jueves, 31 de mayo de 2007

Sobre motes, alias, y nicks

Dentro del síndrome “lo quiero todo y lo quiero ya”, del que ya hablé anteriormente, hay tres aspectos particularmente espinosos, que además, no tienen por qué ocurrir de uno en uno, sino que pueden juntarse: iniciarse antes de saber en qué te metes, gastarse un dineral en herramientas que no sabes para qué sirven, y ponerse un “mote mágico”. Dejaré pendiente las iniciaciones y las herramientas, y empezaré por los motes, simplemente porque me parece más gracioso.

¿Qué no es un nombre mágico?

No es un nick de IRC, foros o cualquier otro espacio público de internet. No es un nombre de perro, gato, pez o cualquier mascota. No es el nombre de un personaje de rol.
O sea, que “suena bien” no es una razón suficiente para elegir un nombre mágico.
No es el mote que te ponen tus amigos del parque. No es un pseudónimo literario. No es el nombre de tu personaje de cine o televisión favorito.
O sea, que “me gusta más que mi nombre real” no es una razón suficiente para elegir un nombre mágico.
No es un título nobiliario falso. No es un nombre de una tradición ancestral que no conoces. No es el nombre de un mito, bruja de cuento o deidad preferida.
O sea, que “quisiera ser así” no es una razón suficiente para elegir un nombre mágico.

¿Qué es un nombre mágico?

Ante todo, es un nombre. Parece de perogrullo, ¿verdad? Pero es que mucha gente no tiene claro lo que representa un nombre en esta época en que todos nos sentamos frente al ordenador y tenemos diez nombres y contraseñas diferentes.
Un nombre es una palabra que te identifica, que te define. No es algo que se cambie con facilidad, porque incluso aunque no te guste, deja su impronta sobre ti. Si vas por la calle y alguien pronuncia tu nombre, te vuelves, aunque no estén hablando contigo.
Pero además, cuando hablamos de un nombre mágico, hablamos además de un nombre con un significado muy especial. Es con el que van a conocerte solamente aquellas personas con las que tengas un lazo de hermandad, como el que se da en un coven (un auténtico coven, no un grupo de coleguitas que se reunen para echar unas risas…. pero, parafraseando a Ende, eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión). Es el nombre con el que vas a ofrecer a los Dioses tu devoción.

Hay personas que desde siempre han tenido un nombre personal, secreto, que consideran que les pertenece y define mejor su individualidad que el nombre elegido por sus padres. Cuando alguna de esas personas adopta la wicca como religión, no tiene ni que pensarlo. Ya tenía su nombre mágico sin llamarlo de esa manera. Para la mayoría, sin embargo, el nombre mágico es algo que hay que buscar. Y cuando digo “buscar” no me refiero a hojear un libro o una página sobre mitología. Me refiero a conocernos a nosotros mismos, a saber quiénes somos. Así, cuando renazcamos en la iniciación, esa nueva identidad que conjuga lo que hemos sido y lo que seremos tendrá un nombre, y sólo tendremos que reconocerla y llamarla.

Mucha gente elige su nombre como quien se pone un traje. Se disfrazan con el nombre, como quien se pone una máscara: “quiero ser interesante, sexy y misteriosa… ya sé, voy a llamarme Lady ShadowCat”. Un nombre mágico no es un disfraz que te pones para convertirte en lo que quisieras ser. No va a transformarte en otra persona. Eres tú quien cambias, y quien debes luchar por llegar a ser lo que deseas, en lugar de fingir algo que no eres. El nombre es un reflejo de ti, una parte de ti. Si eliges un nombre falso, si te escondes detrás de tu nombre, estarás mintiendo, y lo que es peor, mintiéndote.

Otra cosa muy común es elegir un nombre en un idioma del que no conoces más que cuatro palabras sueltas. Lo más común es usar el inglés. Abrid los ojos: los autores que llevan nombres compuestos en ingles ¡es porque hablan inglés! Usar un idioma que no conoces es simplemente ridículo. La semántica es algo que no puede aprenderse en un diccionario. Es como si un chico inglés o estadounidense decidiese ponerse de nombre mágico “Escaparate” porque tiene la vaga idea de que significa un lugar donde las cosas relucen a la vista de la gente. Señor Escaparate, ¿a que es de chiste?. Pues muy probablemente así le suenan esos ostentosos nombres en inglés a los angloparlantes.
Hay hermosísimas palabras en nuestro idioma, y en los idiomas que le dieron origen. Palabras que, con un poco de interés, descubrirán ante nosotros un tesoro de simbolismos que está mucho más acorde con nuestra cultura.

Luego están los que se ponen un nombre legendario o mitológico. Además, como suelen elegirlo sin tener ni idea de la mitología a la que acuden (leer, estudiar, preocuparse por conocer, ¿para qué? habiendo internet y listas de nombres…), recurren a los tópicos. Con lo cual, se creen originales, cuando lo único que están haciendo es tener la misma idea fácil que cientos antes de ellos. Si alguien me hubiera dado un euro por cada Morgana, Nimue, Selene, Circe y Willow que he conocido, a estas alturas podría comprarme una casa.
Un mito o una leyenda son mucho más que un nombre. Tienen muchos significados, y muchos detalles a los que atender. Y son energías que estás haciendo tuyas al ponerte el nombre como quien se pone una chapita, de manera alocada e inconsciente.

Podría seguir durante horas, enumerando todos los despropósitos que he llegado a ver por querer ponerse una etiqueta y presumir de “haberse vuelto bruja”, desde los que cambian de nombre cada semana, hasta los que gritan en un foro público de internet “mi nombre mágico es Fuhlannytah de Thalx” para banalizarlo lo máximo posible, no vaya alguien a pensar que es algo importante y que merezca respeto. Pero ocuparía demasiado espacio, y mucho me he extendido ya.

En definitiva, cuando se empieza a andar por un camino espiritual, se emprende ante todo un largo proceso de autodescubrimiento. Es ése conocernos a fondo a nosotros mismos lo que culmina con la elección de un nombre nuevo, un nombre que represente esa transformación que ha tenido lugar en nosotros. Adjudicarnos un nombre mágico nada más empezar es una tontería, ya que le arrebatamos todo su significado.

Todos los que buscan simplemente tener un nombre misterioso y chulo que impresione a sus amigos, mejor se pasan por aquí.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Preguntar por preguntar

(Hoy voy a ser particularmente crítica, probablemente incluso borde, pero es que el tema me exaspera. Si os molesta el tono, pido disculpas por anticipado, pero es lo que hay, y si no lo digo, reviento.)

El otro día me hicieron una pregunta que me dejó con la boca abierta. Sí, ya sé que debería estar acostumbrada a las preguntas ingenuas que la gente hace por desconocimiento. Pero ésta me sorprendió por su absoluta despreocupación. La pongo aquí para que sirva de ejemplo, porque era un exponente típico de ese tipo de preguntas que se encuentran por ahí, ese tipo de dudas que se resolverían solas si la persona que la plantea tuviera un poco de interés real en saber, pero que prefiere preguntar directamente a alguien para que se lo den masticado, y a ser posible hecho puré, no vaya a romperse uno de sus finos dientes de perla con una idea nueva.

Vale, quizá estoy siendo demasiado brusca. Juzgad vosotros mismos, ésta era la pregunta:

“oye tengo una duda la vara debe ser necesariamente de avellano o roble que no haya dado nunca frutos o puede ser de otro tipo re arbol???????????????????
te pregunto esto porq parece q eres una persona q sabe muxo del tema
[…]
es para las invocaciones y todo eso el problema es q en esta parte de españa no hay ni robles ni avellanos..........
entonces si pudiece ser de otro tipo de arbol seria genial”

¿Me vais comprendiendo?
Obviemos las faltas de ortografía, evidentemente no hay que ser un dechado de cultura para querer ser wiccana, ni siquiera hay que tener cultura a secas, así que son irrelevantes. Vayamos al contenido, que es lo que cuenta: “la vara debe ser necesariamente de avellano o roble que no haya dado nunca frutos”.
Podríamos traducirlo así: “Hola, me he leído un solo libro/página sobre wicca… bueno, a lo mejor ni siquiera era wicca, sino magia en general, y molaba mucho, así que para qué voy a leer nada más, a ver si me voy a hacer un lío. ¿Podrías aclararme si a pesar de creérmelo todo al pie de la letra puedo hacer lo que me dé la gana?”.

