue robado y se encuentra íntegro en otro

Imposible sabe si el árbol primitivo adentro de su ser siente todavía el viento milenario
Si tú recuerdas el canto de la madre cuaternaria
Y los grandes gritos de tu rapto
Y la voz sollozante del océano que acababa de abrir los ojos

Y agitaba las manos y lloraba en su cuna

Para vivir no necesitamos tantos horizontes
Las cabezas de amapola que hemos comido sufren por nosotros
Mi almendro habla por una parte de mí mismo
Yo estoy cerca y estoy lejos

Tengo centenares de épocas en mi breve tiempo
Tengo miles de leguas en mi ser profundo
Cataclismos de la tierra accidentes de planetas
Y algunas estrellas de luto
¿Recuerdas cuando eras un sonido entre los árboles
Y cuando eras un pequeño rayo vertiginoso?

Ahora tenemos la memoria demasiado cargada
Las flores de nuestras orejas palidecen
A veces veo reflejos de plumas en mi pecho
No me mires con tantas fantasmas
Quiero dormir quiero oír otra vez las voces perdidas
Como los cometas que han pasado a otros sistemas

¿En dónde estábamos? ¿En qué luz en qué silencio?
¿En dónde estaremos?
tantas cosas tantas cosas tantas cosas

Yo soplo para apagar tus ojos
¿Recuerdas cuando eras un suspiro entre dos ramas?

Vicente Huidobro

miércoles, 8 de julio de 2009

Granos de arena

Si tienes tu mano abierta con la arena del desierto, cogerás muchos granos;
si cierras el puño para poseerla, casi toda resbalará entre tus dedos.


Proverbio árabe

Estamos tan inmersos en la mentalidad occidental moderna, que muchas veces consideramos que la posesión es el máximo al que se puede aspirar: en el trabajo, en el ocio, en la amistad, en el amor... nos parece que no tenemos todo lo que deberíamos tener, no basta con lo que nos dan, o con lo que podemos disfrutar en el momento. Deseamos controlar, poseer, tener la seguridad de que las cosas estarán siempre ahí, a nuestra disposición, cuando a nosotros se nos antoje. Y nos abruma la ansiedad de que algo pueda escaparse, o que justo cuando lo deseamos no esté a nuestro alcance y debamos esperar.

Pero hay muchas cosas que no se pueden poseer, que al tratar de encerrarlas en nuestras expectativas dejan de ser lo que son, y nos encontramos atrapando reflejos, y, lo que es peor, prefiriendo una pálida sombra en nuestro poder que lo auténtico en libertad.

Porque hay algo mucho más intenso, más completo, más perfecto que poseer algo, y es saborearlo en el momento oportuno... aunque sepamos que puede ser la única vez. O precisamente por eso.

viernes, 3 de julio de 2009

[En otras palabras] Los mejores momentos de la lectura...

Por la maravilla y el escalofrío de encontrar esas manos tendidas a través de las palabras... y especialmente por la calidez de aquellas que algún día pude o podré estrechar.

Los mejores momentos de la lectura son aquellos en los que te encuentras con algo -un pensamiento, una sensación, una manera de entender el mundo- que hasta entonces creías que era íntimamente personal, que sólo era tuyo; y ahora, de repente, lo encuentras expresado por alguien, una persona a la que ni siquiera conoces, o que hace tiempo que ha muerto incluso. Y es como si del libro surgiera una mano y cogiera la tuya.

El profesor Héctor (Josep María Pou)
en Los chicos de historia, de Alan Bennett

miércoles, 1 de julio de 2009

[Técnicas] Sintiendo el calor

Ahora que ha llegado el verano y en muchos lugares estamos agobiados por el calor y tratando de huir de él con aires acondicionados y cosas similares, no es mala idea integrarnos de lleno en el ritmo natural, aunque sea por un momento.

No se trata de que nos dé una insolación, sino de tomar consciencia de la energía solar y cómo afecta a la tierra y a nosotros mismos.

En primer lugar, e importantísimo: Para realizar este ejercicio hay que protegerse convenientemente. Protector solar, una gorra o sombrero y agua a mano son imprescindibles si vamos a pasar un buen rato bajo el sol, especialmente si, como ocurre a menudo al meditar, podemos perder la noción del tiempo. Si tienes tendencia a amodorrarte o dormirte bajo el sol, programa algún tipo de alarma, o que te acompañe otra persona. No queremos que la consciencia del poder del sol nos llegue en forma de quemaduras, ¿no?

Una vez hayamos preparado todo, buscamos un lugar al aire libre donde el sol dé con fuerza. Puede ser en la playa, en un claro del bosque, o en cualquier sitio tranquilo que no esté cubierto de asfalto.
Nos sentamos en el suelo, respiramos lentamente, y nos relajamos. Cerramos los ojos (no queremos tampoco quemaduras en las retinas) y alzamos el rostro hacia el sol. Dejamos que su luz nos bañe, y sentimos cómo el calor llena nuestro cuerpo. Reflexionamos un momento sobre la luz del sol y el calor: de dónde vienen, su influencia en todo lo que nos rodea, lo necesarios que son para la vida...

Cuando seamos totalmente conscientes de estas cosas, cambiamos el objeto de nuestra percepción. Podemos introducir las manos en la arena o tierra, tumbarnos sobre el suelo, o simplemente seguir en la misma posición, pero ahora nos centramos en el entorno que nos rodea. Nos damos cuenta de que el calor no sólo nos llega desde arriba. El sol calienta la atmósfera y la tierra, y éstos distribuyen y reflejan su energía. Sentimos la calidez del aire a nuestro alrededor, y las oleadas de calor que suben desde el suelo. Reflexionamos sobre el ciclo completo, cómo la tierra y los océanos absorben calor durante el día y lo liberan lentamente cuando se pone el sol, lo necesario que es que los elementos trabajen en armonía. 

Luego podemos concentrarnos en meditar sobre el ciclo de las estaciones, o quizá, si tenemos algún problema o nuestra mente está confusa acerca de algo, permitir que la luz del sol nos ilumine también por dentro, para ver las cosas a plena luz, eliminar los pensamientos que nos nublan la percepción y aclarar nuestras ideas.

Una vez hayamos terminado de sentir el calor del sol y del entorno, damos gracias por lo que al experiencia nos haya aportado, bebemos un buen trago de agua, disfrutando de su frescor, y nos levantamos, lentamente, para prevenir posibles mareos. Si estamos en la playa, podemos darnos un baño, o si no, echarnos un poco de agua por la cara y los brazos, o buscar una sombra densa para apreciar el contraste.