En sus comienzos, la práctica de la wicca tenía un carácter totalmente grupal. Para ser wiccano gardneriano (y dado que Gardner fue quien le dio forma a la wicca como tal, en aquellos momentos era la única posibilidad) tenías que ser iniciado en un coven formal, según un rito determinado. Tu práctica religiosa quedaba ligada a ese coven, dado que los ritos que aparecen en el corpus gardneriano son todos grupales.
Posteriormente, y debido a la flexibilidad que le otorga la inexistencia de dogmas, el desarrollo, expansión y transformación de la wicca hizo que surgieran otras corrientes, y cuando empezó a darse a conocer, otra gente sintió una afinidad natural con eso que acababan de descubrir, y, llevados por el impulso de aprender más y dedicarse a los Dioses, comprendieron que no hay nada que impida a una persona por sí misma iniciar un camino espiritual, sin necesidad de que nadie le vaya marcando los pasos.
Estos dos modelos siguen vigentes en la actualidad. Hay wiccanos que han aprendido todo lo que saben en un coven o grupo de estudio, y los hay que nunca han podido o querido conocer a otros wiccanos. Y varias posiciones intermedias, todas igual de acertadas, desde aprender en solitario y unirse a un grupo cuando ya se tiene una formación sólida, hasta iniciarse en un coven y abandonarlo para comenzar un camino en solitario.
¿Qué sistema es mejor? Pues el que encaje mejor con cada persona. Lo que para uno puede ser una convivencia armónica y gratificante dentro de un grupo, para otro puede ser un suplicio porque las normas o el enfoque de los demás no coincidan con su forma de ver las cosas.
Lo que debemos tener claro es que no por estar en un grupo somos más wiccanos. Muchas veces, la gente se junta sin más, por razones de disponibilidad temporal o geográfica, con otras personas a las que nada les une. O, lo que es peor, cede su individualidad para entrar en un grupo, pasando a hacer todo como ya lo tenían estructurado, limitándose a estar ahí e imitar a los demás. ¿De qué sirve eso? En lugar de avanzar, te estás limitando.
Los grupos también deben evolucionar, y lo hacen a través de las aportaciones de cada uno de sus miembros. Cada uno de ellos otorga al total una perspectiva diferente, dinámica, que va configurando el desarrollo de todos.
Es preferible la práctica en solitario a unirse a un grupo que está estancado, haciendo las cosas siempre de la misma manera porque “siempre se ha hecho así”, a uno en el que no encaje tu forma de ser, o a uno sometido a un líder cuyas palabras nadie puede contradecir.
Cuando elijas un grupo, hazlo por lo que te puede aportar, y por lo que tú puedes aportarles a ellos, no para estar rodeado de gente.
No siempre “más” significa “mejor”.
jueves, 21 de junio de 2007
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2 comentarios:
Bueno querida Sibila. Me gustaría que te mojases un poco. En el artículo no queda claro cual es tu preferencia, es decir, tu prefieres trabajar en círculo o en solitario...
Bueno, lo que pretendía que quedase claro es que es una cuestión muy personal, y una persona puede optar, por una, por otra, o por una combinación de ambos, según sus apetencias, o sus posibilidades.
Por mi parte, mi camino en solitario fue duro, pero gratificante, y mi práctica con el coven ha sido y es una satisfacción y una experiencia maravillosa día a día. Pero no todo el mundo puede tener la suerte que tuve yo de coincidir con las personas adecuadas en el momento adecuado.
Antes que estar en un grupo que no me diese la confianza y la hermandad que tengo con mis compañeros, preferiría seguir practicando en solitario.