Es importante recabar información, pero lo es aún más no aprenderla de memoria, sino estar dispuesto a contrastarla.
Hay que acudir siempre que sea posible a las fuentes originales. Esto es especialmente importante cuando se trata de información obtenida a través de internet. Cualquiera puede escribir un texto diciendo que hay importantes estudios que demuestran que los marcianos existen y son verdes a topos morados. Si no cita dichos estudios, ¿cómo sé que no se lo está inventando? y, aunque dichos estudios existiesen, tengo que leer los originales para descubrir que los autores están hablando, por ejemplo, de un cómic, en el cual los marcianos efectivamente existen y son verdes a topos morados. Igualmente, si hay un estudio que habla de esos marcianos, y luego cuando lo leo descubro que su autor o patrocinador es un fabricante de juguetes que vende muñequitos de marcianos verdes a topos morados, dudaré de que sea un estudio objetivo que no haya inventado ni malinterpretado datos para obtener esa conclusión.
Esto, que tan fácil es de ver cuando hablamos de marcianos de colores, parece que es imposible de afrontar cuando de trata de cosas como la historia o la ciencia. Evidentemente, son campos que están en constante desarrollo. Eso no significa que lo que sabíamos ayer sea radicalmente falso, sino que vamos conociendo más y más datos que nos permiten englobarlo en un campo mayor. Así se distingue a las ideas falsas: no evolucionan, no dan más pruebas ni datos que los que dieron por primera vez, y no permiten réplica. El camino a obtener un conocimiento verdadero de cómo fueron o son las cosas está sujeto a debate, surgen constantemente nuevas hipótesis que se someten a experimentación y, o se descartan, o se convierten en teorías establecidas, esperando que aparezcan nuevos datos que permitan refutarlas o consolidarlas.
Siempre hay que leer estudios, libros o artículos de varios autores sobre el mismo tema, y no creernos el que esté avalado por la autoridad o la fama de su autor, sino el que esté avalado por los datos y la metodología de investigación más seria. Y si ninguno parece tener datos suficientes a favor o en contra, no tener miedo de reconocer que aún no sabemos lo suficiente, y confiar en que algún día avancemos y obtengamos más datos.
La investigación, ya sea en física, en biología, en antropología, en historia o en cualquier campo, consiste en no dejar de avanzar, ir descubriendo nuevos detalles, no buscar aquellos que encajen en nuestra teoría, sino encontrar todas las posibilidades y ver si la idea que tenemos las contempla todas, y si no, replantear o cambiar nuestro planteamiento.
Cuando una idea no permite discusión, cuando la única respuesta que dan para apoyarla es repetir una y otra vez los mismos tópicos de base sea cual sea la crítica que se les plantea, y atacar a quien se atreve a ponerla en duda, ya no es una idea, se ha convertido en una creencia. Cuando un autor o sus seguidores niegan que exista la posibilidad de haberse equivocado, ya sea por orgullo, por avaricia o por pura estupidez, y se aferran a sus teorías a pesar de la evidencia en contra, convirtiendo su adhesión a ellas en una seña de identidad, ya no se trata de una idea, sino de una ideología.
Hay muchas ideas que se han demostrado falaces, pero que tienen aún grupos de seguidores que se aferran a ellas como una cuestión de fe. Me parece estupendo que tengan las creencias que se les antojen, las que sean más adecuadas para su forma de ser y de vivir, pero que no pretendan convencernos a los demás de que sus creencias son “la verdad” porque están “apoyadas en datos científicos”. Porque son ideas que se descartaron en su tiempo, porque las evidencias a favor que no han sido falsadas, es porque no son falsables.
Creed en ellas si os apetece, pero no habléis de datos que desconocéis, porque que en una página web o en un libro diga “Fulanito de Tal de la Universidad de Cual ha demostrado que esto es real”, no significa que Fulanito de Tal exista, de existir, que sepa algo del tema en lugar de inventárselo, de saber algo, que haya dicho eso, o, de haberlo dicho, que lo haya dicho en el sentido que ellos le adjudican.
lunes, 13 de agosto de 2007
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