A menudo, nos enzarzamos en debates totalmente estériles. Dos o más personas hablan de un tema en el que están en desacuerdo, y, ya sea una discusión amistosa o los ánimos se vayan encendiendo, el caso es que nunca llegamos a una conclusión.
Pero el caso es que a veces, esas personas ni siquiera saben que su desacuerdo es banal. Que nunca podrán llegar a un punto de acuerdo, pero no porque sus posturas sean irreconciliables, sino porque, simplemente, hablan de cosas distintas.
Porque cada uno de nosotros tiene una especie de diccionario mental, en el que están registrados los significados de las palabras. Y no es algo tan simple como "perteneciente o relativo a...."
Cada palabra está asociada a muchas otras, a pensamientos, sentimientos y experiencias que la revisten de mil significados dependiendo del momento y del contexto. Y seguimos añadiendo nuevas asociaciones a esos significados, día a día, según vamos viviendo cosas nuevas o viéndolas de otra manera, interactuando con otras personas y conociendo su vocabulario y su forma de pensar.
Y si nos paramos a preguntar, muchas veces descubriremos que la gente con cuyas opiniones creíamos estar totalmente enfrentados sólo se diferencia de nosotros en que usamos diferentes palabras para designar las mismas cosas, o, por el contrario, las mismas palabras para designar cosas distintas.
Antes de ponernos a discutir, definamos los términos. Quizá descubramos que, después de todo, ya estábamos de acuerdo.
1 comentarios:
Cuánta verdad en esto que has escrito, cuántas discusiones estériles por no entender en realidad lo que nos estamos diciendo. Ya Sócrates se preocupaba por este problema hace tantos siglos, y es que es algo fundamental. La dificultad consiste, como bien dices, en que cada persona tiene sus propias vivencias y atribuye sus propios significados a las distintas palabras. Cada persona tiene sus propias cargas, perjuicios y su propio ego esclerosado que le impide ver la realidad con "ojos limpios". Definir los términos es algo muy importante, aunque pienso que, por lo anterior, es difícil hacerlo al 100%. Creo que tan importante como esto es volver al punto cero, a la mente que "no sabe" y por lo tanto está limpia y es capaz de ver y escuchar la realidad sin esta carga de juicios preconcebidos, y de esta manera es capaz de escuchar realmente lo que le dice la persona que tiene delante.
Nos encanta juzgar, tener la razón; el ego es el mayor obstáculo para poder entendernos. Si intentamos trascenderlo y comprender, con mente abierta, lo que nos quieren decir, tenemos una oportunidad de comunicarnos de verdad y aprender algo que no sabíamos o verlo desde otro ángulo distinto. Porque la Verdad nunca la podemos abarcar, y verla con los ojos de otra persona nos enriquece enormemente.