miércoles, 13 de enero de 2010

Dicotomías y maniqueísmos (I): La clasificación de la realidad

Los humanos hemos evolucionado para clasificar las cosas en esquemas sencillos. Nos ha sido muy útil, pero también ha hecho que olvidemos que el hecho de reducir fenómenos muy complejos a pequeños pedacitos para poderlos entender, no significa que el fenómeno total sea igual a la suma de esos pedacitos. A veces hay categorías que dejan elementos fuera, a veces hay categorías que se solapan. Nuestra construcción mental de la realidad y la realidad misma no tienen por qué ser idénticas, y cuanto más sencillo es nuestro esquema, más distorsionará aquello que pretende reflejar.

El más sencillo de todos los esquemas es la dicotomía: segmentar el mundo en dos categorías opuestas,  bueno/malo, bello/feo, listo/tonto, luz/oscuridad... olvidando que entre ambos polos existe todo un mundo de posibilidades, que entre el blanco y el negro no sólo está el gris, sino toda la gama de colores posibles. Al dar el siguiente paso y convencerse de que el esquema mental es equivalente al fenómeno en su totalidad, entramos en el maniqueísmo, interpretamos toda la realidad como si realmente sólo tuviera dos lados. Todo lo que percibimos debe entrar, obligatoriamente, en una de nuestras dos únicas categorías, así que trazamos una línea arbitraria que divide el mundo en dos mitades y empezamos a clasificar.

Pronto se nos acaban las cosas claramente pertenecientes a un lado o a otro, así que empezamos a elegir criterios aproximados, poniendo en el lado del negro al azul marino y al granate, y en el lado del blanco al azul celeste y al rosa pastel. Y según las distinciones se van haciendo más sutiles, más concienzudos nos volvemos, buscando pequeños detalles que hagan encajar ese matiz de naranja en un lado o en otro, haciendo de la clasificación un modo de vida, olvidando su utilidad inicial, que era comprender el mundo, para convertirla en unas reglas rígidas. Pensando que nuestro pequeño esquema es igual a la realidad entera, y si rompemos las reglas del esquema, la realidad no tiendría sentido.

Y así, nuestra línea arbitraria acaba convirtiéndose en un muro impenetrable, que separa cosas que tienen mucho más en común de lo que querríamos creer.

3 comentarios:

Violeta dijo...

Ah no? He leído aquí que para comerte una tarta de manzana primero se ha tenido que dar un universo entero? (que la harina haya llegado a tiempo, que no se la hayan llevado, la única tarta que quedaba, un minuto antes cuando me he entretenido con la vecina del quinto, yo, que nunca me detengo en menudeces, que no se me haya caído pues estaba el suelo resbaladizo y soy tan torpe, a veces, etc. Es un ejemplo). Si no es aquí, pega bastante. El fenómeno total sí es la suma de las partes, tal y como yo lo veo, que siempre será una forma de ver porque soy yo y mis circunstancias -como dice Ortega, recogido por Vaelia en una entrada reciente-.

Desde el punto de vista lógico si hay dos opciones la sencilla será siempre la más probable.

Es necesario distinguir lo bueno de lo malo, la belleza de la fealdad -no me refiero a estética-, el amor del odio aunque como dice la poética de Octavio Paz, que sé que te gusta, forman parte del mismo deseo. Yo diría que no, que el odio es la cruz, el deseo negativo del deseo positivo, la cara. Pero este deseo positivo no puede ser amor. Amor es Bello Verdadero por naturaleza y algo tan puro no puede albergar en sí un sentimiento negativo, ni tan siquiera en su opuesto. Pero esto es otra historia... Otro tema que propongo abrir :D

La misma Vida con la Muerte está hecha de dos lados, ateniéndonos al otro lado de esta. Hay entidades que sí tienen su contrario absoluto. O estás vivo o muerto Punto

La memoria es clasificación (corto/largo plazo), la sintaxis es clasificación, la vivienda es clasificación, es inevitable.

De acuerdo con tu penúltimo párrafo.

