miércoles, 17 de noviembre de 2010

No eres el centro

...esa pequeña lección que a veces la vida enseña a palos: que no eres el único que observa el mundo. Que la otra gente es gente; mientras los miras, ellos te miran a tí, y piensan en tí mientras tú piensas en ellos. Que tú no eres el centro del mundo.

Terry Pratchett, Regimiento Monstruoso

Todas y cada una de las personas del mundo, de los miles de millones de personas vivas que hay sobre el planeta, son el centro de su propio universo, protagonistas de su propia historia. En las vidas de los demás, sólo somos secundarios, o incluso extras sin texto.
¿Por qué no tratamos, para variar, de entrar en el mundo de los demás en lugar de hacerles encajar en el nuestro?

viernes, 12 de noviembre de 2010

[En otras palabras] Con la simple palabra

A veces las palabras son lo único que queda, pero, con ellas, se puede reconstruir el mundo entero.

CON LA SIMPLE PALABRA

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.

Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás.

José Ángel Buesa

lunes, 8 de noviembre de 2010

Forjándonos

Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo. Te coloqué en medio del mundo para que pudieras contemplar mejor lo que el mundo contiene. No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma.

Giovanni Pico della Mirandola,
Oratio de hominis dignitate

Las circunstancias y acontecimientos que nos han tocado vivir pueden ayudarnos o limitarnos, los caminos y las puertas que logremos encontrar son los únicos que podemos seguir. Pero depende de nosotros cómo afrontar las circunstancias, y cómo andar el camino.

Las elecciones que hagamos, y sobre todo los motivos por los que las tomemos, serán lo que nos convierta, poco a poco, en lo que somos. Y, en un proceso que nunca termina, iremos construyéndonos a nosotros mismos, levantando sobre nuestra herencia nuestra personalidad. A veces las estructuras se derrumbarán, pero si nos esforzamos en entender la causa, alzaremos otras más firmes. Los límites y las barreras siempre existirán, pero aprenderemos cuáles pueden saltarse, y cómo, y cuáles debemos respetar, y por qué.

Somos libres para decidir lo que queremos ser, y libres para elegir cómo llegar a serlo. Entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte, tenemos todo el espacio para crearnos a nosotros mismos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Movimiento uniformemente acelerado

Todo a nuestro alrededor nos presiona tanto, y tan constantemente, para que vayamos más deprisa, cada vez más deprisa, que a veces, por más que nos movamos hacia adelante, nos parece que estamos bloqueados.
No nos dejemos convencer por el ritmo de aceleración constante que nos imponen: si seguimos nuestra propia senda, bien podemos exigir que nada nos impida recorrerla a nuestra propia velocidad, ni variarla según el momento en que nos encontremos. A veces necesitaremos, o querremos, ir más deprisa, a veces aminoraremos la marcha para ver mejor dónde pisamos.

Que no nos convenzan de lo contrario, por más que nos empujen a acelerar y acelerar.
Bajar el ritmo no es detenerse, y tropezarse no es caer.