La tolerancia se practica, no se exige, ni mucho menos se ordena.
Curiosamente, justamente aquellos a los que se les llena la boca hablando de tolerancia en lo que se refiere a sus costumbres y creencias, aquellos que claman y ponen el grito en el cielo por cualquier mínima ofensa, real o imaginada, a lo que tiene para ellos un valor emocional, aquellos que exigen, no ya respeto a sus personas y pensamientos, sino reverencia para sus propias ideologías, resultan ser casi siempre aquellos que luego consideran que las creencias, emociones, ideas y actos de los demás tienen menos valor que las que ellos han recibido o adoptado.
Si quieres que te respeten, respeta. Si quieres que acepten que tu espiritualidad es buena para tí y los tuyos, acepta que otros caminos espirituales pueden ser igual de buenos para aquellos que los siguen. Si quieres que comprendan que tu religión es algo serio y auténtico, no la banalices. Y aprende a reirte de tí mismo antes de burlarte de los demás.
(Sí, es otro exabrupto... quizá otro día me extienda un poco más sobre lo hipócrita que resulta reclamar tolerancia y respeto para las prácticas paganas mientras se prejuzga, desprecia e insulta a los monoteístas siempre que hay ocasión. Hoy sólo necesitaba soltarlo.)
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