Aprender significa estar siempre cambiando. Cada nueva experiencia, cada nueva lección que añadimos a nuestro conocimiento, implica una transformación. A veces, descubrimos cosas que contradicen otras cosas que ya creíamos saber. En ese momento, la solución no es rechazarlas porque nos hagan sentir incómodos, pero tampoco aceptarlas sólo porque sean nuevas. Debemos reflexionar, cotejar lo que sabemos con lo que hemos descubierto, examinar nuestras creencias, verificar la información, investigar y experimentar, hasta cerciorarnos de qué es lo cierto, o bien, cuando se trate de creencias, en las que no hay una verdad absoluta, qué es lo que es más adecuado para nosotros.
El conocimiento, el aprendizaje, no consiste en buscar “el libro definitivo de la wicca” y aprendértelo de memoria, o en elegir a una persona como maestro y aceptar como dogma inmutable todo lo que sale de su boca. No todo lo que aprendimos será cierto, no todo encajará con nuestra forma de ser. No todo lo que nos encontraremos en el futuro será cierto, ni tiene por qué ser bueno para nosotros.
Lo importante es saber pensar. Saber aprender, y saber desaprender.
domingo, 10 de junio de 2007
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