viernes, 31 de octubre de 2008

[En otras palabras] A veces comprendemos algo...

Ojalá encontremos esta noche ese sitio entre la luz y la oscuridad, donde las preguntas adecuadas siempre reciben respuesta.

¡Que paséis un feliz Samhain!

A veces comprendemos algo
entre la noche y la noche.
Nos vemos de pronto parados debajo de una torre
tan fina como el signo del adiós
y nos pesa sobre todo desconocer si lo que no sabemos
es adónde ir o adónde regresar.
Nos duele la forma más íntima del tiempo:
el secreto de no amar lo que amamos.

Una oscura prisa,
un contagio de ala
nos alumbra una ausencia desmedidamente nuestra.
Comprendemos entonces
que hay sitios sin luz, ni oscuridad, ni meditaciones,
espacios libres
donde podríamos no estar ausentes.

Roberto Juarroz

miércoles, 29 de octubre de 2008

Llueve

Cae la lluvia con violencia, retumbando en las aceras, empapando la tierra. Dura tan sólo unos minutos y termina convirtiéndose en un chispeo, leve pero continuo. 

Y entonces, aunque aún sigue lloviendo, asoma brevemente el sol.

Y tras el torrente de agua todo parece, por un instante, más limpio y más luminoso. 

lunes, 27 de octubre de 2008

Endoculturación

La cultura de una sociedad tiende a ser similar en muchos aspectos de una generación a otra. En parte, esta continuidad en los estilos de vida se mantienen gracias al proceso conocido como endoculturación. La endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales. Así, los niños chinos usan palillos en lugar de tenedores, hablan una lengua tonal y aborrecen la leche porque han sido endoculturados en la cultura china en vez de en la de los Estados Unidos. La endoculturización se basa, principalmente, en el control que la generación de más edad ejerce sobre los medios de premiar y castigar a los niños. Cada generación es programada, no sólo para replicar la conducta de la generación anterior, sino también para premiar la conducta que se adecue a las pautas de su propia experiencia de endoculturización, y castigar , o al menos no premiar, la cultura que se desvía de éstas.

El concepto de endoculturación, (pese a sus limitaciones, que analizaremos más adelante) ocupa una posición central en el punto de vista distintivo de la antropología moderna. La incomprensión del papel que desempeña en el mantenimiento de las pautas de conducta y pensamiento de cada grupo forma el núcleo del fenómeno conocido como etnocentrismo. El etnocentrismo es la creencia de que nuestras propias pautas de conducta son siempre naturales, buenas, hermosas o importantes, y que los extraños, por el hecho de actuar de manera diferente, viven según modos salvajes, inhumanos, repugnantes o irracionales. Las personas intolerantes hacia las diferencias culturales, normalmente, ignoran el siguiente hecho: Si hubieran sido endoculturados en el seno de otro grupo, todos esos estilos de vida supuestamente salvajes, inhumanos, repugnantes e irracionales serían ahora los suyos.

Marvin Harris, Antropología cultural (1983)
Cap. 1 La antropología y el estudio de la cultura: Endoculturación y relativismo cultural


Las diferencias genéticas entre grupos humanos no tienen ni la milésima parte de la influencia sobre nuestros comportamientos de la que tienen las diferencias culturales. La educación (formal e informal) que recibimos nos prepara para que podamos integrarnos en la sociedad concreta de la que formamos parte. Cada sociedad tiene sus valores morales, su noción del éxito, sus tabúes, sus hábitos y sus vicios. Y cada sociedad, vista por una persona perteneciente a otra, parece ajena e irracional. Incluso la nuestra. Quizá especialmente la nuestra.

viernes, 24 de octubre de 2008

[En otras palabras] La llama

Los libros pueden abrir puertas a mundos desconocidos... pero también abrir ventanas que iluminen los rincones más ocultos de tu propio interior.

LA LLAMA

Leer es una llama.
El libro que estoy leyendo me aguarda ahí, en la mesa, apagado. Al leerlo lo enciendo.
Si yo no lo encendiera, él no brillaría. Los libros no son películas: no arden en salas vacías, sin ojos espectadores. Los libros no son músicas: no suenan por error o por descuido, no se escuchan en radios que nadie oye, no hacen ruido de fondo. No son esculturas ni pinturas, tan quietas y abandonadas, tan ellas mismas pese a todo.
Los libros son luces apagadas. Mi libro me necesita para encenderse. Ahí está, cerrado y en apariencia inofensivo. Sólo en apariencia: deja que alguien lo lea y el libro arda, y verás cómo quema y cuánto alumbra. Y cuando así sucede, ni el agua ni el fuego logra extinguirlos: lo saben todos los tiranos. Apagar un libro consiste en no leerlo. Haz este experimento: déjalo a merced del viento, que el aire hojee sus páginas. ¿Qué sucede? Nada. No se enciende. No pide ser abierto sino leído.
Sólo nosotros podemos encenderlos. La llama que enciende todos los libros está en nuestros ojos. Vamos por ahí, tan tranquilos, nos despertamos y volvemos a acostarnos, contemplamos la tele o un rostro querido, un espejo o unas nubes, lo vemos todo sin encender nada, sólo los libros arden con la mirada. No sabemos cuántos libros encendemos al cabo del tiempo, cuántas páginas han ardido bajo nuestros ojos. Si te pones a pensar, no hay nada más extraño que leer. Vas leyendo y vas alumbrándote. Te gusta lo que lees, y te incendias.

