Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo. Te coloqué en medio del mundo para que pudieras contemplar mejor lo que el mundo contiene. No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma.
Giovanni Pico della Mirandola,
Oratio de hominis dignitate
Las circunstancias y acontecimientos que nos han tocado vivir pueden ayudarnos o limitarnos, los caminos y las puertas que logremos encontrar son los únicos que podemos seguir. Pero depende de nosotros cómo afrontar las circunstancias, y cómo andar el camino.
Las elecciones que hagamos, y sobre todo los motivos por los que las tomemos, serán lo que nos convierta, poco a poco, en lo que somos. Y, en un proceso que nunca termina, iremos construyéndonos a nosotros mismos, levantando sobre nuestra herencia nuestra personalidad. A veces las estructuras se derrumbarán, pero si nos esforzamos en entender la causa, alzaremos otras más firmes. Los límites y las barreras siempre existirán, pero aprenderemos cuáles pueden saltarse, y cómo, y cuáles debemos respetar, y por qué.
Somos libres para decidir lo que queremos ser, y libres para elegir cómo llegar a serlo. Entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte, tenemos todo el espacio para crearnos a nosotros mismos.
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