Ya hablaré otro día de las varitas, su simbología y su utilidad. Hoy lo que me interesa es todo lo que implica la preguntita de marras.

En primer lugar, que sigue habiendo una gran mayoría de gente que cree que wicca y magia son lo mismo, y meten en el mismo saco, con alborozo, cualquier cosa que suene mística y/o misteriosa. Algún día, viendo el rumbo que lleva la cosa, sé que veré fotos de OVNIs en páginas supuestamente wiccanas.

En segundo lugar, que hay gente que lee un solo libro y lo acepta como dogma de fe, pero está dispuesto a cambiar lo que no le conviene. Es decir… lo que no conozco, me lo creo todo, pero de lo que conozco no me fío. Es como si leyeses un libro que dijese que el autor ha estado en Marte y en España y ha visto que los marcianos son iguales que los españoles, de color verde y con tres ojos, y tu deducción fuese: “Vaya, este señor sabe muchísimo de marcianos, pero se ha liado un poco con cómo son los españoles. Voy a creerme sólo la parte que se refiere a los marcianos”.

En tercer lugar, que es más fácil preguntar que pensar. Por supuesto, si la persona a la que preguntas te dice algo que no te gusta, haces oídos sordos y buscas a alguien que te dé la razón. El caso es no tener que cambiar tus ideas preconcebidas, que es muy cansado.

Y, como conclusión general, que la ignorancia no es mala, lo que es malo es no querer aprender pero querer aparentar que sabes.

Una mala noticia para todo este tipo de gente: Nadie va a tocarte con una varita mágica (hecha de un avellano o roble que no haya dado nunca frutos, por supuesto :P) y convertirte en super-bruja. Aprender cuesta trabajo.

martes, 29 de mayo de 2007

La diferencia entre salir del armario y subirse al campanario

A veces me da la impresión de que el ser humano no entiende de mesura. Si algo nos disgusta nos lanzamos, sin pensarlo siquiera, al extremo opuesto. La chica que ayer tenía una relación rígida y formal hoy tontea con todos, el hombre que ayer fumaba hoy grita a todo el mundo los males del tabaco, el niño al que obligaban a ser gentil y cortés se vuelve con la edad malicioso y cruel.

Con la wicca pasa algo parecido. Porque una religión no es algo sobrenatural e inaccesible, es una creencia que cada persona lleva dentro, y por tanto, se rige por las mismas normas que el resto de nuestros pensamientos y acciones.

Así que tenemos dos extremos:

Por un lado, los wiccanos “en el armario”, que llevan su religión en secreto, hacen sus rituales a escondidas, y no se atreven a decirle a nadie, ni siquiera a su familia ni amigos íntimos, que son paganos. No digo que sea malo. Hay veces que, simplemente, las personas que nos rodean tienen unas ideas preconcebidas muy asentadas, y no desean ver que una persona a la que quieren toma un camino que no les parece adecuado. No voy a entrar en hasta qué punto llega a ser disfuncional una relación familiar, de amistad o de pareja en la que no hay la comunicación, la sinceridad y la comprensión necesarias para conocerse a fondo unos a otros y aceptarse, porque muchas veces esas estructuras no pueden cambiarse, y, al fin y al cabo, siguen siendo nuestros seres queridos. Soy de la opinión de que una verdad desagradable es mejor que mil mentiras piadosas, y que si alguien no te acepta como eres, no merece tu aprecio, pero comprendo que hay muchas circunstancias individuales, y para algunas personas quizá sea mejor callar.

Pero luego tenemos el otro extremo: Los wiccanos que alardean de serlo en cualquier ocasión. Curiosamente, muchos de ellos ni siquiera conocen a fondo lo que representa la wicca; acaban de leer dos libros sobre el tema, y se han iniciado a tontas y locas con algún ritual que encontraron por internet, o se han juntado cuatro amigos adolescentes que “no encajaban” y han creado un coven como los niños de los libros de Enid Blyton creaban un club secreto. Llevan pentáculos que se ven a cien metros de distancia, y no paran de hablar de cómo el cristianismo les oprime (preferentemente haciendo alusión a todos esos pobrecitos paganos quemados en las hogueras de la Inquisición).

