miércoles, 9 de junio de 2010

Errare humanum est (III): Resarciendo

Resarcir.
(Del lat. resarcīre).

1. tr. Indemnizar, reparar, compensar un daño, perjuicio o agravio. U. t. c. prnl.

Quizá compensar un error cometido sea una de las cosas mas difíciles de hacer, y no digamos de hacer correctamente. Es mucho más sencillo buscar una instancia externa que nos castigue, nos absuelva, o ambas cosas, sea un sacerdote o la Ley de Tres. O convencernos a nosotros mismos, sea repitiéndonos que no es nuestra culpa para lograr cierto grado de tranquilidad de conciencia, o flagelándonos con pensamientos y sentimientos negativos, rumiando nuestra equivocación o previendo desastrosas consecuencias casi con esperanza, con la sensación de merecerlas. O escudarnos en nuestras buenas intenciones, como si bastase con un pensamiento amable para contrarrestar un acto dañino.

No podemos hacer nada para arreglar algo que ya ha pasado, para "borrar" nuestros errores. Pero sí podemos evitar volver a cometerlos, y el primer paso es reconocer que somos responsables de todo cuanto hacemos o dejamos de hacer, decimos o callamos. Y si nuestras buenas intenciones tienen algún valor, es hacernos ver cuánto nos hemos desviado del objetivo al equivocarnos.

No podemos resarcir a todos aquellos a quienes hayamos herido, ofendido o perjudicado. Pero sí podemos reconocer que algunos de esos actos los hicimos voluntariamente, sabiendo o no lo que acarrearían, y afrontar sus consecuencias, y tratar de minimizar aquellas que no pretendíamos. Sí podemos asumir que otras veces, sin pretenderlo, hicimos daño porque cometimos errores, dejar a un lado las excusas y el orgullo, y simplemente empezar por disculparnos. Y después, poner todo lo que esté en nuestra mano para compensarlo. Muchas veces será mucho más sencillo de lo que pensamos.

No podemos eliminar nuestros errores, pero podemos aprender de ellos mucho sobre el camino que deseamos tomar, sobre los demás, y, ante todo, sobre nosotros mismos.

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