José Carlos Somoza


Más artículos de este magnífico autor.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Buscando en los ojos de los otros

A veces te olvidas momentáneamente de quién eres, y lo buscas en los ojos de los demás. Un punto de apoyo para seguir adelante. Una palabra que desencadene una cascada de recuerdos. Una mano tendida que te ayude a levantarte después de la enésima caída.

Pero si no conoces realmente la identidad que estás buscando, corres el riesgo de que una mirada diferente te desgarre el alma. 

lunes, 20 de octubre de 2008

Castillos en el aire

Las cosas son como son, y no como deseamos que sean.

Podemos aceptarlo, o podemos luchar por cambiarlas. Pero lo realmente importante es apreciar las circunstancias en su justa medida.

Porque si no entendemos lo que nos rodea, o, peor aún, nos negamos a verlo, si cerramos los ojos y tratamos de convencernos de que las personas y los sucesos encajan en aquello que nosotros deseamos... sólo estamos construyendo castillos en el aire. Y los castillos en el aire pueden durar un tiempo y deslumbrarnos con su resplandor, pero, a la larga, no son más que humo, sobre el que no se puede construir nada real.

Con un sueño, se puede edificar un futuro. Sobre un sueño, sólo se puede tejer aire.

Imaginando y urdiendo una realidad ilusoria nunca tendrás nada cierto, nada sólido. Pero con los pies asentados en la tierra puedes levantar las más altas torres. 

viernes, 17 de octubre de 2008

[En otras palabras] A mis obligaciones

Para empezar con lo tantas veces postergado y dar, al menos, unos pasos en la dirección que me corresponde tomar.

A MIS OBLIGACIONES

Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.

No es para mí sino el polvo,
la lluvia cruel de la estación,
no me reservo nada
sino todo el espacio
y allí trabajar, trabajar,
manifestar la primavera.

A todos tengo que dar algo
cada semana y cada día,
un regalo de color azul,
un pétalo frío del bosque,
y ya de mañana estoy vivo
mientras los otros se sumergen
en la pereza, en el amor,
yo estoy limpiando mi campana,
mi corazón, mis herramientas.

Tengo rocío para todos.

Pablo Neruda

miércoles, 15 de octubre de 2008

[Música] Casiopea

Para todos aquellos que alguna vez se han sentido como si pertenecieran a otro planeta... y para todos aquellos que supieron traer a este mundo la luz de estrellas lejanas.



CASIOPEA

Como una gota fui de la marea,
la playa me hizo grano de la arena.
Fui punto en multitud por donde fui,
nadie me detectó y así aprendí.
Cuando creí colmada la tarea
volví mi corazón a Casiopea.
Cumplí celosamente nuestro plan:
por un millón de años esperar
Hoy llevo el doble dando coordenadas
pero nadie contesta mi llamada.
¿Qué puede haber pasado a mi señal?
¿Será que me he quedado sin hogar?
Hoy sobrevivo apenas a mi suerte,
lejano de mi estrella, de mi gente
El trance me ha mostrado otra lección:
el mundo propio siempre es el mejor.
Me voy debilitando lentamente,
quizá ya no sea yo cuando me encuentren.

Silvio Rodríguez

lunes, 13 de octubre de 2008

La mente, el cuerpo y el mundo (II): El lenguaje del cuerpo

Conozco muchas personas que no son capaces de escucharse a sí mismas. Gente que se pone nerviosa y no se da cuenta, que actúa de una determinada manera sin saber por qué lo hace, que se encuentra mal y no es capaz de encontrar el motivo... En realidad, supongo que son cosas que nos han pasado a todos alguna vez.

Y es que aunque no pensemos en ello, o no queramos creerlo (pues muchas veces nos provoca una suerte de indefensión el pensar que hay cosas, incluso en nosotros mismos, que no podemos controlar), nuestras decisiones conscientes, los actos que hacemos voluntariamente, los movimientos que realizamos a propósito, se acompañan de otras muchas cosas sobre las que nuestra mente tiene influencia, pero no poder absoluto.

