De niña leí un cuentecito griego de autor anónimo que trataba sobre un labrador que, harto de que su mujer y sus hijas fuesen rematadamente bobas, se marchaba a ver mundo, sólo para acabar volviendo al descubrir que en el mundo había gente mucho más boba que ellas. Y todas las tonterías que encotnraba en su viaje tenían algo en común: se trataba de gente que era incapaz de ver la realidad de lo que tenían delante, y se aterrorizaban, tomaban decisiones insensatas o buscaban rebuscadísimas soluciones a problemas muy sencillos de resolver.
Y emprendió el viaje; pasadas unas horas llegó a otro pueblo y, al pasar delante de de una casa, vio a una mujer junto a la cuna de un niño, y, colgada de la pared, un hacha.
-¡Pobre niñito mío! -gemía la mujer-. ¡Muerto por un hacha...!
-¿Por qué lloras, buena mujer? -preguntó el labrador.
-¿No ves que ese hacha caerá encima de mi niño y lo matará? ¡Y todavía me preguntas por qué lloro!
-¡Ésta es más boba que las mías! -se dijo el labrador-. ¿Qué me das si salvo a tu hijo de tan triste suerte?
-¡Todo lo que quieras... mi vida entera si te sirve de algo...!
El labrador cogió la cuna y la llevó al otro extremo de la habitación diciendo:
-Mira, buena mujer, ya no hay motivo para que llores...
La angustiada madre le regaló una buena cantidad de dinero en agradecimiento, y el hombre prosiguió su viaje.
¿Cuántas veces he temido lo peor sin ser consciente de que podría evitarlo si me parase a analizar la situación actual sin temor y encontrase el punto donde actuar, aquí y ahora?¿Cuántas veces nos sentimos bloqueados por una situación o por un problema sin darnos cuenta de que la solución está al alcance de nuestra mano?
El futuro es lo que hacemos, lo que vamos creando con nuestros actos: no es algo que temer, pero tampoco un indeterminado momento color de rosa donde por arte de magia todo será mucho mejor.
Nuestro futuro será el que nos construyamos, hagámoslo bien.
2 comentarios:
Buenas noches,
muchas veces pecamos de orgullo. Según va pasando el tiempo, somos más intolerantes. Miramos a la persona que queremos y pensamos "que boba". . . . . . . sin darnos cuenta de que los bobos somos nosotros!. ¿por qué nos pasa esto???. . ¿¿Cuál es la solución??? . ojala supiera la respuesta!!!!. . . pero por desgracia no la sé.
Lo único que puedo aportar a esta historia es: “Cuando nuestra cabeza nos diga que las personas que están a nuestro lado son “bobas”. . . debemos dar un paso atrás y dejar que sea el corazón el que hable por nosotros. . . En cuestiones del amor, no hay peor consejero que nuestra cabeza”
Besoooossss
Jim
Es un planteamiento, sí... todo el mundo es "bobo" y nadie lo es, dependiendo de las circunstancias. Lo importante es aprender a afrontarlas sin dejar que prejuicios, manías, fobias y atolondramientos nos cieguen a la hora de actuar.
Un saludo.