miércoles, 25 de agosto de 2010

Convencer

Convencer.

(Del lat. convincĕre).

1. tr. Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento. U. t. c. prnl.
2. tr. Probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar. U. t. c. prnl.

Cuando sentimos el impulso de tratar de convencer a alguien de algo, estamos partiendo de la base de que la idea previa de esa persona es equivocada o incorrecta. De que nosotros somos quienes tenemos la razón, y tenemos casi el "deber" de corregirle.

Por eso mismo, ese impulso es mayoritariamente egoísta. No nos replanteamos nuestras convicciones sino que directamente tratamos de inculcarlas a otros. Porque eso es lo que intentamos: inculcar, adoctrinar, influir... de todo menos convencer. No aportamos datos, rara vez tenemos en cuenta los hechos. Jugamos con los argumentos, las emociones, las falacias, con todas las armas de la retórica, creyéndonos en posesión de la verdad y en la obligación de transmitirla.

Y así, negamos al otro la posibilidad de tener su parte de la verdad, su parte de la razón. Discutimos en lugar de mostrar. Las verdades pierden entonces su sentido, transformándose de razones en meras excusas.
Los hechos se defienden solos, son los que son, y la realidad no cambia para adecuarse a nuestras categorías mentales. Las creencias no pueden erradicarse, o implantarse, mediante argumentos lógicos. ¿Qué pretendemos entonces, cuando intentamos convencer? En casi todos los casos, reforzarnos a nosotros mismos, usando a los demás como hombres de paja.

Cuando sentimos el impulso de tratar de convencer a alguien, haríamos mejor preguntándonos si es siquiera necesario, si no es mejor que los demás piensen distinto que nosotros. Y entonces, escucharles, y ver qué podemos aprender de ellos.

2 comentarios:

Vaelia dijo...

Completamente de acuerdo, otra vez. Es triste que tan a menudo sintamos esa compulsión enfermiza por "tener la razón", cuando llegamos a descubrir que no es realmente necesario la experiencia resulta bastante liberadora :)

Un abrazo!

Sibila dijo...

Sólo hay que ver cómo habitualmente dos personas hablan de algún tema en el que están en desacuerdo, cada uno repitiendo sus propios argumentos, y ninguno escuchando. Y la mitad de las veces ni siquiera tienen posturas tan diferentes, sólo que así nunca lo descubren.

Un abrazo.