Arrepentirse.No siempre nuestros errores tienen consecuencias, y no siempre éstas tienen que ser negativas, aunque a menudo lo sean, para nosotros o para otras personas. Sin embargo, lo que hace que consideremos erróneas algunas de nuestras decisiones o comportamientos, es el hecho de que, inmediatamente o con el tiempo, nos arrepentimos.
(Del lat. re, intens. y poenitēre).
1. prnl. Dicho de una persona: Sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.
2. prnl. Cambiar de opinión o no ser consecuente con un compromiso.
Ni siquiera tienen que ser decisiones o acciones realmente relevantes para nuestras vidas, pero a veces la conciencia de habernos equivocado se nos queda clavada como una espinita que no nos podemos sacar. El pesar del arrepentimiento nos invade, y, a veces, nos remorderá durante mucho tiempo, siempre que recordemos nuestro error.
Y entonces tratamos de quitarle importancia, de fingir que no ha ocurrido, o, por el contrario, le damos vueltas a la cabeza, rememorando todas las posibilidades: "Si hubiera hecho esto...", "Si hubiera dicho aquello..." "¿Por qué no elegí la otra opción?" "¿Por qué no callé a tiempo?". E incluso tratamos de autojustificanos, convencernos a nosotros mismos de que no fue una equivocación, de que obramos acertadamente, o de la única manera posible.
El arrepentimiento puede paralizarnos, convertirnos en estatuas de sal que sólo saben mirar hacia atrás, incapaces de superar el dolor, la pena o la vergüenza, propia o ajena, que pudieron provocar nuestros errores. Pero también, si aprendemos a sobrellevarlo, puede ser un motor, una fuerza que nos impulse a corregir las cosas que hicimos mal, o a intentar las que nunca hicimos.
Puede servirnos para ser más listos, y más sabios, para reconocer esa piedra que una vez nos hizo tropezar, y saber esquivarla.
0 comentarios: