lunes, 28 de abril de 2008

[Técnicas] Exploración manual consciente

Las manos son una parte importantísima de nuestro cuerpo a la hora de relacionarnos con el mundo. Palpamos, acariciamos, apretamos, gesticulamos y trabajamos con ellas. Pero no solemos prestarles atención. Cuando por algún motivo nos hacemos una herida en cualquier parte de una mano, de repente sentimos cada roce, y nos damos cuenta de que casi cualquier tarea requiere usar esa parte de nuestra piel, que incluso los gestos automáticos emplean muchas más zonas de la mano de lo que creíamos. Vamos a tratar de ser conscientes de nuestras propias manos.

Párate a mirar una de tus manos. Examina su dorso: la forma de tu mano, las arrugas, lunares o cicatrices, la misma textura de la piel. Mírala bien de cerca, observa los diminutos poros de tu piel. Mira las uñas, su color y su forma, las cutículas, el punto en el que la uña brota de la piel, cómo varía su curvatura desde esa base hasta la punta. Dobla los dedos, uno por uno, observa cómo los tendones se tensan bajo la piel, cómo las articulaciones trabajan.

Ahora da la vuelta a la mano y examina la palma. Mira bien cada línea, no sólo las más profundas y llamativas, sino también las diminutas y superficiales. Dobla la mano, muévela, y mira cómo las líneas se convierten en dobleces. Mírate la yema de los dedos, el patrón único de tus huellas digitales.

Mueve los dedos, haz gestos con ellos: estíralos, dóblalos, acércalos, aléjalos, crúzalos… cierra el puño y ábrelo, mira bien los movimientos de tu mano, apretada y abierta, cómo los nudillos y los tendones cambian de apariencia según estén tensos o relajados.

Cuando hayas observado cada centímetro de tu mano, tócala con la otra. Palpa cada rincón, primero con los ojos abiertos, y luego con los ojos cerrados. Apriétala, frótala, tira de los dedos, pellízcala incluso. Siente la dureza de los huesos, la flexibilidad de las articulaciones, la carnosidad de los abultamientos… Explórala por completo.

Luego repite el procedimiento con la otra mano, y, cuando hayas terminado, tómate un momento para pensar en las muchas ventajas que te reportan tus manos, lo útiles que son, su precisión, su fuerza y su belleza. Piensa en que poder usar las manos es parte de lo que hizo que se desarrollara la especie humana hasta ser como es hoy. Luego piensa en todas las cosas que se te ocurran que puedes hacer con ellas, haz una lista mental lo más larga que puedas de lo que puedes aportar al mundo a través de tus manos.

Por último, entrelaza los dedos y junta fuertemente las manos, apriétalas, siente la tensión, y luego suéltalas y agítalas para disiparla.

Repite el ejercicio cuantas veces quieras, pero que no se convierta en algo automático, sino siempre centrado en lo que haces y lo que sientes.

Solemos emplear las manos para realizar la gran mayoría de los gestos simbólicos. Tratar de ser plenamente conscientes de nuestras propias manos nos prepara para sentir y manejar la energía a través de ellas de manera más eficaz.

viernes, 25 de abril de 2008

[En otras palabras] Alameda

Porque ayer me paré un momento a mirar una sola hoja de álamo, temblando ante la más leve brisa, y, sin esperarlo, sentí el corazón temblar con ella.

ALAMEDA

El sol entre los follajes
y el viento por todas partes
llama vegetal te esculpen,
si verde bajo los oros
entre verdores dorada.
Construida de reflejos:
luz labrada por las sombras,
sombra deshecha en la luz.


Octavio Paz

lunes, 21 de abril de 2008

Saltando vallas

A decir verdad, son pocos los que no superan estas pruebas. Porque, en definitiva, se trata precisamente de eso, de ponerlos a prueba, no de someterlos a un examen. Y a cada uno se le colocará la vara a la altura precisa que sea capaz de saltar, aunque para hacerlo requiera del máximo esfuerzo y se deje jirones de piel ensangrentada en la tupida malla de alambre de espino.

Serguéi Lukyanenko,
Guardianes de la Noche (Nochnoi Dozor)


No hacen falta misteriosas organizaciones sobrenaturales para ponernos a prueba. La vida lo hace una y otra vez.

Algunas vallas optamos por no saltarlas, otras las salvamos grácilmente, creyendo que no es para tanto, otras las enfrentamos a la carrera y gritando para no pensar en lo que nos costará lograrlo, otras las miramos durante días, meses, años, hasta que la atracción del otro lado se hace tan intensa que no podemos hacer otra cosa que cruzar.

