A veces tenemos que caminar mucho para volver al punto de partida, y correr mucho para permanecer en el sitio. Y, cuando nos damos cuenta, los pasos que creíamos que nos estaban alejando nos traen hasta la puerta que creíamos haber cerrado tras nosotros. Y comprendemos que nunca salimos del todo por esa puerta, que nos limitamos a rodearla.
El camino puede haber sido agotador, y sin embargo habernos conducido a donde ya estábamos. Eso no quiere decir que haya sido tiempo y esfuerzo perdido, puesto que en el entretanto habremos aprendido muchas cosas de las que aún no podemos ser conscientes, y al menos una lección que ya no olvidaremos: no se puede avanzar sin cambiar, sin dejar cosas atrás, sin haber cruzado el umbral, a sabiendas o desprevenidamente. No se puede llegar lejos si seguimos siendo los mismos.
No hace siquiera saber exactamente a dónde vas. Pero andar determinadas sendas requiere más que poner un pie delante del otro o seguir las huellas de quienes nos precedieron. Requiere una voluntad y un esfuerzo totalmente comprometidos. No se trata de marcar una cruz en un mapa y seguir la línea más recta para alcanzarla sin prestar atención a nada que no sea nuestro objetivo. No se trata de buscar quien nos lleve de la mano y nos aparte las piedras para que no tropecemos con ellas. No se trata de dejarse llevar por cada soplo de viento y cambiar de dirección cada vez que algo nos sorprende o nos deslumbra, ni correr tras espejismos que parecen prometer sueños dorados al alcance de nuestra mano pero que siempre que la alargamos están un poco más lejos. Lo importante es que ese camino sea algo personal. Que sea nuestro camino, con todas sus revueltas y sus encrucijadas.
Y si esas revueltas te conducen de nuevo ante esa puerta que creías a tu espalda, no te desanimes, y comprende que quizá necesitabas algo de lo que has aprendido en tu vagabundeo para tener la fuerza y el valor de cruzarla.
lunes, 21 de marzo de 2011
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4 comentarios:
Buenas,
seguro que lo has leído. . . . pero por si acaso: te recomiendo “El alquimista” de Paulo Coelho
Saludos
Jim
Sí, lo había leído. Coelho no es precisamente santo de mi devoción, pero de todo libro se pueden sacar valiosas lecciones (aunque no siempre sean las que el autor pretendía ;P)
Un saludo.
Esa es la grandeza de los libros, y de las canciones!; cada cual saca lo que necesita sacar.jejeje
Saludos
Exacto, ésa es su grandeza. Y luego, al debatir las distintas visiones, aprendemos, además, sobre las otras personas. ¿Qué más se puede pedir? ;)