lunes, 14 de enero de 2008

Circunstancias

Yo soy yo y mi circunstancia,
y si no la salvo a ella, no me salvo yo.

José Ortega y Gasset


Somos quienes somos porque fuimos quienes fuimos. Porque a lo largo de nuestra vida, a nuestro alrededor, junto a nosotros, han estado familia, amigos, conocidos, lugares y cosas. Por el tren que cogimos, y el viaje que nunca llegamos a hacer. Por el día en que decidimos no ir al colegio, y el día en nuestras madres nos sacaron de la cama a regañadientes para que fuésemos. Por la persona a la que dirigimos la palabra en una fiesta, y la persona que, viéndonos, no se atrevió a acercarse. Por los cachorritos que recogimos de la calle, y las lagartijas a las que arrancamos el rabo para verlo agitarse solo. Somos lo que somos porque hemos aprovechado unas oportunidades y desaprovechado otras, junto con algunas que ni siquiera llegamos a tener por no estar en el momento y lugar oportunos. Por todo lo que hemos hecho, y todo lo que dejamos de hacer. Por todo lo que pudimos hacer, y todo lo que nos impidieron (el momento, nuestros padres, los amigos, la ética, el miedo…) llevar a cabo.

Somos quienes somos porque nuestros padres son quienes son, y los padres de ellos fueron quienes fueron. Porque la tierra en que nacimos es como es, y la cultura que hemos heredado viene de donde viene. Podemos aprender, soñar, decidir, romper las normas, porque hemos forjado una personalidad propia en el confortablemente cálido o intolerablemente ardiente fuego de las circunstancias, hasta adquirir cierto control sobre ellas (nunca completo) que nos permita vivir una vida lo más feliz posible.

Quizá las circunstancias que rodearon algunos momentos de nuestra vida hayan sido duras, o difíciles, tal vez hayan sido incluso increíblemente dolorosas. Quizá hayamos tenido que ceder a las circunstancias, llevándolas como un peso que nos impedía crecer, avanzar. Pero siguen siendo parte de nosotros. Lo que hayamos aprendido en esos momentos nos acompañará durante toda nuestra vida, habrá formado nuestra misma identidad. Podemos rechazar lo que nos han enseñado, pero no podemos borrarlo. No podemos fingir que no ha existido, porque si negamos aquello que nos ha hecho como somos, nos negamos a nosotros mismos.

Aprendamos a ver las circunstancias no como muros que nos encierran, sino como piedras con las que construir. Aprendamos a sentirnos orgullosos de todos y cada uno de los pasos que nos han traído hasta aquí.

2 comentarios:

Noemi Risco Mateo dijo...

Buena reflexión. Siempre digo que para comprender a una persona, por qué actúa como actúa, hay que conocer su trayectoria por la vida, su pasado.
Saludos,
Tanakil.

Sibila dijo...

Me alegro de que te guste, soy de tu misma opinión.
Últimamente me he tropezado con mucha gente que cree que empezar una vida nueva significa destruir la antigua, y así lo único que se consigue es andar en círculos, sin llegar a ninguna parte. El pasado es más que un tiempo que fue, pero tenemos que saber aprender de él.