miércoles, 30 de julio de 2008

Junto a un árbol

Un árbol dice: "En mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Única es la tentativa y la creación que en mí ha osado la Madre Eterna. Única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corona. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis muescas singulares".

Herman Hesse, El Caminante

De vez en cuando es bueno sentirse un poco árbol... vida de la vida eterna, únicos en el universo, desde la primera arruga a la última cicatriz. Aguantar cuando el viento pretenda derribarte, hacer sonar las hojas con el murmullo de las brisas, alumbrar al mundo con el verde de la vida.

Y siempre es bueno toparse con una persona-árbol, y aspirar el aroma de sus flores, tomar sus frutos, descansar junto a su tronco y comprender que hay quien aporta sin pedir a cambio más que compañía.
Dejadme reposar hecha un ovillo entre sus raíces. Quizá mañana sea yo quien deba dar sombra y cobijo.

lunes, 28 de julio de 2008

[Música] Ofrenda

Pedro Guerra es un cantautor canario de bastante éxito. Empezó tocando en el proyecto Taller Canario de Canción, con letras, ritmos e instrumentos, muy apegados a su tierra. Posteriormente ha llegado a ser un artista con miras mucho más amplias que toca todo tipo de temas, algunos bastante polémicos.

Esta canción, que da título a uno de sus discos, está plagada de referencias de sabor pagano. Cuenta el autor que la idea para componerla se la dieron los altares del día de muertos en Oaxaca (México), y que es "una ofrenda para regresar lo que se ha ido".



OFRENDA

Lleno un cazo de agua
y lo dejo en la puerta
para que vuelvas.

Trigo y aceitunas,
miel y hierbabuena,
para que vuelvas

Abro la ventana,
lleno la despensa,
para que vuelvas

Un calor del nido,
infusión de menta,
para que vuelvas

Beberás, mojaras tus labios
después de tanto andar.
Hablaras, contarás lo andado
y después descansarás

Diez racimos de uvas
y un frescor de fresas
para que vuelvas

Un humo de incienso
y una luz de vela
para que vuelvas

Beberás, mojaras tus labios
después de tanto andar.
Hablaras, contarás lo andado
y después descansarás.

Agua, tierra, fuego y aire.
Todo lo que esperas
del amor y de la vida.
Te daré mi ofrenda
para que vuelvas.


Letra y música: Pedro M. Guerra

viernes, 25 de julio de 2008

[En otras palabras] Me alumbrará el sol a medianoche

Es tiempo de sentir el sol en la piel, de disfrutar de la vida, de zambullirse en el mar de un salto, de compartir con los amigos los frutos de la cosecha. Es tiempo de fuego, de alegría y de reencuentros, de risas y de cantos. Es tiempo de verano, disfrutémoslo.

ME ALUMBRARÁ EL SOL A MEDIANOCHE

Me alumbrará el sol a medianoche
En el suave sueño que el corazón vive
Y alzaré la copa de los días festivos
Cantando de nuevo los caminos en calma;

Sonreiré ante los amargos desiertos
Construyendo sencillos y amables rostros,
Lanzando cosas pequeñas infinitos regalos,
Grandes misterios escuchando la voz de los bienaventurados;

Volverán las historias silenciosas
A gritar las sagradas palabras de alegría,
A llorar en la cascada de rosas blancas
Las imágenes de soledad bailando los encuentros;

Amaré persiguiendo la dicha con sus colores
En el reino de los tesoros compartidos
De los amigos de los ensueños y las realidades
Desenterrando raíces de cualidades y valores.

Ricardo Serna G.

miércoles, 23 de julio de 2008

Lo olvidado

No sabemos cómo rezaban los antiguos, no podemos penetrar en la intimidad de su vida religiosa, y por ello nos resultarán desconocidas determinadas profundidades del alma antigua. Si un feliz azar nos devolviese algún libro sagrado de finales del paganismo, las revelaciones que nos aportaría asombrarían al mundo. Veríamos desarrollarse bajo nuestros ojos estos misteriosos dramas, cuyos actos simbólicos conmemoraban la pasión de los dioses, podríamos compartir con los fieles sus sufrimientos, lamentarnos por su muerte y participar en las alegrías de su retorno a la vida. Se hallarían mezclados en estas vastas recopilaciones ritos arcaicos que perpetuaban oscuramente el recuerdo de creencias en desuso y fórmulas tradicionales, concebidas en una lengua envejecida y que apenas se comprendía, junto con las ingenuas oraciones imaginadas por la fe de los primeros tiempos, santificadas por la devoción de los pasados siglos y como ennoblecidas por todas las alegrías y las penas de las pasadas generaciones. Se podría leer a la vez estos himnos en los que la reflexión filosófica se traducía en suntuosas alegorías o se humillaba ante la omnipotencia de lo infinito, poemas de los que sólo determinadas efusiones de los estoicos, que celebraban el fuego creador y destructor, o se entregaban plenamente a la divina Fatalidad, pueden darnos hoy en día alguna idea.

