lunes, 28 de septiembre de 2009

Pasos por el camino

Los caminos espirituales no son autopistas, rectas y bien asfaltadas, con clara señalización en cada salida y preparadas para recorrerse a toda velocidad.
Ni siquiera son carreteras de tierra, marcadas y apisonadas por las roderas de los vehículos que las recorren con asiduidad para llegar a un lugar específico.

En la mayoría de las ocasiones, son más bien como caminos rurales, abiertos por quién sabe quién, quién sabe cuándo, y mantenidos a través del tiempo por los pasos inconstantes de quienes nos han precedido en el lugar, a veces desbrozados y mantenidos libres de obstáculos por personas bienintencionadas cuya atención permite que el camino se distinga entre la maleza... y a veces descuidados, pisoteados de cualquier manera, incluso ensuciados por gente cuyo único interés es pasear por ahí a ver qué se encuentran, sin importarles las características del lugar ni quienes vengan detrás.

Y otras veces a lo que realmente se parecen es a sendas silvestres casi imperceptibles: apenas una huella sobre la hierba, una leve compresión en las hojas caídas, un hueco entre los arbustos, una señal en una piedra...
Son lugares por los que podemos perdernos con facilidad, donde otras diminutas señales pueden hacernos cambiar de dirección sin estar del todo seguros, sin más guía que la que llevemos con nosotros, lo que hayamos aprendido de rastreo y nuestra propia intuición.
No tienen destino específico, sólo sutiles encrucijadas, nuevos senderos y lugares insólitos donde detenerse a descansar.

Y quizá, si tienes suerte, entre la maleza percibas las notas silbadas de una canción o el brillo de una hoguera; la oportunidad de conocer, de compartir, de reponer fuerzas para después seguir andando. Quizá acompañado durante un trecho, quizá cada uno en una dirección diferente, siguiendo su propia ruta, pero sabiendo que por espeso y poco frecuentado que sea el bosque, no estás realmente solo.


PD: Si podéis, no dejéis de echarle un vistazo a este texto traducido por Vaelia donde lo explican, de otra manera y mucho mejor: Los bellos caminos que no llevan a ningún lugar.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Ritmos y ciclos

Hace algún tiempo escribía sobre la necesidad de conectar con los ciclos naturales en nuestro propio entorno, teniendo en cuenta las características geográficas y climáticas de la zona en que vivimos, celebrando los cambios en la naturaleza y la energía del momento en lugar de las fechas del calendario.

En aquel momento pasé por alto la relevancia de otra variable, y es que no sólo el lugar y el momento son importantes, sino también, y mucho, la forma en que los percibimos. Cada persona tiene también sus propios ritmos naturales: ritmos ultradianos, circadianos, infradianos, circalunares, circanuales... y de ellos dependerá gran parte de nuestra adaptación al ambiente.

Hay personas trasnochadoras que están más activas en las horas nocturnas, y personas madrugadoras que abren los ojos llenos de energía con la primera luz del día. Hay personas que son especialmente sensibles a los cambios de luz, y a las que los días cortos del invierno les provocan una melancolía que no saben justificar. Hay otras a las que el calor del verano les causa un agobio y un estado de ánimo irritable que sólo se apaciguan cuando descienden las temperaturas. Hay quien florece con la primavera, como las rosas, y quien cobra vida con las primeras lluvias del otoño, como las setas.

Para conectar con el ciclo natural, debemos conocer a fondo primero con nuestro propio ritmo, saber cuándo estamos más despiertos o más atentos, cuándo el cuerpo nos pide actividad y cuándo nos pide reposo. No tiene sentido realizar rituales que requieren concentración cuando estamos dispersos y agotados, o meditaciones que requieren calma cuando estamos nerviosos e irritados.
Sincronizarnos con nuestro propio reloj y calendario interno es necesario para poder ponerlo en fecha y hora con lo que ocurre a nuestro alrededor.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Otoño al fin


Ayer comenzó aquí la lluvia. El aire refresca de verdad, las gotas resbalan por los cristales del ventanal y repiquetean en las planchas. El viento sopla trayendo otro tipo de promesas, tenues susurros de aliento, el leve eco de tantas palabras... Apenas he recogido la cosecha y ya debo seguir sembrando, plantando más y más semillas, confiando en tener la fuerza para ayudarlas a madurar a tiempo. Aún queda mucho por hacer.

