La wicca es una religión. Además, es una religión que implica una cierta forma de vida. Esto quiere decir que, por regla general, los wiccanos son respetuosos con las creencias ajenas, están dispuestos a afrontar la responsabilidad de sus propios actos y las consecuencias que traen, cuidan la naturaleza (en grados que van desde el reciclaje casero al activismo ecologista), y ven la vida como una oportunidad de ser felices y no como un valle de lágrimas y pecado. Éstas son cosas que definen a un wiccano, aunque no sólo a ellos.
Lo que no define a un wiccano ni a un pagano son su forma de vestir, la música que escucha, su corte de pelo, el coche que tiene, ni la decoración de su casa.
Los wiccanos nos vestimos como queremos, escuchamos la música que más nos apetece en cada momento, trabajamos, estudiamos, y vivimos nuestras vidas como todo el mundo.
Entre los wiccanos hay madres de familia que viven en un piso céntrico, se ponen traje de chaqueta para trabajar y van en bata y zapatillas en casa, y escuchan boleros; hay jóvenes solteros viviendo en pisos compartidos, que trabajan en bares las noches de los fines de semana y al salir se van a bailar a una discoteca, que se visten a la última moda y escuchan música negra, house y rock; hay chicas de instituto que aún viven con sus padres, visten con la ropa que mamá considera decente, y escuchan la música que sale en Operación Triunfo; hay góticos que visten de negro y se pintan la cara, que escuchan heavy metal y se ponen pulseras y collares con pinchos; hay frikys que salen los domingos a jugar al rol, trabajan como informáticos en una gran empresa y pasan las noches conectados a internet escuchando bandas sonoras de películas y series; hay niñas pijas que viven en un ático mientras sacan su carrera pagada por papá, escuchan música pop y se visten con ropa de marca; hay hippies vestidos de colorines, que fuman porros, escuchan música chillout y recogen a todos los animales perdidos que encuentran…
Hay cualquier combinación de los tipos anteriores, y muchos más. Hay tantos tipos como wiccanos hay.
Lo que quiero decir es que vestirte de negro y llevar un pentáculo de veinte centímetros no te hace wiccano. Escuchar música gótica no te hace wiccano. Decir a todo el mundo “soy wiccano” no te hace wiccano.
Lo que te hace wiccano está dentro de ti, y es lo que crees, lo que sientes, y cómo vives tu religión.
Las apariencias no importan, a los dioses les da igual cómo vayas vestido, y si a tus amigos les parece imprescindible… bien, quizá no sean tan buenos amigos.
Las apariencias son irrelevantes para definir todo lo que realmente cuenta en esta vida.
Así que, si quieres jugar a ser guay, si lo que quieres es parecer misterioso e interesante, busca en otro lugar.
domingo, 20 de mayo de 2007
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