Pero todo esto ha desaparecido y también hemos perdido la posibilidad de estudiar de acuerdo con los documentos auténticos el desarrollo interno de los cultos paganos.

Las religiones orientales y el paganismo romano, Franz Cummont

Nos llamamos a nosotros mismos paganos, porque eso es lo más parecido a lo que sentimos que somos. Nos llamamos a nosotros mismos paganos porque esa palabra conecta con algo profundo en nuestro interior. Nos llamamos a nosotros mismos paganos por contraposición a las religiones que hace siglos llamaron así a quienes no creían lo que ellos. Nos llamamos a nosotros mismos paganos por miles de razones, tantas como las personas que nos encuadramos bajo esa palabra, pero muchas veces no sabemos qué es lo que queremos decir realmente al darnos ese nombre.

Ser pagano es más que una palabra, es un camino... aunque sea una senda medio oculta en la maleza, donde es más sencillo perderse que avanzar.
Tenemos que aprender a asumir que del paganismo antiguo se ha olvidado más de lo que entre todos conseguimos recordar o reconstruir. Y tenemos que aprender a asumir que eso no nos hace menos paganos, sólo paganos actuales.

lunes, 21 de julio de 2008

Mucho más complicado de lo que parece

Ayer topé con un texto que escribí hace casi diez años. Y me sorprendí al ver que cada palabra sigue siéndome válida hoy, aquí, a años-luz de aquel momento y aquellas circunstancias. Las cosas cambian, mucho más de lo que cualquiera podría prever. Pero los cimientos permanecen para permitirnos construir.

Hablábamos de lo complicada que es la vida. De lo increíblemente complicada que puede llegar a ser. No mi vida, ni la tuya. La vida, en general. La vida de todos, entremezclada, como un dibujo de complejidad infinita con la firma de Escher al pie. Un dibujo con las dimensiones y las proporciones tan torcidas y enredadas que no puede tener referente en la realidad. Y que es la realidad.

Podemos escondernos, refugiarnos en el trocito de vida que nos toca, en el que las cosas parecen más o menos normales, aunque a veces aparezca algo fuera de sitio sin saber por qué, y hacernos la ilusión de que las cosas son perfectamente lógicas, que pueden entenderse por criterios racionales, y que, si nos esforzamos un poco, podemos controlarlas, al menos a grandes rasgos.

Hasta que ocurre algo que le da la vuelta a todo, empezando por uno mismo. Algo que nos hace comprender que a todos nos unen hilos, que nos enganchan unos a otros, y que no se puede tocar uno de ellos sin que los demás se muevan. Una sola causa, una mínima acción, puede tener consecuencias en todas direcciones, que a su vez producen consecuencias que rebotan, que forman perturbaciones más allá de nuestro alcance, mucho más allá, que incluso puede que, en uno de esos rebotes que siguen formándose interminablemente, nos golpee de nuevo. Carambolas y contracarambolas.

Uno no suele pararse a pensar en la complejidad de la vida. ¿A quién le incumbe lo que yo pueda hacer? Es asunto mío, quizá de las personas que se ven directamente involucradas, pero de nadie más. Sólo que lo que yo hago te mueve a tí una centésima de milímetro, y ese movimiento tuyo lo mueve a él otra centésima de milímetro más allá... y en el otro extremo de esta trama que es la vida, alguien se encuentra de repente desplazado varios metros, sin suelo bajo sus pies. Y cae.

Tampoco podemos quedarnos quietos. Pero, ya que cualquier movimiento va a multiplicarse por un número elevado a uno seguido de infinitos ceros, por lo menos podemos procurar que ese movimiento sea lo más acertado posible. Así puede que consigamos movernos en la dirección correcta. Porque las buenas consecuencias se multiplicarán exactamente de la misma manera que las malas. No hay nadie controlando los hilos de esta red. Nadie sabe a dónde podemos llegar.

viernes, 18 de julio de 2008

[En otras palabras] El buen momento

Hay cosas que no se olvidan, por poco que hayan durado. Hay cosas cuyo mero recuerdo te puede hacer despertar.

