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miércoles, 26 de enero de 2011

Arcoiris

Que algo sea un fenómeno natural y explicable, no quiere decir que no pueda ser mágico.


Mucha gente trata de relegar la espiritualidad a los "huecos", a los grandes misterios de la vida y el universo que la ciencia no puede explicar, como si fuera una muleta en la que apoyarse. Pero el sentimiento de lo sagrado nace de la reverencia y el asombro, y ambas cosas no disminuyen porque sepamos exactamente cómo ocurren las cosas. A veces, incluso, el saberlo no hace más que aumentar nuestra maravilla.


Todas las culturas y las mitologías han observado con fascinación los fenómenos naturales, y han creado mitos sobre ellos.
Si la luz y la oscuridad son poderosas en sí mismas, ¿qué decir de ese prodigio de color que cruza el cielo? La señal del pacto de paz entre el Creador y los hombres, la mensajera de los Dioses, "corriendo sobre el lluvioso viento", el puente Bifrost que une los mundos de Midgard y Asgard, la serpiente de colores del Tiempo del Sueño... el arcoiris es un límite, un umbral, entre el sol y la lluvia. Sólo puedes apreciarlo cuando las condiciones son las precisas, y por más que trates de acercarte, nunca lo alcanzarás. No es de extrañar que siempre fuese considerado un presagio, bueno o malo, pero increíblemente poderoso.


Pero además, el arcoiris nos sirvió para aprender, para conocer mejor el mundo que nos rodea y la naturaleza de la luz. Gracias, entre otras cosas, a esa señal en el cielo, los hombres nunca dejaron de preguntarse por las relaciones entre la luz y el color, por los fenómenos ópticos y nuestra forma de percibirlos, por la misma esencia de la realidad y su significado.

No hace falta una olla llena de oro enterrada en su extremo. Perseguir el arcoiris nos ha hecho más sabios, pero también más humildes; más niños, y como especie, más ricos.


Fotos tomadas el  22 de enero desde mi ventana.

miércoles, 20 de mayo de 2009

[Mitología] El Camino y Temes Savsap

Pero es Janet Bord quien nos brinda una excelente ilustración etnológica procedente de las Nuevas Hébridas, del suroeste de la isla Malekula, donde se traza un dibujo en el suelo llamado El Camino, equivalente a la figura hecha en la arena por el «espíritu guardían femenino». Todos los espectros de los fallecidos viajan a la tierra de la muerte, y allí se encuentran con el espíritu guardián. En cierto momento de su marcha, llegan a una roca situada en el mar, detrás de la cual se halla el espacio arbolado, rodeado por una cerca, donde está su destino último. En la roca se acomoda el «espíritu guardían femenino» llamado Temes Savsap, y delante, trazada en el suelo, se ve la figura geométrica conocida como Nahal, «el camino». El espectro del difunto debe atravesar una senda ubicada entre las dos mitades de la figura. Pero a medida que avanza en su travesía, el «espíritu guardían femenino» se apresura a borrar una parte del dibujo. El difunto vuelve atrás, pierde el rastro y no lo puede encontrar. Intenta, desesperado, buscar un paso hacia el otro lado de la roca, pero todo es inútil, sólo el conocimiento de la figura geométrica completa le permitiría seguir adelante. Si la conoce, si la recuerda, si la reconstruye adecuadamente, entonces completa la mitad que ha borrado, Temes Savsap y atraviesa el sendero intermedio. Pero si, por el contrario, no logra restablecer la imagen, entonces el guardián femenino lo devora y nunca llega a la morada de los muertos.

Janet Bord, Mazes and Labyrinths of the World,
citado en Los laberintos de la Antigüedad, de Miguel Rivera Dorado

Hay leyendas y mitos que resultan particularmente evocadores. Supongo que son distintos para cada persona, pero todos encontramos alguna vez una historia, una imagen, que resuena en nuestro interior y nos muestra algo que no sabíamos o creíamos olvidado, pero que sin embargo nos parece extrañamente personal, como un mensaje en una botella que resultase llevar nuestro nombre. Temes Savsap y el Nahal me hacen pensar en cuántas veces es necesario llevar el camino con nosotros para poder encontrarlo.

