miércoles, 23 de junio de 2010

La realidad de lo irreal

¿Deseáis ver los Reinos Lejanos? Muy bien. Pero primero, debéis saber: los lugares que visitaréis, los lugares que veréis, no existen. Porque solamente hay dos mundos... el vuestro, que es el mundo real, y otros mundos, que son de fantasía. Mundos como ésos existen en la imaginación de los hombres. Su realidad o falta de realidad no es importante. Lo que importa es que están ahí. Esos mundos proveen alternativas. Proveen escape. Proveen amenazas. Proveen sueños y poder. Proveen rechazo y dolor. Ellos le dan significado a vuestro mundo. No existen, y de esa manera, ellos son todo lo que importa.

Titania, reina de las hadas,
en Los Libros de la Magia, de Neil Gaiman

Estamos acostumbrados a considerar "real" al mundo externo, e "irreales" a nuestras experiencias internas. Sin embargo, todo lo que conocemos del mundo no es más que la conjunción de diferentes percepciones sensoriales que nuestro cerebro integra e interpreta. Los pensamientos, los sentimientos y las emociones son experiencias meramente internas, no observables, de cuya existencia otras personas no tienen más pruebas que nuestras palabras y acciones basadas en ellos. ¿Es más real el paisaje que veo por la ventana que la sensación que despierta en mí? Hay personas con determinados trastornos cerebrales que son incapaces de percibir algunas cosas o cualidades, o que perciben otras que los demás no. Su realidad es distinta a la de quienes le rodean, pero no por eso es menos real para ellos.

Cuando creamos algo, primero imaginamos cómo podría ser, después cómo desarrollarlo, luego podemos diseñarlo, y posteriormente realizarlo. ¿Era menos real entonces la idea que el objeto? ¿Es menos real el plano que la máquina? ¿Es menos real que el cuadro la imagen que el pintor tenía en su cabeza antes de plasmarla en el lienzo? No. Ambos son reales, sólo que en ámbitos distintos. Una semilla no es un árbol, pero puede llegar a serlo, y la semilla no es menos real que el árbol únicamente porque aguarde escondida bajo la tierra, ni comienza a ser real cuando el primer brote verde sale a la luz.
Cuando nos sentimos felices, o tristes, cuando nos enfadamos o nos enamoramos, no son experiencias menos reales porque otras personas no puedan percibir que las sentimos. Cuando soñamos, mientras estamos inmersos en el mundo onírico, éste es real para nosotros. Cuando imaginamos, cuando creamos, estamos haciendo realidad en nuestra mente cosas que no existían antes, y podemos incluso hacerlas realidad físicamente para que pasen a formar parte del mundo externo. Pero primero tienen que ser reales para nosotros.

La existencia no es una cuestión de absolutos, hay diferentes grados de realidad. Que algo no sea visible, tangible y persistente, no quiere decir que no sea real.

2 comentarios:

Vaelia dijo...

Me parece muy acertado, estoy convencida - y cada vez más - que gran parte del trabajo mágico consiste en aprender a trasladar esas realidades de un plano o àmbito a otro.

Un abrazo.

Sibila dijo...

Estoy de acuerdo, aunque yo añadiría la capacidad para distinguir entre distintos ámbitos y moverse entre ellos sin mezclarlos.

Un abrazo. :)