En las opiniones no hay blanco o negro, no se está conmigo o contra mí. Ahí sí hay un abanico, que reducimos nuevamente: personas más próximas y afines a mí en mentalidad-conocimientos-forma de ver el mundo y no. Es salud y ley de vida. Es intrínseco.

Las teorías aquí expuestas dan qué pensar y se agradece ;)

Vaelia dijo...

Me ha encantado, sobretodo porque seguía pensando en el tema de las etiquetas y clasificaciones.

En mi opinión, lo difícil es encontrar un término medio... No exactamente medio, pues hay que reconocer las tendencias de cada quién, simplemente algo más equilibrado que los extremos. Una posición que permita precisamente apreciar matices.

A veces uno lleva años trabajando con una serie de esquemas -mágicos o no- que guardan coherencia interna, que proponen una distribución de la realidad que tiene sentido a varios niveles y además su empleo arroja resultados comprovables. Y por ello cree que tiene la "fórmula".
Sin embargo, al entrar en contacto con otras tradiciones, disciplinas, etc. puede encontrarse con otros esquemas distintos que gozan de las mismas características. En otras palabras, otra "fórmula", muy distinta, sin demasiados paralelismos, que sin embargo, funciona igual de bien.

(A veces se cometen errores bastante grandes al tratar de mezclar dos fórmulas, porque varios de sus elementos son incompatibles, no pueden trabajar juntos. Sin embargo, coexisten en la supracategoría de fórmulas. Ejemplo tonto; podemos viajar de España a Italia y de Rusia a Italia. Ambas rutas serían "recorridos que llevan a Italia", pero tratar de llegar de España a Italia pasando por Moscú... no tiene demasiado sentido).

En resumen -yo creo-, no es que el todo no sea la suma de las partes, es que es eso, pero, a la vez, algo más. En consecuencia, cuando dividimos y categorizamos (lo cual tiene su razón de ser) podemos perder en el proceso el concepto de totalidad. Hay que ver el árbol, sin que éste nos impida ver el bosque, y a la inversa.

La dualidad extrema, el hecho de que una cosa deba ser x, o el opuesto de x, entraña muchos peligros, empezando por una negación de la diversidad a todos los niveles.

Esquematizar es una herramienta útil, pero hay que saber cómo evitar que una herramienta se convierta en un lastre; En una playa calurosa la herramienta "abrigo", por alta que sea su calidad, resulta más bien un estorbo.

Estoy de acuerdo con Violeta en que entre dos opciones, la más sencilla es la más probable... Sin embargo, que algo sea más probable no significa que sea cierto. La aplicación de principio puede ser muy útil en muchos casos, pero a la hora de - por ejemplo - emitir un veredicto que pueda llevar a alguien a la cárcel, debería hacerse un análisis más complejo, buscando pruebas que confirmaran o desmintieran la culpabilidad de la persona que se está juzgando.

Saludos a ambas :)

Sibila dijo...

Me encantan vuestros puntos de vista. Es genial poder compartir estas cosas, me estáis enseñando muchas cosas que yo no había pensado.

Las clasificaciones pueden ser muy útiles, y de hecho, lo son, siempre que no perdamos de vista que se trata de algo que está en nuestra mente y no es igual a la realidad total, que son un modo de esquematizar algo mucho más complejo, y que, por lo tanto, siempre hay huecos entre nuestras categorías que admiten excepciones. Una persona puede parecer hombre y ser mujer (o ninguna de las dos cosas, o ambas), parecer muerta y estar viva (narcoléptica o en coma), una semilla no es una flor, pero con el tiempo puede llegar a serlo. Reconocer estas excepciones no tiene por qué invalidar el esquema, si hemos aprendido a emplearlo, como dice Vae, como una herramienta y no como una especie de regla absoluta e inflexible.

Y sí, efectivamente, la dualidad extrema entre "o eres x o eres opuesto a x" que lleva al "quien no está conmigo está contra mí" es la que considero la peor consecuencia de la clasificación dicotómica, la había reservado para la segunda parte, pero ya veo que en seguida pilláis por dónde voy. ^^

Un abrazo a ambas.