viernes, 24 de diciembre de 2010

La Rueda del Año

A veces pensamos que damos vueltas en círculos, sin percatarnos de que se puede avanzar hacia adelante en espiral... cada vuelta nos conecta con la anterior, pero nos lleva un poco más lejos.









Que paséis unas felices fiestas como mejor os apetezca celebrarlas.

Fotos tomadas en cada sabbat de este año que termina.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mantenerse al margen

Hay una línea muy fina entre ayudar y entrometerse. Y no la trazamos nosotros, sino la otra persona. No es lo mismo tender la mano que tirar del brazo.

Hay situaciones que se ven con mayor claridad desde fuera, pero también hay muchas en las que los factores involucrados, o la forma en que actúan, no son apreciables en su totalidad sin estar metido hasta el cuello. Y adentrarnos en arenas movedizas para sacar a quien ha caído en ellas sólo nos llevará a que nos hundamos los dos.

Tenemos tendencia a sobrevalorarnos, en relación a los demás. A creernos más perspicaces, o más hábiles. A pensar que sabemos qué les pasa, e incluso qué les conviene. Prestamos la ayuda que creemos adecuada, sin plantearnos ni por un momento si realmente lo es, o si es siquiera necesaria. En el mejor de los casos, pretendemos guiar por el camino que nosotros preferimos; en el peor, incluso empujamos en la dirección que creemos "correcta".

Dejemos a los otros la potestad de decidir lo que quieren hacer con su vida, la potestad de elegir si quieren o no  nuestra ayuda. Mantengámonos al margen incluso de lo que creamos que nos incumbe, dispuestos para acudir si se nos solicita, pero inactivos hasta entonces, por mucho que creamos que hace falta o que podemos marcar una diferencia. Porque esa decisión no nos corresponde tomarla a nosotros.

viernes, 3 de diciembre de 2010

[En otras palabras] Destino

Porque no puedo dejar que me venza el tedio ni el agotamiento, tengo que seguir adelante, aunque sea tan despacio que apenas parezca avanzar. Seguir adelante... porque sí nomás.

DESTINO

Y para acá o allá
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento
y del principio o término del precipicio íntimo
hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquello o de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro
y aquí tampoco está
y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado
por vivir entre huesos
o del perpetuo estéril desencuentro
a lo demás
de más
o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y destiempos
cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en pleno vuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos
harto ya de mitades
y de cuartos
al entrevero exhausto de los lechos deshechos
o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios del misterio
del más allá
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto sempiterno de lo aparente o lo supuesto
y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo
con todos los sentidos sin sentido
en el sofocatedio
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás

Oliverio Girondo

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Contrapartidas

Incluso en los peores momentos, cuando las circunstancias nos bloquean, o cuando nuestros mejores esfuerzos acaban por mostrarse inútiles, cuando parece que todo a nuestro alrededor conspira para asfixiarnos y no dejarnos avanzar... incluso entonces, siguen habiendo y sucediendo cosas buenas.

Lo que ocurre es que nos suelen pasar desapercibidas mientras, enervados, tratamos de anticiparnos al próximo golpe, o nos replegamos en nosotros mismos, autocompadeciéndonos. Pero están ahí, aunque sean pequeñas cosas, y percatarse de su existencia puede ayudarnos a aminorar la carga, a hacer menos oscura la noche y recordarnos el amanecer. Si las ignoramos por comparación con todo lo malo que las rodea, nos quitaremos ese alivio a nosotros mismos, haciendo más desagradable, e incluso prolongando, la mala racha.

Verlo todo de color de rosa es una ingenuidad y un peligro, pero verlo todo negro es igual de pueril. Cada pequeño detalle tiene su propio color, y, aunque sea inevitable que unos se mezclen con otros en ocasiones, debemos aprender a apreciarlos por sí mismos, y no como reflejos de nuestro estado de ánimo o nuestras circunstancias.

No podemos dejar que el desaliento tiña nuestra percepción. Los momentos en los que peor parecen presentarse las cosas, son los momentos en que, justamente, debemos estar más atentos, y más abiertos a las pequeñas contrapartidas de la vida.