Nos hemos acostumbrado a esconder las verdades tras una cortina de medias palabras, insinuaciones, artificios, fingimientos y disimulos. Nos hemos acostumbrado a tener que buscar las verdades cribándolas entre las mentiras. Y eso nos ha hecho olvidar que, sin nuestra intervención, sin nuestra retórica, la verdad brilla con luz propia.
Antes de ponernos a descifrar misteriosas claves, leamos lo que el texto nos dice. Antes de ponernos a rebuscar en los rincones buscando verdades ocultas, fijémonos en lo que está ante nuestros ojos.
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