miércoles, 12 de marzo de 2008

Lo que un árbol puede enseñarnos

Ya he dicho antes que la Naturaleza nos ofrece todo el tiempo hermosas enseñanzas que con frecuencia no sabemos apreciar. No se trata sólo de mirar al lugar oportuno, sino también de mirar con la mirada oportuna.

Hacía tiempo que quería compartir esto, la mirada de un autor pagano, Raven Grimassi (no quiere decir esto que esté de acuerdo con este autor en todo lo que dice, ni con cómo lo dice, pero este texto concreto me encanta), que me parece muy reveladora: su forma de mirar, de ver en un árbol una oportunidad de aprender sobre la vida.

Y cuántas lecciones más susurrarán las hojas, esperando que alguien sepa escucharlas...

Nuestros antepasados veneraban a los árboles por una serie de motivos. Uno de ellos era que el árbol puede enseñarnos mucho a través de la observación. ¿Qué nos puede decir un árbol sobre la vida y la espiritualidad?

Los árboles nos enseñan sobre el arraigo, la posición y la fortaleza. Las raíces de un árbol nos recuerdan que muchas cosas son invisibles a nuestros ojos y que debemos mirar por debajo de la superficie. El árbol nos recuerda que las raíces proporcionan la nutrición que sustenta a la vida. Las raíces nos dan la base y la fuerza para resistir ante la adversidad.

Las ramas nos enseñan la importancia de la juventud y la madurez. La fruta crece sólo en la madera vieja de la rama y sus semillas aseguran la existencia de generaciones futuras. Las ramas nuevas producen flores rápidamente y atraen el proceso de fertilización. Juntas, las ramas viejas y las nuevas contribuyen al futuro del árbol y al futuro de la arboleda.

El espíritu del árbol nos enseña a servir a los demás como nos servimos a nosotros mismos. Mientras el árbol se yergue y proclama su lugar en el mundo, también nos ofrece sombra, abrigo, y ofrece un hogar y alimento a otros seres. Desde su centro, nos enseña la lección de su espíritu:

  • Ten una base con raíces profundas y mantente firme en el mundo.
  • Aspira a llegar alto para alcanzar cosas elevadas, y lejos para extenderte al mundo.
  • Ofrece sombra a quienes necesitan un descanso y abrigo a quienes acudan a ti.
  • Da frutos, y en abundancia.
  • En los inviernos de tu vida, conserva tus recursos. En tus primaveras, aprovecha las oportunidades para crecer. En tus veranos, expándete. En tus otoños, despréndete de lo viejo y renuévate.
  • Finalmente, deja algunas semillas.
Raven Grimassi,
extraído del artículo Seguir el Camino,
publicado en La agenda de las brujas 2006,
Ediciones Obelisco

    2 comentarios:

    Marta Uma Blanco dijo...

    Sííí, quiero la firmeza del árbol y la flexibilidad de sus ramas.
    Un abrazo
    Marta

    Sibila dijo...

    Es un don que no se regala, sino por el que hay que luchar día a día... pero hay gente que me demuestra que se puede conseguir. ¡Ánimo!