miércoles, 21 de enero de 2009

Sobre las vestales (II): Obligaciones y privilegios

¿Qué tareas se llevaban a cabo en el templo de Vesta?
Custodiar la llama sagrada era lo más importante, desde luego, pero las funciones de las vestales iban mucho más allá. Indudablemente no se mantenían encerradas y ocultas, dedicadas en exclusiva al servicio de la Diosa, sino que también se encargaban de otras actividades, más sociales que religiosas.
La tarea más importante de la vestal era la de mantener la llama sagrada en el altar de la Diosa Vesta, garantía de la seguridad y el bienestar del Estado. La ancestral superstición romana les llevaba a pensar que si el fuego se apagaba se producirían enormes desgracias, por lo que, si esto ocurría, era rápidamente encendido de nuevo y la vestal duramente castigada mediante la flagelación o el apaleamiento. Además de esta función primera, las vestales tenían otras competencias, como la preparación de la mola salsa o harina salada utilizada como ofrenda en varias festividades del calendario romano. Asimismo se encargaban de la purificación de la tierra del templo, para lo que sólo podían utilizar el agua del manantial de Egeria, considerado sagrado, transportada en una vasija especial llamada futile. También debían velar y proteger el resto de objetos sagrados depositados en el templo de Vesta, como una imagen de Palas Minerva de cuya integridad dependía la continuidad del Imperio, el alfiler de la madre de los dioses, las cenizas de Orestes, el cetro de Príamo, etc, además del testamento y otros documentos de los personajes más relevantes política y socialmente en la ciudad.

La dejación en sus obligaciones solía comportar la expulsión y el castigo inmediato de la vestal. Otro de los motivos de punición era el incumplimiento del voto de castidad realizado por la virgen al entrar en la Casa, penado incluso con la muerte.
Sus grandes responsabilidades iban acompañadas de un gran prestigio, no sólo por respeto a la Diosa, sino también como reconocimiento del valor para el Imperio de la labor que realizaban, ligada a la suerte de Roma desde los primeros tiempos. Y ese prestigio se traslucía en un respeto y unas ventajas de las que muy pocas mujeres de esa época y lugar podían disfrutar.
Todas estas sujeciones y obligaciones que tenían las vestales encontraban su recompensa en el alto rango social de que disfrutaban, con una serie de privilegios exclusivos de ellas y otros propios de los varones. Entre esos privilegio podrían destacarse los siguientes: en los juicios, su testimonio tenía validez por sí mismo; si una vestal se cruzaba con un condenado a muerte de manera fortuita, éste era eximido de su castigo; en virtud de la ley Horacia, eran las únicas mujeres que podían testar desde los primeros momentos de la Monarquía; ocupaban sitios preferenciales en los juegos y actos públicos y su veredicto era decisivo en la salvación o condena de los gladiadores caídos; siempre iban escoltadas por lictores en sus salidas públicas, cediéndoles los magistrados el paso, etc.
Las vestales fueron honradas y respetadas en Roma desde antes de que a partir de la ciudad se forjara un imperio, y la llama sagrada de Vesta ardió a través de los siglos, reverenciada por todos los ciudadanos, hasta que, en un decreto del año 390, el emperador Teodosio I, llamado "el Grande" prohibió los cultos paganos públicos.
La llama fue apagada y el templo abandonado. Y poco después el Imperio Romano se dividió definitivamente. Teodosio fue el último emperador que gobernó sobre un Imperio unificado.

Quizá fue casualidad, quizá ambas cosas tienen una raíz común en los acontecimientos que en esa época se sucedían... o quizá es que todos los pueblos necesitan de alguien que mantenga encendida la llama de la esperanza y les haga sentir que su nación es también su hogar.


Textos extraídos del artículo:
Las vestales, guardianas del fuego sagrado de Roma, firmado por S. C.
Publicado en la revista Memoria: La Historia de cerca, nº XIII, Noviembre de 2008

Más información:
Las Vírgenes Vestales en Imperivm.org

lunes, 19 de enero de 2009

Sobre las vestales (I): Elegidas para servir a la Diosa y al Imperio

Como muchos sabréis, Vesta era la diosa romana bajo cuya protección se encontraba el hogar. Siempre pura y virgen, pero a la vez valedora de la familia, su culto fue de los más poderosos del Imperio, y uno de los pocos que estaba constituido únicamente por mujeres.