De algunas de las vallas que hemos superado, de las pruebas que hemos pasado, ya ni nos acordamos. Otras, jamás podremos olvidarlas, porque en ellas dejamos esfuerzo, miedo, y retazos enganchados de lo que fuimos. Pero cuando has saltado, cuando has pasado la prueba, cuando has cruzado la puerta, ya no puedes volver atrás.

viernes, 18 de abril de 2008

[En otras palabras] Tranquilidad

Sin que uno lo espere, a veces las cosas se precipitan, llegan, crecen y rompen como las olas. Y queda todo en suspenso un segundo, un día, una semana... da igual cuánto, es sólo un tiempo sereno que te deja una sonrisa en los labios y el corazón en paz.

TRANQUILIDAD

Es de noche
en la habitación inhabitable
de este hotel.

Enfrente
el mar centrifuga en la playa;
el viento llama
rítmicamente
golpeando la puerta
contra el pestillo.

La Naturaleza advierte
de su persistencia
aquí solo,
a oscuras
y la compañía es buena
sabiendo que el mundo
está todavía por hacer.

Tomás Díaz Cuadrado

miércoles, 16 de abril de 2008

[Libros] Vita Brevis




Título: Vita Brevis

Autor: Jostein Gaarder

Tema: Filosofía y religión

Editorial: Siruela

Páginas: 130





Vita Brevis comienza con la clásica ficción literaria del manuscrito encontrado. Jostein Gaarder nos habla de un supuesto Codex Floriae, escrito en latín, que se trataría, nada más y nada menos, que de una copia de la carta escrita a San Agustín de Hipona por Floria, la que fue su concubina, tras leer sus célebres Confesiones. Una vez explicado esto, el punto de vista del autor sólo aparece en las notas al pie, y es la voz de Floria la que dialoga y recuerda, reprendiendo al Agustín de su juventud.

El libro es muy cortito. No sólo tiene pocas páginas, sino que la letra y el espaciado son enormes. Es muy cómodo de leer, y engancha bastante, aunque al final resulta un poco repetitivo, ya que el autor remarca los conceptos clave varias veces.

Floria reprocha en su carta a su antiguo amante el que haya abandonado el mundo y hable de las cosas bellas como si fuesen odiosas para el alma. Le insiste en que no es posible amar a Dios, creer que es bueno, y repudiar al mismo tiempo el mundo que él ha creado. Que la vida es breve, y debemos aprovechar nuestro tiempo para disfrutar de todo lo que ésta puede ofrecernos: la comida, las flores, el amor…

También habla del papel que San Agustín otorga a la castidad, al matrimonio y a las mujeres, de cómo ha evolucionado su visión de esas cosas según cambiaban sus ideas religiosas, y defiende el papel de la mujer en la filosofía pagana frente al que le correspondía en la teología cristiana.

En general, aunque no es la mejor obra de Gaarder, es un libro muy interesante, fácil de leer, y que puede aportarnos muchas ideas sobre el dualismo filosófico y religioso. Dice mucho en apenas unas pinceladas, y es especialmente sugestivo para quienes conozcan la vida y/o la obra de San Agustín.

lunes, 14 de abril de 2008

[Música] Escaramujo

Quizá porque me interesan más las preguntas que las respuestas, o porque la curiosidad me parece más una virtud que un defecto, esta canción de Silvio Rodríguez siempre me ha encantado. Ojalá conservásemos siempre la capacidad de maravillarnos ante lo fascinante que es el mundo que nos rodea, contener el aliento ante la belleza de la naturaleza y ansiar conocer de cerca lo que nos diferencia de los demás y lo que nos hace iguales. Ojalá nuestra pupila no dejara de asombrarse, y nuestras preguntas fuesen siempre nuevas, como las de los niños.




¿Por qué la tierra es mi casa?
¿Por qué la noche es oscura?
¿Por qué la luna es blancura
que engorda como adelgaza?
¿Por qué una estrella se enlaza
con otra, como un dibujo?
Y ¿por qué el escaramujo
es de la rosa y el mar?
Yo vivo de preguntar:
saber no puede ser lujo.

El agua hirviente en puchero
suelta un ánima que sube
a disolverse en la nube
que luego será aguacero.
Niño soy tan preguntero,
tan comilón del acervo,
que marchito si le pierdo
una contesta a mi pecho.
Si saber no es un derecho,
seguro será un izquierdo.

Yo vine para preguntar,
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.

