viernes, 26 de marzo de 2010

[En otras palabras] La ciencia y la fe, según Francisco J. Ayala

La realidad es un prisma de múltiples facetas. Mirarlo desde un sólo punto de vista nos enseñará muchas cosas, pero es cuando cambiamos de enfoque cuando empezamos a comprender su complejidad. Nunca podremos saberlo todo, pero la espiritualidad no está para rellenar los huecos que deja la ciencia en sus explicaciones, sino para otorgarnos otra mirada diferente a los mismos fenómenos. La ciencia nos da respuestas, la fe nos abre los ojos a las preguntas. Confundirlas es tan malo como rechazar la importancia de cualquiera de las dos.
Yo sostengo que la ciencia y las creencias religiosas no tienen por qué estar en contradicción. Adecuadamente entendidas, no pueden estarlo, porque la ciencia y la religión atañen asuntos diferentes. La ciencia se refiere a los procesos que representan el mundo natural: el movimiento de los planetas, la composición de la materia y el espacio, el origen y la función de los organismos. La religión se refiere al significado y al propósito del mundo y de la vida humana, la relación adecuada de las personas con su Creador y entre sí, y los valores morales que inspiran y gobiernan las vidas de las personas.

Sólo cuando se hacen afirmaciones más allá de las fronteras legítimas de ambas materias, la religión y la ciencia, y la teoría de la evolución en particular, parecen ser antitéticos. Ciencia y religión son como dos ventanas desde las que miramos el mundo. Vemos diferentes aspectos de la realidad a través de ellas, pero el mundo que vemos es sólo uno y el mismo. Consideremos una pintura, como el Guernica de Picasso. Supongamos que hago una lista de todas las características de las imágenes representadas en el cuadro, su forma y tamaño, los pigmentos utilizados, y la calidad y dimensiones de este inmenso lienzo, que mide unos 8 por 3.5 metros. Esta información sería interesante, pero sería poco satisfactorio omitir por completo las consideraciones estéticas, y no reflexionar sobre el sentido de esta obra y su motivación, el dramático mensaje acerca de la inhumanidad del hombre contra el hombre transmitido por la figura extendida de la madre tirando de su bebé muerto, los bramantes rostros humanos, el caballo herido, y la imagen satánica del toro.

El asunto es que la descripción física de la pintura no nos dice nada (por sí misma no puede decirnos nada) sobre el valor estético o histórico del Guernica, ni tampoco, por otra parte, la estética o el sentido deseado por el autor determinan las características físicas de la pintura. Sea el Guernica una metáfora de lo que deseo explicar. El conocimiento científico, como la descripción del tamaño, los materiales y la geometría del Guernica, es satisfactorio y útil, pero una vez que la ciencia ha explicado su parte, aún queda mucho acerca de la realidad que es de interés: cuestiones sobre el valor, el significado y el propósito de las cosas, que trascienden el ámbito de la ciencia.

La relación adecuada entre ciencia y religión puede ser, para las personas de fe, de mutua motivación e inspiración. La ciencia puede inspirar las creencias y el comportamiento religioso, de tal modo que respondemos con recogimiento a la inmensidad del universo, la maravillosa diversidad y adaptación de los organismos, y las maravillas del cerebro y la mente humana. La religión promueve la reverencia por la creación, la humanidad y el medio ambiente. La religión puede ser una fuerza motivadora y fuente de inspiración para la investigación científica, y puede mover a los científicos a investigar el mundo maravilloso de la creación y a resolver los enigmas a los que nos enfrentamos.

Discurso del profesor Francisco J. Ayala
al recibir el Premio Templeton
25 de marzo de 2010

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