En aquellos tiempos, el hogar y la familia se organizaban en torno al fuego (de hecho, la palabra hogar proviene de focāris, derivada de focus, fuego), así que el fuego era el principal símbolo de Vesta, y la principal tarea de sus sacerdotisas, custodiarlo.
Porque Vesta también protegía el hogar de todos los ciudadanos, el propio Imperio. Y para servir a una de las grandes Diosas de Roma no se podía elegir a cualquiera...

Según uno de los primeros historiadores de Roma, Quinto Fabio Píctor (siglo III a.n.e.), el Pontífice Máximo (Pontifex Maximus) debia reunir a veinte vírgenes patricias y seleccionar entre ellas a las seis vestales. Cuando elegía a cada una, le dirigía esta palabras: “Te tomo amada y te constituyo sacerdotisa de Vesta, de acuerdo con las sabias prescripciones legales, para que ejerzas en provecho del pueblo romano las sagradas funciones que competen al sacerdocio de Vesta”. Entre los requisitos que debían cumplir para ser elegidas, estaban los de contar con una edad de entre seis y diez años, no padecer ningún defecto físico, no ser huérfanas de ambos progenitores y, por supuesto, ser vírgenes. Una vez seleccionada, era acompañada hasta la Casa de Vesta, donde permanecería durante treinta años, siendo recibida en ella por la Virgo Vestalis Maxima.

Desde ese momento comenzaba la educación de la nueva vestal. Los primeros diez años se dedicaban al aprendizaje del culto a vesta y de sus nuevas funciones; los diez siguientes eran los de servicio, cuidando la llama sagrada y participando en las ceremonias religiosas; por último, los diez años restantes se dedicaban al pupilaje de nuevas vestales. Pasado este periodo de tiempo, podían abandonar el templo y casarse si lo deseaban, aunque la mayoría decidía quedarse, debido al privilegiado estatus del que gozaban.
Ser elegida como vestal era sin duda un gran honor, al que sólo podían aspirar las jóvenes de buena familia. Pero también conllevaba cumplir variadas obligaciones... y severos castigos si éstas eran rotas.
De esas obligaciones, y de las contrapartidas que obtenían estas sacerdotisas, hablaremos en la próxima ocasión.


Texto extraído del artículo:

Las vestales, guardianas del fuego sagrado de Roma, firmado por S. C.
Publicado en la revista Memoria: La Historia de cerca, nº XIII, Noviembre de 2008

lunes, 22 de septiembre de 2008

[Mitología] Mitos y cuentos (II)

El otro día dije que no considero que los mitos y los cuentos sean tan diferentes, ni que los segundos sean menos dignos que los primeros... será mejor que me explique.

El mito es una narración con vida propia. Guarda imágenes de tal fuerza que se han transmitido desde las raíces de nuestra cultura hasta hoy en día, propagándose y reproduciéndose, dando origen a nuevas historias. Formando parte de nuestra mente, de nuestra cultura. Formando parte de lo que somos.
La función que cumplían en la sociedad que los forjó no es la misma que cumplen hoy en día, y nunca podremos saber exactamente cómo veían ellos a los dioses y a los héroes. Sólo podemos interpolar e interpretar. Pero, a cambio, nuestra historia nos ha dado otra manera de verlos, propia de este momento y este lugar, incluso una propia de cada persona.
Los mitos están vivos, crecen y producen nuevos mitos, leyendas... y cuentos.

¿Es acaso menos real Caperucita que Hércules? ¿Tiene menos valor como reflejo de una forma de ver el mundo y de transmitir enseñanzas la manzana de Blancanieves que las de las Hespérides?
Los cuentos también tienen vida propia, también están fuertemente enraizados en nuestro imaginario colectivo, dando forma a nuestra mente. También han ido cambiando mientras nosotros cambiábamos, y se han mezclado y reproducido en miles de variantes y de historias nuevas. También nos enseñan algo sobre la forma de ver las cosas de quienes los forjaron, y mucho sobre nuestra propia concepción del mundo.
Los cuentos también pueden ser mitos, tan válidos como los clásicos. Quién sabe cuáles serán los mitos que heredará el futuro de nosotros...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

[Mitología] Mitos y cuentos (I)

El otro día leí un artículo sobre los héroes de la mitología cuya introducción me dio mucho que pensar. En ella, el autor hacía una clara distinción entre el mito y el cuento, tratando a este último con cierto tono despectivo, lamentando que las narraciones míticas se hubieran amalgamado con ellos hasta casi convertirse en cuentos ellas mismas.

