miércoles, 28 de septiembre de 2011

Construyendo nuestros propios muros

De todos los obstáculos con los que nos tropezamos en la vida, ninguno es tan alto, ni tan recio, como aquellos que nos ponemos a nosotros mismos.

Nuestra forma de mirar ya afecta a la dificultad de lo que percibimos, ya sea porque desde demasiado cerca no siempre vemos dónde está la puerta, ya sea porque desde demasiado lejos ciertas barreras, que de tenerlas delante podríamos salvar de un salto, parecen terriblemente altas por un mero juego de perspectiva.

Pero también hay muros que ni siquiera están ahí hasta que nosotros los construimos.
Todos cargamos con nuestras propias piedras: experiencias, temores, castigos, sesgos, deberes, dolores... Tratamos de liberarnos de ellas, o usarlas para protegernos, y las soltamos en medio del camino.
Y entonces resulta que, si queremos pasar, tenemos que vencer nuestros propios demonios, siempre tremendamente aterradores para uno mismo, aunque para otros no sean más que polvo y se sorprendan al vernos titubear frente a ello.
Tenemos que escalar sobre nuestros propios escombros, donde nunca se sabe cuándo puedes pisar sobre un recuerdo afilado, oxidado, que te infecte la sangre con la fiebre de antesdeayer.

No obstante, si logramos limpiarlas, sacudirlas, limarlas para eliminar los bordes cortantes y miramos bien dónde ponemos los pies, con esas piedras también podemos construir escaleras, y vados, en lugar de muros. Cuando hemos logrado aprender de algo, deja de ser un escombro para convertirse en un ladrillo, algo que en lugar de estorbar o hacernos tropezar, podemos utilizar como materia prima para muchas cosas.

Siempre con cuidado, eso sí, sabiendo que nada que ha sido auténtico se olvida realmente, que nada que ha calado realmente profundo se puede ignorar por el mero hecho de desearlo, que los verdaderos cambios nos transforman por completo y a todos los niveles, e incluso afectan a lo que antes fuimos, pues, desde el otro lado, podemos comprenderlo.
Lo que creemos "superado" es un cepo. Lo que hemos asumido como realidad, es un trampolín.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto! Ojala mas gente pudiera comprender que "el peor enemigo de uno, es uno mismo..." Me encanto encontrar este sitio web en medio de tanta basura cibernetica sin valor ni mensaje para el alma! Te felicito y sigue asi, que esta muy bueno el sitio!!!

Sibila dijo...

Me alegro de que te guste, muchas gracias, pásate por aquí siempre que quieras. Ahora no tengo demasiado tiempo para dedicar a estas cosas, pero hago lo que puedo para no dejarme ir demasiado.