Los textos, sea cual sea su forma, no se escriben solos.
En serio… os juro que todos tienen un autor. Y, además, ¿sabéis que? todos tienen un autor humano, porque ni las plantas, ni los animales, ni los espíritus elementales, han aprendido a coger un bolígrafo o a teclear en un ordenador.
Incluso en las obras que surgen esos impulsos irrefrenables de inspiración que en ocasiones sienten las personas que tienen un don para escribir o pintar, al final el resultado depende de la habilidad, las emociones y los significados simbólicos que el autor pone en juego en ese momento específico.
¿Entonces por qué tomamos un texto, escrito por una persona, y lo tratamos como si fuera una Verdad Absoluta?
Cuántas veces he visto a algún pagano burlarse de la ingenuidad de los creacionistas bíblicos, cuando él mismo repite al pie de la letra, como un loro, los versos mal traducidos de la primera versión de la Rede wicca que se aprendió. O a dos wiccanos debatir la preeminencia de la Diosa sobre el Dios basándose en un mito de la creación escrito en el siglo pasado, como si esa metáfora concreta (siendo como es un hermoso relato), tuviese alguna validez superior a la de cualquier otro mito sobre la creación del mundo que pudieran escribir los griegos, los egipcios, los celtas, o yo misma.
La wicca no tiene dogmas, ¿recordáis? Entonces, ¿por qué os empeñáis en tratar unos textos que la gran mayoría ni siquiera sabéis cómo y cuándo fueron escritos como si fueran algo intocable y una ley ineludible?
Paráos a leer la Rede (por favor, la versión completa, no la abreviada que es la que se copia por la red a diestro y siniestro), pero leedla bien, no de carrerilla. Podéis encontrar una magnífica traducción, con la simbología muy bien explicada aquí (introducción aquí), gracias a mi admirada Vaelia.
¿Os habéis fijado en cuántos de esos símbolos e ideas no os dicen nada? Es porque fue escrita en un momento concreto, por unas personas concretas, para un propósito concreto. Flaco favor le hacemos convirtiéndola en un dogma de fe, como si necesitáramos desesperadamente algo inalterable a lo que aferrarnos.
Cada texto que leemos, desde los malhadados recopilatorios de hechizos hasta la Carga de la Diosa, ha surgido de la mente de su autor con una intención concreta. No ha aparecido de la nada sin más, por generación espontánea e inspiración divina. Seamos conscientes de esto, y atrevámonos a crear nuestros propios textos cuando los que encontremos no reflejen nuestra realidad y nuestra creencia.
Escuchemos a la Naturaleza, pensemos con la cabeza, y seamos conscientes de nuestras responsabilidades. Sintamos qué es lo que somos y lo que queremos ser. Seamos nuestro propio guía. Dejemos que nuestro corazón sea nuestra Rede.
jueves, 14 de junio de 2007
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