Aunque sin duda tiene su parte de razón (un mito es mucho más que un mero relato), parece olvidar que muchos cuentos son también, a su manera, auténticos mitos, enraizados en nuestro pensamiento y en nuestra cultura.

Pero creo que es mejor que lo leáis vosotros mismos, y os forméis vuestra opinión. La mía os la daré en la próxima ocasión.

El territorio de los mitos, y los senderos que a él conducen, conforman un mundo complejo y atrayente, de límites difusos que, con frecuencia, hace errar el camino a quienes intentan transitar por sus entresijos. Esta es, sin duda, una de las características del mito: la dulce seducción que produce en todo aquel que se acerca a él. Pero quizá este atractivo haya hecho que, al cabo del tiempo, las fronteras entre mito y cuento se hayan ido borrando, de manera que hoy día uno y otro parecen haberse amalgamado hasta hacer casi imposible distinguirlos.

El resultado de este proceso ha sido nefasto para el estudio de los mitos pues, al ser confundidos con los cuentos, se han tratado como meras narraciones fantásticas en cuyas líneas sólo aparecen personajes increíbles y sucesos imposibles. Si un mito es igual que un cuento, ¿qué valor ha de tener en la investigación sobre los sucesos del pasado? ¿Qué crédito cabe conceder a héroes y dioses a los que prestamos la misma credibilidad que a Caperucita o al Gato con Botas? ¿Cómo puede alguien tomarse en serio las hazañas de heracles o las aventuras de Ulises?

En la mayor parte de los casos, los mitos no tienen nada que ver con los cuentos. O, al menos, no con su esencia. Los mitos, especialmente los griegos, no sólo formaron la mentalidad de este pueblo, definieron su alma y determinaron su historia, sino que han influido decisivamente en la generación de lo que, en términos generales, podría llamarse mentalidad occidental.

Es evidente que esto no es aplicable a todos los mitos; muchos han sido depurados por la tradición posterior hasta convertirlos poco menos que en pura literatura. Pero si lo es a aquellas narraciones que, surgidas del pueblo griego, se han ido poco a poco fijando en nuestros recuerdos hasta, por decirlo así, formar parte de nosotros mismos.

Extraído del artículo
Héroes mitológicos. En manos de los dioses,
de Bernardo Souvirón,
publicado en Muy Historia, nº 19,
septiembre de 2008.

lunes, 14 de julio de 2008

[Mitología] Asura y Deva

Las religiones evolucionan, cambian. Son parte de la vida de los hombres, y no son ajenas a ella, adaptándose a las nuevas formas de pensar y de sentir según éstas van surgiendo. Podemos reconstruir a veces parte de un tronco común a partir del cual emergieron creencias, inicialmente similares, que se fueron distanciando con el tiempo, según iba cambiando la sociedad y la forma de ver el mundo de sus seguidores.
Los dioses se convierten en demonios, los demonios en dioses. Y acaban originándose prejuicios, insultos y muertes, por algo que simplemente son dos formas de mirar la misma cosa.

Un perfecto ejemplo de esto lo tenemos en el siguiente texto, en el que se habla de la concepción divergente de las figuras divinas de los asura y los deva en dos zonas tan próximas como son las de los actuales India e Irán. Las semejanzas son tan asombrosas como las diferencias:

Asura y Deva

La más célebre de estas contradicciones es la que se refiere a los asura. Originariamente esta palabra significaba «potente, fuerte» (de asu «fuerza vital, soplo de vida»), pero estaba reservada, desde antes del Veda, a un uso religioso. En la época de la redacción de los himnos era ya arcaica y su etimología se había olvidado, lo que hizo que se la tuviese por un nombre propio que designaba una «casta» divina. Al menos la RgVeda-Samhitā y el Avesta coinciden en dar el título de asura a los dioses de majestad: Varuna en la India, Mazdā en el Irán, con la diferencia de que en mazdeísmo, como su nombre indica, sólo se conocía un único asura (Ahura, en avéstico), mientras que los himnos invocan a la vez con este nombre a Mitra, Agni, Dyaus Pitar, Usas, Rudra, los Āditya.

