miércoles, 15 de julio de 2009

Invocar sin saber

Hace ya tiempo, escribí sobre lo contraproducente que es hablar de los Dioses sin conocerlos realmente. Lo que en ese momento pasé un poco por alto es que puede resultar, además, peligroso.

El paganismo no es únicamente una religión amable y luminosa. Tiene un lado oscuro, al igual que lo tiene la propia naturaleza. No existe el día sin la noche, ni la miel sin la abeja. El equilibrio ecológico requiere de la existencia de depredadores. La sangre, el dolor, la muerte, forman parte de la vida. Y a todas esas fuerzas "oscuras" rendimos también culto los paganos, porque rechazar lo feo y lo desagradable es rechazar también lo hermoso y lo placentero.

A lo largo de la historia, los seres humanos hemos conocido muy bien esas fuerzas. Nuestros antepasados de todas las etnias y culturas les dieron nombres, efigies, símbolos, y un lugar importante en sus panteones. Reconocían su poder, porque en muchos casos vivían a su merced, en épocas en las que el hambre, las enfermedades o la muerte violenta estaban siempre presentes, siempre cercanas. Y esos Dioses, los representantes de la cara menos amable del mundo, fueron muy respetados, pero también temidos.

Actualmente, sin embargo, el hambre y la enfermedad son algo que les pasa a otros, la muerte violenta algo que queda lejos. Vivimos tratando de evitar todo lo que sea feo o doloroso, de mantenerlo mientras más distante mejor. Ocultando, si es preciso, la cabeza como los avestruces, y fingiendo que las cosas malas son algo que no existe, o que nunca podrían ocurrirnos a nosotros. Así que no encontramos lugar para los Dioses oscuros, y los convertimos en meras etiquetas a las que creemos que podemos ponerles el contenido que más nos plazca.

Por un lado, como todo lo que se banaliza, acabamos creyendo que sólo tiene valor si podemos ponerlo a nuestro servicio y usarlo para lo que nosotros queramos. Juntemos a eso la fascinación por "el poder", y la errónea idea de que aquello que es puede ser más dañino es más poderoso. Y obtendremos a ciertas personas que desean el favor de los Dioses oscuros para "tener poder", que no es más que otra forma de decir que necesitan llenar de cualquier manera una serie de carencias que ni siquiera reconocen tener.

Por otro lado, la negación de la realidad alcanza la categoría de dogma. ¿Para qué es necesario asumir que la vida tiene una parte desagradable si puedo ignorar su existencia? Basta con mantenerse en un mundo idealizado, donde todo es de color de rosa, y la Madre Naturaleza nos rodea con su amor, donde las serpientes no tienen colmillos, los cervatillos pastan libres, los lobos comen césped, y los Dioses oscuros son sólo unos incomprendidos que en el fondo resulta que están para repartir luz, magia buena y caramelos a aquellos que los invocan ofreciéndoles pastelillos y amistad porque los aman sinceramente.

Pero ninguna de estas posturas tienen en cuenta que cuando uno invoca el nombre de un Dios o una Diosa, está atrayendo esas energías, y no son las que uno crea que son ni las que se invente sobre la marcha, sino las que ancestralmente han sido reunidas bajo ese nombre.
Hades puede ser muchas cosas, pero no es amable. Loki puede ser muchas cosas, pero no es sincero. Seth puede ser muchas cosas, pero no es leal. Hécate puede ser muchas cosas, pero no es tierna, ni compasiva.
Si manejar dichas energías ya es complicado conociéndolas a fondo, hacerlo de manera ignorante y despreocupada puede resultar francamente arriesgado. Es, a todos los efectos, jugar con fuego.

No podemos permitirnos caer en una banalización tan absoluta de la espiritualidad pagana, instalarnos mentalmente en un mundo perfecto en el que todo está configurado a nuestro gusto. No podemos permitirnos creer que somos el centro del universo y que los Dioses existen para velar por nuestra comodidad. No podemos permitirnos pensar que el fuego no quema.

Olvidamos que la Naturaleza puede ser la Madre amante, pero también la Destructora, y que los edificios construidos sobre una falla están destinados a caer tarde o temprano.

4 comentarios:

Francis Ashwood dijo...

¡BRAVO! No se puede decir mejor ni más claro... Me encantó tremendamente :P

Anónimo dijo...

Una entrada magnífica. Ha quedado bien claro que el paganismo es más complejo de lo que aparenta, no una religión repleta de flores graciosas, árboles altos y vientos fecundos.

Personalmente, creo que los dioses no pueden dividirse en buenos y malos, si no que cada uno puede actuar de una u otra forma según sea el caso. La mismísima Gaia es así; siempre actuando con gran sabiduría, pero cruelmente cuando es necesario (un lobo tiene que derramar sangre para comer, quiera o no).

Sibila dijo...

Gracias... quería reflejar el hecho de que la Naturaleza puede ser cruel, y rechazar esa faceta de la vida, que es algo que se hace mucho en estos tiempos, es un exceso de ingenuidad... pero además, pretender manejar esas energías desde esa ingenuidad puede traer problemas.

Darkrosalina, es cierto que los Dioses no son buenos o malos en sí mismos, no existen "bondad" o "maldad" en la naturaleza, eso son conceptos humanos, pero precisamente los humanos hemos reunido esos conceptos bajo ciertos nombres a lo largo de la historia, y llamar a las entidades por esos nombres como si fueran amiguitos cariñosos es como hacerse a la mar en una tormenta creyendo que las olas te salvarán de ahogarte porque "amas mucho el agua". Sé que suena exagerado, pero he visto cosas similares. :P

Un saludo a ambos.

Anónimo dijo...

**llamar a las entidades por esos nombres como si fueran amiguitos cariñosos es como hacerse a la mar en una tormenta creyendo que las olas te salvarán de ahogarte porque "amas mucho el agua".**

Nadie podría decirlo mejor :D