Soy aria, endecha, tonada,
soy Mahoma, soy Lao-Tsé,
soy Jesucristo y Yahvéh,
soy la Serpiente Emplumada,
soy la pupila asombrada
que descubre como apunta,
soy todo lo que se junta
para vivir y soñar.
Soy el destino del mar:
soy un niño que pregunta.

Yo vine para preguntar,
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.


Letra y Música: Silvio Rodríguez

viernes, 11 de abril de 2008

[En otras palabras] Como tú...

Otra mirada a las pequeñas cosas, a esas cosas que parecen insignificantes y encierran, sin embargo, más de lo que podríamos llegar a imaginar.

COMO TÚ...

Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...

León Felipe

miércoles, 9 de abril de 2008

El camino más corto...

El camino más corto para encontrarse uno a sí mismo da la vuelta al mundo.

Hermann Keyserling, Diario de viaje de un filósofo, 1918.


Y, sin embargo, creo que para dar la vuelta al mundo a veces no hace falta moverse de casa. Sí es necesario, en cambio, que sea la mente la que viaje, la que vaya hasta el límite, trascendiendo todas las barreras. Y luego regrese, habiendo dejado algo atrás, y con algo nuevo aprendido, algo ajeno que se ha vuelto propio.

lunes, 7 de abril de 2008

Desear y necesitar

Muchas veces, lo que uno quiere no es exactamente lo que uno necesita. De hecho, aunque cueste reconocerlo, hay ocasiones en las que lo que deseamos y lo que necesitamos son cosas totalmente opuestas.

La sociedad en la que crecimos nos ha enseñado que merecemos todo, que la vida debería ser un camino de rosas sin espinas, la vejez tiene que retrasarse a cualquier precio, y la muerte llegar lo más tarde y asépticamente posible. Y a patalear y quejarnos cuando descubrimos que las cosas no son así.

Nunca nos dicen que el dolor a veces es simplemente un accidente que nadie puede prever, y a veces es un precio que tenemos que pagar. Nunca nos dicen que los auténticos vínculos se forjan aprendiendo a conocer y a convivir, o aparecen cuando ya has tenido tiempo de sobra para saber vivir sin ellos. Nunca nos dicen que por buenas que sean nuestra intenciones, por ilusión que pongamos al construir algo, no podremos evitar que se derrumbe estrepitosamente si lo hemos levantado sobre cimientos inadecuados.

Sabemos lo que deseamos y nos enfadamos cuando no podemos conseguirlo, como niños caprichosos berreando cuando mamá no les compra una golosina. Pero casi nunca sabemos lo que realmente queremos, ni mucho menos lo que necesitamos.

Quizá porque si fuésemos conscientes de ello, nos daríamos cuenta de que conseguirlo es un proceso que requiere esfuerzo, tiempo, y que puede que también nos haga sufrir. Y quizá nos daríamos cuenta de que todo eso, al final, vale la pena.

viernes, 4 de abril de 2008

[En otras palabras] Hoja seca

Quizá me haya llegado la hora de seguir el rumbo que marca el viento...

HOJA SECA

A mis pies la hoja seca viene y va
con el viento;
hace tiempo que la miro,
hecho un hilo, de fino, el pensamiento...

Es una sola hoja pequeñita,
la misma que antes vino
junto a mi pie y se fue y volvió temblando...

¿Me enseñará un camino?

Dulce María Loynaz de Castillo

miércoles, 2 de abril de 2008

Saber leer

Leer es más que mirar las palabras escritas mientras piensas en otra cosa. Requiere atención, cierta dosis de paciencia, y, en muchos casos, pausas para reflexionar un momento lo que acabas de descifrar, lo que acabas de descubrir.

Los textos son como laberintos de espejos que nos muestran en cada instante mil facetas diferentes de nosotros mismos. Cada uno tiene la capacidad de reflejar y resonar con algo de nuestro interior en algún momento. Pero para eso debemos abrirnos, dejar que las palabras penetren en nosotros. Leer buscando siempre la misma respuesta, sabiendo de antemano lo que queremos entender, es negarnos la experiencia de descubrirnos mundos nuevos y particularidades nuevas.

Si sabemos leer, un mismo libro, incluso un mismo poema o texto que sólo ocupe unas líneas, puede enseñarnos cosas nuevas durante toda nuestra vida, aunque lo leamos mil veces. Si no sabemos leer, la Biblioteca de Alejandría no será para nosotros más que un almacén polvoriento. Si no sabemos leer, toda Internet no será más que una pared que nos devuelva el eco de lo que le enviamos.