La vida no es fácil. Tiene momentos maravillosos, pero también horribles. Si no fuese así, no podríamos apreciar las cosas que valen la pena.
No vale de nada dar la espalda a lo malo que tiene la vida, refugiarnos en un mundo ideal e irreal, cerrar los ojos a la evidencia y convencernos a nosotros mismos de que todo marcha como es debido.
Porque todos pasaremos por momentos oscuros, sufriremos decepciones y nos toparemos con gente que nos hará daño. Y si no somos capaces de afrontarlo, si nos negamos a ver las cosas y las personas como realmente son, si no aceptamos que nos hemos equivocado, que hemos tropezado, que nos hemos enredado en algo que nos está haciendo mal, nunca podremos superarlo. Nunca podremos salir del bache, y reconocer en el futuro otras circunstancias y personas similares para poder esquivarlas o combatirlas.
Para luchar por aquello que queremos, necesitamos en primer lugar saber qué es lo que no queremos, lo que no necesitamos en nuestras vidas. Abrir los ojos, aventar la niebla que nos ofusca la mente, romper en mil pedazos las telarañas que nos sujetan, poner los pies en la tierra, apretar los dientes, y plantar cara a nuestros miedos, a nuestras dudas, a nuestro dolor. Combatir en lugar de resignarnos. Cambiar las cosas. Y así, cuando hayamos dejado atrás lo que nos paralizaba, poder beneficiarnos de lo aprendido.
domingo, 29 de julio de 2007
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