lunes, 12 de abril de 2010

De las advocaciones de la Madre Tierra

Cuando se habla de sincretismo, solemos olvidar que muchas de las cosas que parecen coincidencias entre diferentes panteones pueden tener un origen común, no en una cultura específica, sino en las experiencias cotidianas de distintos pueblos, que, al fin y al cabo, tienen igual capacidad de raciocinio, se desenvuelven en entornos similares y dependen para su supervivencia de las mismas cosas. Posteriormente, el contacto entre estos pueblos causaría el trasvase y ampliación de mitos y ritos, pero si eso fue posible es porque, en la base, ya existían similitudes.

La diosa madre Tierra y sus nombres o advocaciones.

La progresiva secularización de la tierra incapacita al hombre occidental de nuestro tiempo para captar el mensaje de la “tierra” en cuanto numinosa o divina, sintonizado con nitidez por los hombres de todos los continentes en el mundo arcaico. La Tierra no es una deidad conceptual como por ej., -en gran medida- Gea o Rea, otras divinidades de la “tierra” con esta palabra en su mismo nombre. La diosa madre Tierra encierra en sus entrañas el misterio de la vegetación -muerte invernal y resurgimiento primaveral-, del cultivo de los campos (diosa agraria), del hombre que viene de la tierra, vive sobre la tierra (durante el poleolítico, etc., dentro de sus entrañas, en las cavernas), y a ella retorna (fecundidad humana, creencias escatológicas).

La naturaleza analógica del conocimiento racional de la divinidad explica que unos llegaran hasta ella a partir de la tierra y de los fenómenos agrarios, desde la vegetación. No sólo fue punto de partida, sino incluso el molde conformador de sus principales atributos, festividades, etc... La divinidad concebida así recibe varias designaciones, vinculadas a otras tantas diosas madres Tierra veneradas en sus respectivas religiones, al principio sólo telúricas, más tarde también mistéricas, por ejemplo, Deméter, Terra, Tellus, Mater Magna, Isis, Cibeles, Atargatis, Semele, Bona Dea, , etc., por circunscribirme a la cuenca mediterránea. Como es obvio, el sentido religioso primario o subjetivo e interno cuajó muy pronto en concreciones objetivas tanto en el espacio (templos) como en el tiempo (fiestas) sin olvidar los mitos, los ritos y las personas consagradas temporal o vitaliciamente a su servicio.

Manuel Guerra Gómez 
El sacerdocio femenino (en las religiones greco-romanas y en el cristianismo de los primeros siglos).
Primera Parte: El sacerdocio en las religiones telúrico-mistéricas.
Cap. 1: La Diosa madre Tierra y sus sacerdotisas

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