Hay temporadas en la vida (todos hemos tenido alguna) en las que, hagamos lo que hagamos, sin importar cuánto esfuerzo pongamos en el empeño, las cosas no terminan de encajar, y cuando, momentáneamente, parece que una luz nos alumbra, no es más que un destello que vuelve a perderse en la oscuridad.
Pero es justo entonces, cuando más difícil parece, cuando debemos sobreponernos. Buscar en las pequeñas cosas motivos para alegrarnos, no escondernos, no dejarnos llevar. Luchar por recorrer nuestro camino a nuestra manera, hacer de nuestra vida lo que deseamos que sea, y no aquello a lo que las circunstancias nos tratan de amoldar. Avanzar, tan deprisa o tan despacio como nuestras fuerzas nos lo permitan, pero sin pausa.
Y si, en algún momento, el peso de todo lo que llevas sobre los hombros amenaza con hundirte, y te detienes, que sea para tomar aliento, para tomar impulso. Para seguir adelante, siempre adelante.
lunes, 15 de octubre de 2007
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