Ahora bien, los brāhmana consideran a los asura como enemigos de los dioses (deva, la palabra significa «celeste, diurno») o, por lo menos, como rivales suyos. Muchas leyendas relatadas para justificar aspectos concretos del ritual, narran cómo los dioses vencieron a los asura y aseguraron su supremacía en el conjunto del universo. En los últimos tiempos de la religión védica, y en el hinduísmo que le sucedió, los asura se consideran auténticos demonios (bajo el aspecto de «potencias de las tinieblas») y se agradece a los dioses el que hayan librado de ellos a la tierra. Es de destacar que la RgVeda-Samhitā saluda ya a Indra como «matador de asura» (himno 6, 22, estrofa 4).

Paralelamente, pero a la inversa, la tradición irania considera a los deva (daeva en avéstico) como demonios y hace de Ahura el nombre supremo de la divinidad (Ahura Mazdā, «el Señor sabio»).
Hay, pues, que admitir una primera escisión en el panteón védico: la que divide a los personajes divinos en deva y asura. Con la condición, por supuesto, de tener presente que la religión del Veda está dedicada, al culto de los deva; los asura no se admiten en la alabanza litúrgica más que en la medida en que son tratados como deva (de una especie particular) por los poetas. A Varuna, el Asura por excelencia, constantemente se le llama Deva (véase, por ejemplo, la primera estrofa del primer himno de la RgVeda-Samhitā dedicada a Varuna: I, 25, i). Con más motivo ocurre esto mis también con Agni, Usas, los Āditya, etc. Hay incluso un pequeño número de himnos dedicados simultáneamente a Indra (jefe de los deva) y a Varuna.

Fuente:


Las religiones antiguas (Vol. II) Bajo la dirección de Henri-Charles Puech. Ed. Siglo XXI
Cap. V: La religión védica: 2. La mitología. Autor: Jean Varenne.

miércoles, 20 de febrero de 2008

[Mitología] Eleos

Hay muchos personajes menores en la mitología de todos los pueblos. Dioses, espíritus, héroes y personajes de los que apenas sabemos nada, pero que, al conocerlos, nos despiertan la curiosidad, e incluso una extraña añoranza. Nombres e imágenes que nos abren puertas a tiempos y lugares que sólo hemos entrevisto en sueños.
Para mí fue un descubrimiento especial el día que supe de la existencia de Eleos.

Eleos era una Diosa griega, personificación de la piedad y la misericordia. Se la considera hija de Érebo y Nyx, lo que la podría convertir, según el autor al que sigamos, en hermana de Éter y Hemera, Moros, Caronte, Eros, Ptono, Geras o las Keres, y aparece como opuesta a Anaideia (representación de la desvergüenza, la provocación y la irreverencia).

Sabemos por textos antiguos que era adorada únicamente por los atenienses, que tenían un altar en su honor en el ágora ante el cual debían rendir culto aquellos que deseaban pedir asilo en Atenas. Sabemos también que allí se escuchaban, día y noche, las plegarias y súplicas de cualquier hombre, aún de aquellos que habían cometido los peores crímenes, que acudían a la Diosa para implorar su clemencia. Nunca condenaba ni rechazaba un peregrino. No había en su templo estatuas, pues Eleos mora en el corazón de los hombres, y no se hacían grandes rituales. No aceptaba incienso ni sacrificios, sólo las lágrimas de quienes le rogaban.

Como detalle histórico curioso, posteriormente, en la Biblia cristiana (concretamente en el Nuevo Testamento, que fue escrito en griego), se utiliza la palabra eleos para hablar de la misericordia divina, mientras que la compasión entre los hombres se describe por la palabra splanchnizomai.

Fuentes y más información:

Eleos en la Wikipedia
Eleos en Theoi Project (inglés)

lunes, 3 de diciembre de 2007

[Mitología] Zeitgeist o cómo hacer a mitos y símbolos darte la razón

Zeitgeist es una película dividida en tres partes. Yo no he podido (o no he querido) pasar de la primera. Porque ya he visto suficiente sobre lo que pretenden conseguir, y no me agrada. Enseñar a la gente a pensar no es sacarles una idea de la cabeza porque la consideras errónea para meterles después la tuya. Hacer decir a los mitos lo que tú quieres que digan es algo habitual, pero no por ello es más cierta tu teoría que la de cualquier otro. Hablé de algo similar aquí. Y de esa primera parte voy a hablar ahora.

