lunes, 10 de marzo de 2008

Nacidos una (y otra) vez

Los seres humanos tenemos la necesidad de incluirnos en grupos. No depende de nuestras costumbres, ni de nuestra cultura. Somos animales sociales, porque como tales hemos evolucionado, y necesitamos de un grupo, una manada, para elaborar una parte importante de nuestra identidad.
Cada persona es parte de una familia (te unan a ellos lazos de sangre, o tu propia elección), de una etnia, de una región… y de muchos otros grupos a los que hemos ingresado conscientemente a lo largo de nuestra vida, y cuyos valores hemos interiorizado, desde una pandilla de amigos hasta los seguidores de un equipo de fútbol, pasando por un colegio de profesionales, una empresa, una asociación cultural o un club de fans… o una religión.

Pero dentro de un grupo siempre hay personas muy diferentes entre sí (porque todas las personas somos diferentes, y cada cual tenemos nuestras prioridades), y lograr trabajar por un objetivo común puede ser muy complicado. Hay muchas maneras de lograr cohesión dentro de un grupo, como pueden ser marcar unas metas progresivas, realizar actividades para que los miembros se conozcan lo mejor posible, y hasta crear un liderazgo sólido e incontestable que controle la comunidad. Pero la más sencilla de todas, que no requiere ningún esfuerzo, y prácticamente se mantiene sola, es la comparación. ¿Cómo distinguirnos como miembros de un grupo? Resaltando lo que nos diferencia de aquellos que no son miembros. Separándonos de los de fuera. Categorizando.

Nosotros contra ellos. Tan simple, y tan viejo como el mundo. Los de mi tribu contra la tribu de al lado, los de mi dios contra el demonio de al lado, los de mi idea contra los equivocados de al lado.

Esto acaba convirtiéndose en un “complejo de superioridad” (no sólo somos diferentes a ellos, también somos “mejores”, ¿qué sentido tendría si no ser diferente?), que puede llevar al odio (y ha llevado a él, y a la esclavitud, la guerra y la matanza), pero también puede convertirse en una hipócrita compasión por todos los que no tienen la suerte de ser como nosotros, de estar en nuestro grupo. Todos los engañados, los tontos, los ignorantes, los pobrecitos inferiores, los que no se salvarán…

Puedo entenderlo en ciertas creencias, en aquellas que dividen la vida tras la muerte en recompensas y castigos. Puedo entender su afán proselitista, su interés, nacido de su incuestionable creencia en que los que no sean de los suyos sufrirán eternamente, en salvarnos aún a nuestro pesar.

Pero lo que no puedo entender es qué lleva a un pagano a justificarse mirando por encima del hombro a aquellos que no comparten sus creencias, y llamarlos “nacidos una vez”. ¿Quién eres tú para saber cuánto ha vivido otra persona? ¿Sabes acaso con toda seguridad si no eres tú mismo un recién nacido? ¿Con qué derecho te otorgas la potestad de tasar el valor de lo que a una persona le corresponde vivir, y enjuiciarle a partir de eso?

Es lamentable y odioso ver a gente dentro del paganismo considerándose la cúspide de la evolución espiritual, pretendiendo que los que no comparten sus creencias es porque no están preparados para ello, no lo merecen, no han “vivido” ni “aprendido”. Nosotros, los brujos, los paganos, los sabios, los poderosos… contra ellos, los equivocados, los ingenuos, los que no se han beneficiado de la mística sabiduría que nos ilumina y nos pone a otro nivel (por encima, por supuesto) que los de las “bajas vibraciones”... Los pobrecitos “nacidos una sola vez”.

Pensemos una cosa… si para encontrarnos cómodos siendo paganos necesitamos pensar que somos almas renacidas, y que los que no comparten nuestras creencias es porque son “nacidos una vez” que no han “aprendido” a lo largo de muchas vidas, alcanzando el nivel en el que nosotros estamos… ¿qué nos diferencia de los que creen que la suya es “la Única Religión Verdadera”? 

2 comentarios:

Noemi Risco Mateo dijo...

Los paganos que dicen eso caen en lo mismo que otras religiones. La verdad es que nunca lo había oído, qué curioso, pensaba que la wicca respetaba todas las religiones y no menospreciaba a ninguna. Al fin y al cabo todas tienen algo en común, creo que se dicen las mismas cosas de diferente manera (quitando los añadidos, claro).

En fin, debo de ser extraterrestre porque la mayoría de veces no me identifico con el ser humano.

Saludos,
Tanakil.

Sibila dijo...

Sí, en teoría dentro del paganismo se considera que todos los caminos espirituales son igual de buenos mientras sean adecuados para la persona que los sigue.
Pero ya sabes, en todas partes cuecen habas, y nunca falta el soberbio que dice "sí, todos los caminos son buenos, pero el mío más".

El concepto de "nacido una vez" está muy bien para las historias de ficción, donde da mucho juego, pero sólo eso. Utilizarlo en la vida real suena tan xenófobo que me da escalofríos. Nunca he conocido directamente a nadie que piense así, pero sí he leído la idea varias veces, y me resulta repugnante que alguien pueda pensar así y luego decir de boquilla que es tolerante y respeta a todo el mundo.

Pero bueno... gente así las hay en todas partes y en toda slas religiones. afortunadamente también en todas ellas hay gente abierta y sin prejuicios que realmente está dispuesta, no ya a tolerar, sino a aceptar a los demás sin hacer juicios de valor.