miércoles, 19 de enero de 2011

[Noticias] A vueltas con Tindaya

En todos los lugares hay rincones especiales, llenos de historia, cargados de magia, que no suelen ser conocidos mucho más allá de sus aledaños. La montaña de Tindaya es uno de ellos, aunque desgraciadamente en los últimos tiempos ha empezado a hacerse famosa por motivos ajenos a su importancia real.


La isla de Fuerteventura no es especialmente escarpada, y Tindaya, con sus 400 metros de altura, destaca en el paisaje como una señal que llena los ojos.

Los aborígenes la consideraban sagrada, y, como en muchas otras montañas a lo ancho del mundo, encontraban en ella un lugar donde los divino y lo humano podían entrelazarse. En sus alrededores y laderas hay múltiples rastros de la vida y espiritualidad de los majos, y en su cumbre se encuentran una gran cantidad de grabados rupestres en forma de pies.


Aún después de que Fuerteventura fuera conquistada y sus habitantes supervivientes se mezclasen con los nuevos pobladores y adoptasen sus costumbres y religión, Tindaya siguió siendo especial y mágica, incluso sobrecogedora para quienes se acercaban a ella, y durante mucho tiempo fue llamada "la montaña de las brujas".
Su valor ecológico, arqueológico, y espiritual es reconocido por todos los habitantes del archipiélago, y aún tiene mucho que enseñarnos sobre nuestra biodiversidad y nuestra historia.


Y sin embargo, dos amenazas acechan a Tindaya, cada una a su manera.

Por un lado, la montaña está compuesta en gran parte de traquita, un tipo de piedra muy apreciada para usos ornamentales y, por eso mismo, también muy cara. Cualquiera diría que explotar una cantera en un lugar así, declarado monumento natural y Bien de Interés Cultural, no estaría permitido, pero la realidad es que la traquita es realmente, tremendamente cara, y cuando se manejan esas cantidades de dinero, hay gente a la que la palabra "valioso" le empieza a sonar de otra manera.

Y entonces, por otro lado... llegó Chillida. En una de sus inspiraciones de artista, se empeñó en crear una escultura monumental, titánica, "una montaña despojada de su interior para que el espacio entrara en ella, un homenaje a la pequeñez que nos une a todos los hombres". Buscó el emplazamiento ideal donde llevar a cabo su sueño, descartó muchos lugares y al final, eligió Tindaya. Tindaya, la montaña sagrada; Tindaya, la montaña mágica; Tindaya, cuya situación, belleza e historia brillan por sí mismos, sin necesidad de ser soporte para la ideas ni el "arte" de nadie.

¿Vaciar una montaña de tan alto valor histórico, cultural y natural? ¡Qué locura! Pero, un momento... ¿vaciar una montaña a la que luego podrás cobrar entrada y cuyos "escombros" se pueden vender por millones de euros? No hace falta que os diga que a algunos los ojos les hicieron chiribitas.

Hace dieciocho años que la cuestión del monumento en Tindaya se planteó por primera vez. Muchos intereses, dinero e influencias confluyeron en ese proyecto. Muchas voces críticas se alzaron en su contra. Hubieron denuncias, informes, corrupción y papeleo, protestas y escándalos. La montaña se resistía a ser violada, a convertirse en un cascarón sin alma utilizado en beneficio de unos pocos. Chillida murió en 2002, y aunque los defensores de la obra insistían en llevarla a cabo, parecía que sin el apoyo de su iniciador, no saldría adelante. Parecía que por fin Tindaya iba a quedar en paz, incólume, alzándose contra el cielo como el monumento que por sí misma siempre ha sido.

Y entonces, ayer, leí esto en El País:
Renace la montaña sagrada de Chillida
Tras 18 años de polémicas, una reunión entre la familia y el Gobierno canario reflota el proyecto de Tindaya


El politiqueo y los intereses sólo esperaban a que mirásemos hacia otra parte para seguir haciendo negocio. Pero yo que ellos no cantaría victoria aún. La montaña de Tindaya tiene su propio espíritu, su propia fuerza. No os extrañe que, aunque crean conseguir lo que ambicionan, el resultado sea muy diferente a lo que esperaban.



Todas las fotos de esta entrada pertenecen al álbum de Flickr La Montaña de Tindaya de Jose Mesa (Mataparda), y están licenciadas en Creative Commons para que sirvan para el conocimiento y la defensa de este mágico lugar.

Más información:

Tindaya en la Wikipedia
Todos somos Tindaya, blog con todas las noticias e información sobre la evolución del malhadado proyecto.
Plataforma apoyo monumento Chillida Tindaya, por si quereís la otra versión (que siempre es bueno mirar las cosas desde los dos lados).

4 comentarios:

Argonautas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Argonautas dijo...

Te agradezco mucho que hayas introducido en tu blog la temática de estas formas artísticas que intervienen en el paisaje, Sibilia. Porque, pese a que en muchas ocasiones llegan a enriquecer su significado para las miradas de los hombres, en otros, y como resultado de nuestros propios laberintos interiores, puede ocurrir como ocurre en este caso.

Hace poco lei una cita, que soy incapaz de restituir completamente, que decía que sagrado es aquello que se puede destruir y no restituir. Y sin duda es aplicable a este caso.

La obsesión del hombre por "enmendar" la parte sagrada de la naturaleza le lleva a caer en unas trampas verdaderamente sorprendentes. Me gusta mucho la obra de Chillida, pero los argumentos con los que se elabora esta en concreto son completamente falaces y carentes de sentido. Es lo que ocurre cuando el éxito entre los hombres hace perder la humildad ante la naturaleza: nos volvemos locos (en sentido íntegro).

Veremos que pasa. Aunque siempre nos quedará lo más sagrado: la montaña que anida en nuestro interior.

Gracias por el blog, una vez más.

Vaelia dijo...

Concuerdo con Argonautas en que tras una etiqueta a priori positiva, como el "arte" o la "cultura" se cometen auténticas aberraciones.

Lo que el hombre hace a su entorno, se lo hace a sí mismo... En este caso, trata de valerse de artificios para conquistar lo sagrado, dado que ha perdido la capacidad de relacionarse de un modo natural y espontáneo con ello.

Ojalá la polémica sirva para que la gente se replantee si un lugar como Tindaya realmente necesita esta clase de aditamentos, y todo lo que se podría perder de la mano de la inconsciencia.

Un abrazo,
Vae.

Sibila dijo...

Ambos dais en lo que considero el punto principal de toda esta historia: la manía de "conquistar", de imponer la mano del hombre sobre el paisaje, la historia, los fenómenos naturales... como si nos costase simplemente dejar que las cosas sean como son. Los humanos nos empeñamos en hacer cambios y dejar nuestra huella, y nos convencemos de que se trata de "mejoras". Tal vez el gran reto sea aprender a adaptarnos al ambiente en lugar de adaptar el ambiente a nosotros.

Abrazos a los dos.