Tomemos el ejemplo de un momento de tensión. Sentimos una vaga desazón, de la que somos conscientes (aunque a veces no plenamente), pero, aparte de eso... ¿qué más está ocurriendo? Quizá se nos acelere el corazón, sintamos que nos falta el aire o respiremos más superficialmente y con mayor rapidez, quizá nos suden las manos o nos tiemblen las piernas. Puede que queramos decir algo y se nos quiebre la voz.

En momentos como ése, nuestro cuerpo toma el control, y nuestra mente, tan lógica, tan racional, sólo sabe que se encuentra mal y que desea evitar ese lugar, situación, objeto, persona... que provoca tan desagradable sensación. Muchas veces, si preguntas a una persona qué le sucede en esas situaciones (por qué nunca sube a un ascensor, por ejemplo, o por qué evita hablar en público), sólo sabrá responder con vagas expresiones como "no me gusta", "me da vergüenza" o incluso "me da miedo". Sabes que te encuentras intranquilo, sabes que no te sientes bien, pero no conoces el motivo. Y a veces, con el tiempo, esa ligera ansiedad se convierte en auténtico temor, y acaba limitándonos.

Por eso es importante ser conscientes de que no somos sólo nuestros pensamientos y acciones, que las emociones y las sensaciones no son cosas insignificantes, sino que pueden ser más poderosas de lo que creemos. 

Necesitamos saber cómo nos sentimos, saber que no podemos refrenar los latidos de nuestro corazón sólo con decidirlo racionalmente, que necesitamos escuchar lo que el cuerpo está tratando de decirnos. Y luego, si es preciso, podremos actuar en consecuencia.

viernes, 10 de octubre de 2008

[En otras palabras] Hay un tiempo

Hay un tiempo para reir, y otro para sollozar, un tiempo de luz y un tiempo de noche, hay un tiempo para cantar, y otro para guardar silencio... y hay un tiempo para sentarse ante la ventana, ver caer la lluvia, y dejar, simplemente, que la mente vague lejos. Un tiempo de escucha y de espera...

HAY UN TIEMPO

Hay un tiempo de echarse a pensar y un tiempo de arder
y días de caer rendidos bajo techo
Un tiempo de amar
hasta el fondo
y días de herrumbre inmersos en nuestras cosas
Hay un tiempo de tender la mano y un tiempo de golpear
y un recuerdo que naufraga en nosotros y un rostro que acaso hemos visto o no.

Gustavo Pereira

miércoles, 8 de octubre de 2008

La mente, el cuerpo y el mundo: Psicosomático

-Eso no importa -dijo-. Esto no es más que un sueño, y en mis sueños no podéis hacerme daño.
La Cosa hizo una pausa y la miró con sus ojos vacíos.
-En vuestro mundo hay una palabra, creo que es «psicosomático».
-Nunca la había oído -replicó Esk.
-Significa que en tus sueños sí podemos hacerte daño.

Terry Pratchett, Ritos Iguales
Desde que Platón enunció el mito de la caverna, hemos vivido inmersos en una extraña dualidad: la mente y el cuerpo como cosas opuestas, como mundos aparte, e incluso como enemigos irreconciliables.

Fuimos instigados a despreciar lo mundano, lo material, lo físico, y a centrarnos en "las cosas elevadas del espíritu". Y cuando, con el tiempo, la mentalidad occidental fue cambiando, la sociedad avanzó, y el cuerpo fue reclamando el lugar que le correspondía... entonces se nos alentó a buscar satisfacción inmediata, a "no comerse el coco", a disfrutar sin pensar, sin reflexionar, buscando sólo la satisfacción del impulso, el "subidón de adrenalina" momentáneo.

Como en tantas otras cosas, oscilamos de un extremo al otro, despreciando la mente, rechazando el espíritu, empequeñeciéndonos a nosotros mismos al negar una parte de lo que nos hace lo que somos.

Pero la mente y el cuerpo son uno sólo... y no podemos olvidarlo, porque lo que pensamos, lo que sentimos, pueden hacernos tanto daño como las sensaciones externas que nuestro cuerpo experimenta. Al igual que puede ayudarnos a sanar.

La mente puede crear, y puede destruir... al igual que el cuerpo. No es ni menos ni más real una que el otro. Y son absolutamente interdependientes, aunque muchas veces no queramos darnos cuenta.
No somos sólo cuerpo o sólo mente, no somos sólo sensación, o sólo emoción, o sólo pensamiento.
Somos todo a la vez, ninguna cosa sin el resto.
Somos sencillamente humanos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Corro de brujas

Ven, toma mi mano, y dancemos, dancemos... giros y más giros, cielo arriba, tierra abajo, con los árboles vigilantes a nuestro alrededor.

