miércoles, 1 de agosto de 2007

Pedir permiso

Otra de las plagas que aquejan a la gente que empieza a indagar en su espiritualidad que me molesta especialmente es la manía de buscar a alguien que les dé su aprobación o les otorgue algún tipo de beneplácito para hacer lo que desean hacer.

Imagino que el problema de base es que se trata de personas muy jóvenes, un poco perdidas, que tratan de rebelarse contra la autoridad establecida y el único sistema que conocen para hacerlo es buscar una autoridad que se contraponga a ésa. Muchos adolescentes, a esa edad, acaban erigiendo en “líder” de la pandilla a alguien de su misma edad, que sabe tanto o tan poco como ellos, y siguiendo sus sugerencias, simplemente porque toda su vida han estado acostumbrados a hacer caso a alguien y no se les ocurre que quizá puedan dejar de obedecer a una autoridad sin necesidad de empezar a obedecer a otra.
No se les ocurre que, si se lo proponen, pueden pensar por sí mismos y tomar sus propias decisiones, sin necesitar que nadie las refrende para que sean válidas. Y cuando esos adolescentes se interesan por la wicca o el paganismo en general, buscan algo similar, una seguridad que les aclare todas sus dudas con respuestas sencillas y directas. Pero no todas las preguntas tienen ese tipo de respuestas.

Veo todos los días preguntas de ese estilo en páginas de wicca, algunas sobre cosas tan personales e individuales que me estremezco al pensar qué puede suceder si alguien falto de escrúpulos decide responder a ellas maliciosamente. “¿Puedo adorar al Dios Tal y la Diosa Cual?” “¿Qué opina la wicca del sexo?” “¿Qué opina la wicca de la homosexualidad?” “¿Puedo poner música heavy en mis rituales?” ¿Qué debo escribir en mi Libro de las Sombras?”
Son el tipo de preguntas que descubren al que las hace, o bien como alguien que no se molesta en buscar información y leer un poco sobre algo que supuestamente le interesa tanto (“Para qué” -deben pensar- “busco un maestro que me lo explique y así aprenderé los grandes misterios de la vida, el universo y todo sin esforzarme”), o bien como alguien con una personalidad tan débil, que necesita que una sanción divina apruebe su modo de vida antes de atreverse a hacer lo que desea.

La wicca es una religión sin dogmas. Eso quiere decir que, aunque en lo esencial estén de acuerdo, dos wiccanos pueden tener actitudes muy diferentes ante cosas como el sexo (que la sexualidad sea algo sagrado puede implicar para algunos que hay que practicarla cuanto se pueda, y para otros, que es necesario un vínculo espiritual con otra persona antes de practicar sexo con ella), los pasos que deben seguir los rituales, las características de las herramientas, la música que consideran más adecuada para meditar… Como en todo, cada persona tiene su propia opinión sobre las cosas, y sobre gustos no hay nada escrito.

Lo que hay que aprender es justamente a encontrar tu propia opinión, tu propia espiritualidad. Estudia a fondo las creencias que a un primer vistazo tanto te gustan… quizá resulta que no encajan contigo después de todo. Si necesitas la seguridad de alguien que te señale qué es “lo bueno” y qué es “lo malo”, quizá debas primero plantearte hasta qué punto tu moral y tus creencias te pertenecen y no te has limitado a aceptar sin razonar todo lo que te han dicho.
Debes vivir tu propia vida, ser total y conscientemente responsable de cada uno de tus pasos. Las respuestas a cosas como “¿qué debo hacer?”, o, mucho más allá, “¿qué debo pensar sobre…?” sólo puedes encontrarlas dentro de ti mismo. De lo contrario, no estarás ejerciendo ningún tipo de control sobre ti mismo ni sobre tu vida, y estarás negándote a emplear tus mayores dones: tu inteligencia y tu voluntad.

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