EL BUEN MOMENTO

Aquel momento que flota
nos toca con su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo
nuestro universo.

Y no es posible librarse
de su recuerdo.

José Hierro

miércoles, 16 de julio de 2008

El valor de los gestos

Son muchas las personas que conozco que se esfuerzan en aportar cosas a los demás. Los motivos son muy variados, desde un interés general en hacer que la gente se sienta cómoda a un cariño particular por esas personas, el deseo de quedar bien, ser correspondido, o incluso, despertar el interés personal de alguien específico.

A veces, incluso, esos gestos llegan a convertirse en pequeñas incomodidades que sobrellevan con gusto, por hacer un favor, o echar una mano: horas sin dormir, planes cancelados, compañías no deseadas...
Y, con cierta frecuencia, no reciben más a cambio que un "gracias" de compromiso y la oportunidad de volverlo a hacer en un futuro.

En cambio, hay otras ocasiones en que lo que ofreces ni siquiera te cuesta esfuerzo, quizá ni te das cuenta de que lo das, pero para alguna persona es un regalo inestimable. 

No siempre el valor de un gesto depende de lo que uno cree haber aportado, ni de lo que espera o deja de esperar a cambio. Quien da no sólo debe apreciar lo que entrega, sino también saber a quién lo entrega. A veces el valor de lo ofrecido depende más del receptor que de uno mismo.

lunes, 14 de julio de 2008

[Mitología] Asura y Deva

Las religiones evolucionan, cambian. Son parte de la vida de los hombres, y no son ajenas a ella, adaptándose a las nuevas formas de pensar y de sentir según éstas van surgiendo. Podemos reconstruir a veces parte de un tronco común a partir del cual emergieron creencias, inicialmente similares, que se fueron distanciando con el tiempo, según iba cambiando la sociedad y la forma de ver el mundo de sus seguidores.
Los dioses se convierten en demonios, los demonios en dioses. Y acaban originándose prejuicios, insultos y muertes, por algo que simplemente son dos formas de mirar la misma cosa.

Un perfecto ejemplo de esto lo tenemos en el siguiente texto, en el que se habla de la concepción divergente de las figuras divinas de los asura y los deva en dos zonas tan próximas como son las de los actuales India e Irán. Las semejanzas son tan asombrosas como las diferencias:

Asura y Deva

La más célebre de estas contradicciones es la que se refiere a los asura. Originariamente esta palabra significaba «potente, fuerte» (de asu «fuerza vital, soplo de vida»), pero estaba reservada, desde antes del Veda, a un uso religioso. En la época de la redacción de los himnos era ya arcaica y su etimología se había olvidado, lo que hizo que se la tuviese por un nombre propio que designaba una «casta» divina. Al menos la RgVeda-Samhitā y el Avesta coinciden en dar el título de asura a los dioses de majestad: Varuna en la India, Mazdā en el Irán, con la diferencia de que en mazdeísmo, como su nombre indica, sólo se conocía un único asura (Ahura, en avéstico), mientras que los himnos invocan a la vez con este nombre a Mitra, Agni, Dyaus Pitar, Usas, Rudra, los Āditya.

Ahora bien, los brāhmana consideran a los asura como enemigos de los dioses (deva, la palabra significa «celeste, diurno») o, por lo menos, como rivales suyos. Muchas leyendas relatadas para justificar aspectos concretos del ritual, narran cómo los dioses vencieron a los asura y aseguraron su supremacía en el conjunto del universo. En los últimos tiempos de la religión védica, y en el hinduísmo que le sucedió, los asura se consideran auténticos demonios (bajo el aspecto de «potencias de las tinieblas») y se agradece a los dioses el que hayan librado de ellos a la tierra. Es de destacar que la RgVeda-Samhitā saluda ya a Indra como «matador de asura» (himno 6, 22, estrofa 4).

Paralelamente, pero a la inversa, la tradición irania considera a los deva (daeva en avéstico) como demonios y hace de Ahura el nombre supremo de la divinidad (Ahura Mazdā, «el Señor sabio»).
Hay, pues, que admitir una primera escisión en el panteón védico: la que divide a los personajes divinos en deva y asura. Con la condición, por supuesto, de tener presente que la religión del Veda está dedicada, al culto de los deva; los asura no se admiten en la alabanza litúrgica más que en la medida en que son tratados como deva (de una especie particular) por los poetas. A Varuna, el Asura por excelencia, constantemente se le llama Deva (véase, por ejemplo, la primera estrofa del primer himno de la RgVeda-Samhitā dedicada a Varuna: I, 25, i). Con más motivo ocurre esto mis también con Agni, Usas, los Āditya, etc. Hay incluso un pequeño número de himnos dedicados simultáneamente a Indra (jefe de los deva) y a Varuna.