Pero hoy huele a tierra mojada, el otoño se siente en el aire, y eso me reconforta.
El cielo y el corazón necesitan, después del fuego del verano, un vendaval que pase de parte a parte y se lleve el polvo acumulado.

¡Feliz Equinoccio a todos!


Foto montada a partir de varias tomas hechas en uno de tantos rincones mágicos del Monte de las Mercedes

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El puente


Siempre hay dos orillas que unir... siempre hay un camino que tomar. Y a veces, en el camino, encontramos ese lugar donde brilla el sol y el agua fresca corre, ese lugar donde desearíamos quedarnos... pero el camino continúa, hacia lugares desconocidos, quizá más hermosos aún.


Foto tomada hoy en el Bosque de El Cedro, La Gomera.
Ya iré compartiendo otras vistas de este lugar maravilloso y mágico.

viernes, 11 de septiembre de 2009

[En otras palabras] Algo te identifica con el que se aleja de ti...

Algo viene, y algo se va, y todo cabe en tan pocas palabras....

Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es la facultad común de volver: de ahí tu más grande pesadumbre.

Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitud común de partir: de ahí tus más nimios regocijos.

Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto como a las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras, yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el paso inmóvil en el borde del mundo.

Algo típicamente neutro, de inexorablemente neutro, interpónese entre el ladrón y su víctima. Esto, así mismo, puede discernirse tratándose del cirujano y del paciente. Horrible medialuna, convexa y solar, cobija a unos y otros. Porque el objeto hurtado tiene también su peso indiferente, y el órgano intervenido, también su grasa triste.

¿Qué hay de más desesperante en la tierra, que la imposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y el hombre bueno, de ser malvado?

¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la mecánica social cabe en estas palabras.

César Vallejo

lunes, 7 de septiembre de 2009

Nubes negras

Se acumulan muy despacio, y van haciéndose más grandes y más oscuras. Chocan unas contra otras y producen truenos lejanos y leves centellas, pequeños indicios de que algo enorme se avecina.
Y siguen creciendo y creciendo, y el aire se preña de tensión hasta el punto en que cuesta respirarlo.

Y entonces cae el primer rayo, golpeando el punto más alto: el árbol más crecido, la bandera en la torre, la veleta del campanario...
Y a ese rayo lo siguen otro, y otro más, aseteando la tierra, y el ruido de los truenos no te deja pensar.

Y empieza a llover, a llover, a llover, de forma que parece que nunca va a parar, y se desbordan los ríos, y se resquebrajan los diques, y se inundan las calles, y el agua arrastra todo lo que encuentra a su paso.

Y cuando pasa la tormenta, alumbra el sol, el agua se evapora lentamente. El aire parece más limpio, los colores más vivos.

Y sobre el barro que se va secando, germinan, alargándose hacia la luz, las primeras hojas de plantas nuevas...

viernes, 4 de septiembre de 2009

[En otras palabras] Solamente

Comprender algo de repente, como en un fogonazo, puede ser toda una revelación, pero incluso aunque corte el aliento, es sólo el primer paso.


SOLAMENTE

ya comprendo la verdad

estalla en mis deseos

y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios

ya comprendo la verdad

ahora
a buscar la vida


Alejandra Pizarnik

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tolerancia, reciprocidad y coherencia

La tolerancia se practica, no se exige, ni mucho menos se ordena.

Curiosamente, justamente aquellos a los que se les llena la boca hablando de tolerancia en lo que se refiere a sus costumbres y creencias, aquellos que claman y ponen el grito en el cielo por cualquier mínima ofensa, real o imaginada, a lo que tiene para ellos un valor emocional, aquellos que exigen, no ya respeto a sus personas y pensamientos, sino reverencia para sus propias ideologías, resultan ser casi siempre aquellos que luego consideran que las creencias, emociones, ideas y actos de los demás tienen menos valor que las que ellos han recibido o adoptado.

Si quieres que te respeten, respeta. Si quieres que acepten que tu espiritualidad es buena para tí y los tuyos, acepta que otros caminos espirituales pueden ser igual de buenos para aquellos que los siguen. Si quieres que comprendan que tu religión es algo serio y auténtico, no la banalices. Y aprende a reirte de tí mismo antes de burlarte de los demás.


(Sí, es otro exabrupto... quizá otro día me extienda un poco más sobre lo hipócrita que resulta reclamar tolerancia y respeto para las prácticas paganas mientras se prejuzga, desprecia e insulta a los monoteístas siempre que hay ocasión. Hoy sólo necesitaba soltarlo.)