Quizá lo hayáis visto: Tiene la pretensión de ser un documental que abra los ojos y remueva las conciencias, despertando a los crédulos. Comienza devanando una larga sarta de parecidos entre múltiples Dioses solares de diferentes panteones y termina diciendo que el cristianismo es una mentira creada para manipular las mentes.
Zeitgeist peca exactamente de lo mismo que pretende criticar.

Es un peligro acercarte a la historia, a las creencias, a la mitología y a la simbología, con anteojeras: buscando aquello que cuadra con lo que deseas encontrar y descartando el resto. Ya lo he dicho antes: la forma de entender las historias dice mucho de aquél que las lee.

Sólo en los primeros cinco minutos del video hay varios errores en mitología clásica. Y la cosa empeora, acabando por buscar explicaciones complejísimas a textos y símbolos que pueden explicarse igualmente con otra docena de teorías, la mayoría menos rebuscadas.

Parte de una idea que a cualquier persona con una formación básica en la mitología y el paganismo (y se supone que la inmensa mayoría de los paganos hemos dedicado tiempo a aprender sobre ello) le es muy familiar: el sincretismo religioso entre diferentes culturas de la Antigüedad. Pero en su empeño de convencer a toda costa, abruman con datos malinterpretados o incluso completamente erróneos, tratando de saturar al espectador con unas semejanzas que no son tan portentosas como las pintan. Porque las semejanzas reales son más de fondo que de forma, y se aprecian en un repaso superficial a la mitología. Cuentan como verídicas incluso las interpretaciones más subjetivas, vendiendo como hechos comprobados lo que no son más que suposiciones minoritarias Queriendo persuadir e impresionar con nombres y detalles, consiguen lo contrario a lo que pretendían: quitarse razón.

Pero ya comentaremos más en detalle en una próxima ocasión: Vedlo por vosotros mismos, prestad atención y fijáos tanto en lo que dice como en lo que quiere decir.

Zeitgeist, parte 1, con subtítulos en español:



lunes, 20 de agosto de 2007

[Mitología] Dédalo




Casi todo el mundo ha oído hablar de Ícaro, y cómo la cera de sus alas se derritió por querer volar cerca del sol, causándole la muerte. Pero el personaje que a mí me resulta realmente fascinante no es Ícaro, sino su padre: Dédalo.

Dédalo es el genio inventor de la antigua Grecia. Como un Leonardo o un Edison de la mitología, se le atribuyen cientos de inventos, descubrimientos y obras de ingeniería. Suyos fueron los primeros autómatas, suya fue la creación que permitió a la enloquecida Pasífae aparearse con el toro de Creta, y suyo el diseño del laberinto donde el rey Minos encerró al Minotauro, fruto de esos amores.

Su talento era toda su vida, hasta el punto de que una de las versiones del motivo por el que fue desterrado a la corte de Minos en Creta, es que empujó a Perdix, su sobrino y ayudante, desde lo alto de la Acrópolis, por haberle superado en ingenio inventando instrumentos como la sierra y el compás.

Con sus habilidades consiguió el favor de varios reyes, como el propio Minos, para posteriormente perderlo cuando sus creaciones no fueron de su agrado.

Atrapado en una torre en Creta junto con su hijo, logró escapar, y salió de la isla inventando unas alas artificiales hechas de plumas unidas con hilo y cera, en una huida por aire que le costaría la vida a Ícaro por no seguir los consejos de su padre.

Tras la muerte de su hijo, Dédalo se desplazó a Sicilia, donde trabajó para el rey Cócalo, cuyas hijas lo salvaron de la venganza de Minos abrasando al rey en el baño cuando éste descubrió el paradero del inventor y acudió para exigir su vida.

Poco se sabe del resto de su vida, o de su muerte. Algunas fuentes dicen que partió a Cerdeña junto con Yolao, el sobrino de Hércules. Otras, que siguió trabajando para Cócalo hasta su muerte, haciendo monumentales embalses, templos y otras grandes obras. Muchas son las creaciones e ideas que se le atribuyen, y por ellas pasaría a la posteridad como el arquetipo del genio inventor.

Me gusta pensar en Dédalo como un ejemplo de humanidad entre tantos mitos que no se entienden sin la intervención divina. La historia de Dédalo muestra lo que el hombre puede hacer si se lo propone, tanto a la hora de crear como a la de destruir. Puede aprenderse mucho del genio de Dédalo, y de su historia.

