miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hacia el centro

Hay cosas que hay que buscar dentro antes de poder encontrarlas fuera. El corazón propio a veces puede ser el más enrevesado de los laberintos.



El diseño original del laberinto es de André Heller, para su obra Crystal Worlds, parte del Swarovski Kristallwelten en Wattens (Austria). Yo lo he trazado, con más pena que gloria, a partir del esquema que aparece en el libro Laberintos, de Gernot Candolini.

2 comentarios:

Juan A. dijo...

Bellísimas razones, querida amiga. Esos intrincados laberintos...

Besos invernales.

Sibila dijo...

Tan intrincados a veces que perderse es otra forma de encontrarse. Los laberintos enseñan que el camino nunca es recto, pero se puede encontrar la salida.

Un beso igualmente.