Ven, toma mi mano y únete a la danza. Giremos, giremos... daremos vueltas en torno al centro del mundo.

Foto tomada en la Sierra Norte de Sevilla, a mediados de septiembre.

*Sí, ya sé que un corro de brujas es un tipo de hongo... pero el lugar bien vale la licencia.

viernes, 3 de octubre de 2008

[En otras palabras] Viento

Lo siento golpeando contra los cristales... ¿de dónde viene? ¿qué me trae? ¿adónde puede llevarme?
Voy a abrir la ventana y escuchar.

VIENTO

Sopla viento, sopla y recorre
mi alma triste y cansada
sopla viento en la noche
tú, a quien nadie ve
tú, a quien nadie asalta.

Yo te conozco, viento,
desde hace ya muchos años
y sin embargo nunca sé
de dónde vienes o a dónde vas
ni siquiera si te vas a quedar.

A veces me calientas
y otras, frío como el hielo
me envuelves y me aprietas
en tu helada soledad
y yo, sin poder hacer nada
intento mantener un fuego
un calor que me haga reaccionar.

Pero tú, viento amigo
jamás te detienes a saludar
eres como ese cortejo
fúnebre y desolado
que por las calles del pueblo
mientras suenan las campanas
pasa silencioso y triste
avanzando sin detenerse
en ninguna puerta o zaguán.

No sé si eres del norte o del sur
o ni siquiera si traes esperanzas,
o tal vez recuerdos
de otros tiempos de felicidad.

Y sin embargo, viento te quiero
te añoro y siempre me elevo
hasta la loma más alta
para sentirte en la cara
sabiendo que vengas de donde vengas
y traigas lo que traigas
siempre, siempre te voy a esperar.

Fernando García Aleixandre

miércoles, 1 de octubre de 2008

[Técnicas] Tomar energía del cielo y de la tierra

Ésta es una técnica muy sencillita, pero que puede aportar mucho. De hecho, y dependiendo de la persona y del momento, tanto puede servir para relajarse como para activarse y llenarse de energía.

En primer lugar, nos situamos de pie en un lugar con cierto espacio libre a nuestro aldededor. No nos mantendremos en una postura rígida, sino con las piernas separadas, flexionando ligeramente las rodillas hasta un punto en el que nos sintamos cómodos. Agitamos los brazos para que estén sueltos y libres de tensión.

Respiramos hondo y lentamente tres veces (inhalando por la nariz y exhalando por la boca), y situamos las manos frente al pecho o el abdomen, paralelas al suelo con las palmas enfrentadas , una arriba y otra abajo, dejando entre ellas una distancia de unos diez centímetros.

Respiramos varias veces más y elevamos la mano superior (la que tiene la palma hacia abajo), mientras hacemos descender la inferior (con la palma hacia arriba), girando las manos hasta que queden paralelas al suelo, una sobre nuestra cabeza, con la palma apuntando al cielo, y otra frente a nuestra cadera o junto a nuestro costado, con la palma apuntando hacia el suelo. Las manos no tienen que estar perfectamente rectas, sino ahuecadas y relajadas. Tampoco estiramos del todo los brazos, sino que los dejamos levemente arqueados, de manera que los codos no estén en tensión.

En esta postura, sentimos cómo la energía que asciende de la tierra llega a nuestra mano inferior, y sube por el brazo, mientras la energía que desciende del aire llega a nuestra mano superior y baja por el brazo hasta que ambas energías se encuentran y se funden en el centro de nuestro cuerpo.

Respiramos hondo mientras percibimos esa sensación y, lentamente, intercambiamos el lugar de ambas manos, haciéndolas pasar una junto a otra frente a nuestro pecho, mientras giramos las palmas para volver a quedar en la postura anterior, pero de manera simétrica. Otra posibilidad (si tenemos más espacio) es girar los brazos en círculo en horizontal, desplazando lentamente el superior hacia el lateral y hacia abajo y el inferior hacia el lateral y arriba al mismo tiempo, estirándolos por completo, hasta llegar a la misma postura.

Ahora la energía del cielo llega a la mano que recibía la de la tierra, y viceversa. Volvemos a concentrarnos en cómo ambas energías se funden en nuestro interior mientras respiramos profundamente.

Podemos repetir estos movimientos tantas veces como queramos, pero siempre teniendo presente que deben hacerse de manera lenta y consciente, nunca convertirlo en un gesto mecánico. Al finalizar, respiramos hondo tres veces, expulsando el aire con fuerza.

Como veis, son unos movimientos muy simples, apenas requiere espacio ni tiempo, y es un gran ejercicio para centrarse y/o anclarse. Espero que os sea de utilidad.