Más información:

Wikipedia
Abc Dioses
Galería de ingenieros egregios en www.albaiges.com, página personal de Josep M. Albaigès.

Imagen: Dédalo e Ícaro, escultura de Pino Venditti

jueves, 19 de julio de 2007

[Mitología] La Ocasión

¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde viene la frase “La ocasión la pintan calva”? Pues es pura mitología griega.

Los escultores griegos (se suelen nombrar esculturas de Fidias y de Lisipo, pero nunca he tenido ocasión de ver ninguna de estas estatuas, no sé si se habrán perdido) representaban a la diosa Ocasión, la personificación de la oportunidad, con alas en los pies (y a veces subida en una rueda) para simbolizar lo rápido que pasaba de largo. Además, la diosa llevaba unos largos mechones de pelo a ambos lados del rostro, pero el resto de la cabeza totalmente calva. Esto quería hacer alusión al hecho de que hay que asir la oportunidad cuando la tienes frente a ti, pues cuando pasa de largo, no hay manera de aferrarla.

Para no dejaros sólo con mi breve reseña, agrego dos de las descripciones que, en forma de epigrama, escribieron sobre la Ocasión algunos autores de la antigüedad

Epigrama de Décimo Magno Ausonio,
acerca de la Ocasión


¿De quién eres obra? De Fidias, que hizo la estatua de Palas, y también es suya la de Júpiter; yo soy su tercera gloria. Soy la diosa Oportunidad, poco frecuente y conocida por pocos. ¿Por qué te apoyas en una rueda? No puedo estar fija en un lugar. ¿Por qué calzas talares? Viajo volando. Lo que Mercurio hace prosperar, yo lo estropeo cuando quiero. Cubres tu rostro con cabellos. No quiero ser reconocida. Pero ¿tienes calva la cabeza? “Sí, para no ser cogida al huir”.[...]

Décimo Magno Ausonio, Obras II, pp. 302-303.


Epigrama de Andrea Alciato acerca de la Ocasión

Soy obra de Lisipo, y soy llamada
La coyuntura del tiempo prendido,
De quien no hay cosa que no esté domada.
Estoy en lo más alto y más subido
De aquesta rueda, porque siempre ruedo.
Y el pie de leves alas es fornido
Porque parar no pueda ni estar quedo,
Y para declarar mi delgadeza
Y cuánto desatar y cortar puedo,
Navaja traigo de gran agudeza.
Y porque a quien topare pueda asirme
Cabello dio delante a mi cabeza.
Y por si alguno permitiere irme
No pueda por detrás después tomarme,
Prendiéndome con mano cierta y firme,
Quiso de la cabeza despojarme
De los cabellos la parte postrera
Y en público lugar manifestarme
Para que vista fuese de cualquiera.

Andrea Alciato. Emblemas. Emblema 121

martes, 12 de junio de 2007

[Mitología] Misterios Eleusinos



Siempre me han fascinado los antiguos Misterios. No, no estoy hablando de secretos herméticos, esotéricos y arcanos, sino de los cultos mistéricos de la antigüedad.
Habían varios diferentes, inspirados en distintos mitos y dedicados a distintos Dioses, pero todos tenían algo en común: una iniciación ritual en la que el aspirante tenía acceso a una revelación que cambiaba su vida para siempre.

En Eleusis tenían lugar los Misterios más importantes de la antigua Grecia, los Misterios Mayores de Démeter y Perséfone. Para participar en ellos sólo se requería que el aspirante fuese adulto, hablase griego, y no tuviera un delito de sangre sin expiar. No eran una secta cerrada, ni exigían nada de sus participantes. Una vez realizada la iniciación, volvían a sus lugares de origen y no volvían a encontrarse. Pero llevaban con ellos una nueva visión. Y así les llamaban: Epóptai, los que han visto.

La historia de los misterios es larga (existen fuentes que registran su existencia desde el siglo VII a.C. hasta el 394 d.C.), y fructífera. Cientos de personas acudían en masa a Eleusis cada año para participar en los Misterios. Sabemos mucho sobre lo que sucedía fuera del templo (la procesión, los sacrificios, la bebida compuesta de agua, cebada y poleo-menta, llamada kykeon, que tomaban…), pero prácticamente nada de lo que ocurría en la ceremonia propiamente dicha. Divulgar los Misterios o parodiarlos estaba castigado por la ley, tal era la importancia que les concedían los griegos.

