La imaginación del niño, que comenzó a despertarse en los primeros meses de vida, brota ya a borbotones y se desbordará sin el cauce de fina arena que le ofrece el cuento de hadas, no dejando que se atrofie o que entre en el campo de la patología. Esa imaginacion infantil que le permite ver un río en la alfombra del pasillo, y una carretera polvorienta en un rayo de sol que llega hasta su mano. Transposición mágica de la realidad en ensueño, despertar de la parte más importante en la vida mental del ser humano, la cualidad imaginativa.
No desterremos el cuento de hadas y de duendes. Mucho se ha discutido sobre ello, pero si a la imaginación del niño no se le da el cuento mágico cuando le llega la hora de nutrirse de maravillas, tomará el relato de brujas o de crímenes espeluznantes o de su cesos misteriosos, que dejarán terrible y peligrosa huella en su cerebro. La necesidad de su espintu la satisfará con lo que encuentre a mano. Es un momento decisivo en su vida interior.
Es doloroso que el niño, siempre imaginativo, se vea defraudado por un exceso de realidades, convirtiéndose en un ser vulgar y gris, siempre a ras de tierra, sin una chispa de luz divina en su cerebro. Tal es el caso de la mayor parte de los seres humanos.
Una imaginación bien canalizada es la más brillante colaboración de la inteligencia, sirviendo a planes bien definidos y concurriendo a resultados utilísimos. Basta recordar el amplio campo de la hipótesis en las ciencias.
Elena Fortún, Pues señor...(Cómo debe contarse el cuento
y cuentos para ser contados)
miércoles, 28 de julio de 2010
El cuento y la imaginación
En el proceso de endoculturación, no basta con enseñar las normas y valores, además es necesario crear las bases para que la persona pueda aprender por sí misma, a pensar, y también a soñar. Los símbolos aprendidos en la infancia se irán enriqueciendo con el tiempo, y el mundo interior se irá poblando con imágenes y significados nuevos. Los cuentos infantiles seguirán así mostrándonos lecciones valiosas durante toda nuestra vida.
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