Fuente:


Las religiones antiguas (Vol. II) Bajo la dirección de Henri-Charles Puech. Ed. Siglo XXI
Cap. V: La religión védica: 2. La mitología. Autor: Jean Varenne.

viernes, 11 de julio de 2008

[En otras palabras] Las Causas

Porque, aunque no lo sepamos, o aunque queramos negarlo, no somos sólo lo que creemos ser, sino también todas y cada una de las circunstancias y los azares que nos han traído hasta aquí.

LAS CAUSAS

Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.

Jorge Luis Borges

lunes, 7 de julio de 2008

Procrastinando

Procrastinar.
(Del lat. procrastinare).

1. tr. Diferir, aplazar.


¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué insistimos en dejar para mañana, y el otro, y el mes que viene, intentar conseguir lo que queremos, atrevernos a hacer las cosas?
¿A qué tenemos miedo? ¿A que lo que ocurra no sea como esperamos? ¿a que la respuesta sea la que no queremos oir? ¿a que la realidad no iguale a nuestros sueños?
Mientras más lo aplacemos, más elaborados serán esos sueños, pero no por eso serán más corpóreos. Y más difícil será que la realidad esté a su altura.

Quizá haya llegado la hora de dar el paso, de mirar las cosas frente a frente.
¿Y qué si no ocurre lo que deseamos? Que algo sea diferente a lo que querríamos no quiere decir que no pueda ser maravilloso. Quizá lo que nos haga falta sea justamente lo que no esperábamos.

viernes, 4 de julio de 2008

[En otras palabras] Razón

A veces, para apreciar algo en su justa medida, primero tenemos que creer que es imposible... hasta que lo encontramos un día a nuestro alcance, como un regalo precioso de la vida.

RAZÓN

Tal vez porque cantamos embriagados la vida
crees que fue con nosotros lo que tú llamas buena.
Puedes aproximarte, puedes tocar la herida
de amargura y de sangre hasta los bordes llena.

Ganamos la alegría bajo un cielo sombrío,
mientras el desaliento nos prendía en sus redes.
Hemos tenido sueño, hemos tenido frío,
hemos estado solos entre cuatro paredes.

Vivimos... Llena el alma la hermosura más plena.
En países de nieblas también nacen flores.
Después de la amargura y después de la pena
es cuando da la vida sus más bellos colores.

José Hierro

miércoles, 2 de julio de 2008

Lecciones inesperadas (II)

La vida, la realidad, es un prima multicolor con miles de facetas.
Cada cual lo miramos desde nuestros ojos, y lo describimos con nuestras palabras, desde nuestros pensamientos y creencias. Debatimos, nos enrabietamos, gritamos, peleamos, matamos por nuestra opinión, creyéndola verdad absoluta, tratando de que los demás vean las cosas de la misma manera que nosotros.
Olvidamos que, en última instancia, todo forma parte de lo mismo. Olvidamos que las visiones de otros pueden enriquecer las nuestras, enseñarnos a mirar.

Pero a veces aparece alguien y te lo recuerda, y te deja ver desde sus ojos, y te dice cosas como éstas:

"...La Virgen estaba al otro lado del atril. ¡Qué bella era! Como de catorce o quince años, con el pelo rubio, tan bonito, en ondas. Vestía una túnica blanca resplandeciente, y tenía los ojos azules, brillantes. Qué bella era su sonrisa..."

"...El sol se estaba poniendo, y las nubes se fueron juntando, y se me apareció la Virgen. Como una reina, con una corona de oro como unos 25 centímetros por encima de su cabeza, vestida con un manto de armiño. Estaba allí sobre el sol, como una gran reina, y sus ojos eran dulces..."

"...Vi a una mujer, severa y exigente. Cuando se lo conté al sacerdote me dijo que sería la Virgen, pero yo no lo sé, porque la Virgen siempre es muy dulce, y ésta era una mujer exigente, poderosa. Era como una guardiana en la puerta. Me dio un mono blanco para que me lo pusiera, que me cubría entera, incluso los zapatos, sólo me asomaba el óvalo de la cara, y me hizo pasar y me enseñó el Purgatorio, tan frío, lleno de niebla. Era hermosa, pero seca y exigente. Como una guardiana, sí..."

Y te abre una puerta, y te hace pensar:
Todo es uno y lo mismo, no es más correcta su visión que la mía... ¿quién sabe lo que verá un tercero?