Pero llegó el día en que fueron prohibidos, y posteriormente olvidados, y ese mismo secreto, que tan importante era para el ritual, impide que nosotros, desde nuestra época, podamos conocer en qué consistía tan importante fenómeno, capaz de estremecer y transformar a cuántos lo vivían.

Sólo podemos preguntarnos qué sentiríamos su pudiéramos tener la oportunidad de vivir algo así: cuántos de nosotros seríamos capaces de enfrentarnos a una experiencia que sabemos que nos cambiará para siempre.

Imagen: Démeter, Triptólemo y Perséfone, Gran relieve de Eleusis (Finales del S. V a.C. Museo de Eleusis, Grecia)

Fuentes y más información en:


Wikipedia
Liceus
Dearqueología.com, 1 y 2

miércoles, 23 de mayo de 2007

[Mitología] ¿De qué hablamos cuando hablamos de los dioses?

La cultura occidental es heredera del Imperio Romano y la democracia griega. De Homero y de Virgilio. Nuestra cultura popular, todas esas cosas que sabemos sin saber dónde las hemos aprendido, nace con el paganismo griego, y ha ido sumando a lo largo de la historia cuentos, leyendas, relatos de hechos que ocurrieron y se fueron propagando, y de hechos fantásticos y heroicos que nunca llegaron a ocurrir. Después llegó la imprenta y esas historias llegaron cada vez a más gente, que construía nuevos relatos sobre antiguos temas e imprimía nuevos libros. Lo mismo que ocurrió después con el cine, la televisión, y ahora internet.
De tal manera que todos y cada uno de nosotros sabemos, sin tener muy claro cómo llegó a nosotros ese conocimiento, que Venus era la Diosa del amor, que Rómulo y Remo fundaron Roma, que Judas traicionó a Cristo, que Arturo y sus caballeros se sentaban en torno a una mesa redonda en una ciudad llamada Camelot… y miles de historias más.

Sin embargo, cuando empezamos a interesarnos por el paganismo, no podemos quedarnos en la superficie. La mitología es sólo una parte de la religión pagana, la pequeña parte que ha llegado hasta nosotros. Los mitos son una forma de transmitir conocimiento, son símbolos, son historias. Dentro de ellos hay mucho más de lo que parece a simple vista. A través de ellos podemos vislumbrar los fragmentos de lo que fuimos, y lo que fuimos nos revela lo que somos.

No nos basta con un listado de Dioses y Diosas y dos características de cada uno. Aunque los Dioses se hayan convertido en figuras arquetípicas, en su origen no lo eran. Cada uno tenía una rica mitología propia, un acervo de historias que explicaban su nacimiento, su relación con los mortales y con otros Dioses, su identidad. Y más allá de esos mitos, un significado aún más profundo.
No podemos, como paganos, conformarnos con decir “Venus es la Diosa del amor”, repitiendo como loros una información cuya fuente ni siquiera conocemos. Nuestros Dioses merecen más que eso. Merecen un respeto y una devoción que les negamos cuando utilizamos su nombre sin saber de qué hablamos.

Insisto mucho en el esfuerzo y el estudio que hay que realizar para llegar a ser wiccano. Es porque no podemos pretender adorar a unos Dioses que no conocemos, atraer a nuestras vidas unas energías tan poderosas sin saber qué traen consigo.
Muchos paganos ni siquiera utilizan un panteón concreto. Adoran a la Diosa y el Dios, el Señor y la Señora, y con eso es más que suficiente.

Acercarse a un panteón es algo muy personal, es acudir a la llamada de unas energías que resuenan con la tuya propia. ¿Creéis que eso se puede averiguar después de leer un glosario de Dioses que ocupa tres páginas, con un nombre por renglón? ¿En serio pensáis que se puede describir la energía de Venus diciendo: “Diosa romana del amor y la belleza”?

Conocéos a vosotros mismos. Después, conoced vuestra cultura. Después, conoced a los Dioses. Conocerlos no es mirar por encima unas cuantas páginas de internet. Es buscar, es separar el grano de la paja, y es llevar a cabo un proceso de interiorización, abriros a lo que los Dioses tengan que ofreceros. De otra manera, sólo son palabras huecas.