¿Qué necesidad hay de pavonearse con la religión por bandera? ¿Acaso somos mejores que nadie?
Si lo único que queremos es mostrar que somos “diferentes”, lo que en el fondo buscamos es una sensación de superioridad (es curioso cómo todo el mundo piensa que sus cualidades son mejores que las de los otros, viendo dualidad en lugar de complejidad). No sirve de nada repetir a voz en grito que somos wiccanos, para luego comportarse como niños inmaduros, que se cuelgan el pentáculo al cuello como una medalla, sólo para que la gente lo vea.
Qué triste utilizar algo tan personal, tan profundo y tan mágico como es un camino espiritual como un medio para jactarse y esconder nuestras inseguridades.

En el término medio está la virtud. La religión es algo muy íntimo, que cada cual lleva en su interior y refleja en su vida a su propia manera.
No tenemos que escondernos, tenemos que estar orgullosos de ser como somos, de haber llegado a dónde hemos llegado y ser capaces de seguir avanzando.
A los verdaderos wiccanos no nos hace falta fanfarronear de serlo, porque sabemos lo que realmente importa y lo que no, y sabemos que lo esencial no se ve a simple vista.

lunes, 28 de mayo de 2007

No eres...

No eres lo que tus padres quisieron que fueras.
No eres lo que te educaron para ser.
No eres lo que la sociedad espera de tí.
No eres lo que murmuran de tí.
No eres lo que los demás creen que eres.
No eres lo que quieres que los demás crean que eres.
No eres lo que soñaste ser.
No eres lo que ves en el espejo.
No eres sólo lo que piensas.
No eres sólo lo que dices.
No eres sólo lo que sabes.
No eres sólo lo que sientes.
No eres sólo lo que haces.

Eres simplemente tú, aquí y ahora.
Renaces a cada segundo, a cada paso.
Eres la semilla de lo que serás, fecundada en las cenizas de lo que fuiste.
No trates de definirte, de encerrarte en una palabra.

Cambia. Crece. Vive.

domingo, 27 de mayo de 2007

[En otras palabras] A un olmo seco

Una hermosa e importante lección, vista con los ojos de uno de los poetas que mejor sabía apreciar la sabiduría de la naturaleza.

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Antonio Machado



Y, de propina, la adaptación musicada, en la voz inimitable de Serrat.

viernes, 25 de mayo de 2007

Cuando menos te lo esperas...

Es importante ir por la vida bien despiertos. Ya he dicho antes que la naturaleza nos pone ante los ojos a cada instante una nueva lección, y que la mayoría de las veces no la vemos porque esperamos algo más exótico y misterioso.
Lo mismo pasa con las personas, los libros, el arte… si prestamos atención, nos sorprenderemos de todo lo que tienen que enseñarnos.

Los mismos que van por internet gimoteando en busca de un “maestro”, no son capaces de reconocer las señales cuando las ven. Tienen ante sí, con sólo pulsar un botón en el lugar adecuado, una montaña de información, que a su vez contiene otros indicios, otras palabras, que les llevarían, paso a paso, a un mayor conocimiento. Pero, en lugar de iniciar el camino, corren al primer lugar donde puedan introducir texto para decir “Me gusta mucho esto, necesito alguien que me enseñe, escribidme a mi correo”. Y se quedan sentados, esperando, confiados en que ya han hecho todo lo que necesitaban y llegará un preceptor que les lleve de la mano o, preferiblemente, les coja en brazos, no sea que vayan a lastimar sus delicados piececitos con alguna china suelta.

Los auténticos maestros están ahí afuera, y la mayoría de ellos no saben ni siquiera qué es la wicca, muchos ni siquiera tienen idea de que existe. De hecho, muchos nacieron y murieron antes de que la wicca emergiera.
Los auténticos maestros son nuestra familia, nuestros amigos, los extraños cuyas frases captamos al pasar.
Los desconocidos que hace miles de años pintaron en las cuevas con una maestría que aún nos sorprende, los escultores de la Grecia clásica que plasmaron en mármol el rostro de sus dioses, los pintores y arquitectos del renacimiento que crearon una belleza casi sobrenatural mientras se descubrían las leyes que regían el mundo, todos esos artistas de todas las épocas cuya obra nos impacta como un rayo al contemplarla.
Los filósofos que contemplaban el mundo tratando de entenderlo, los héroes entrechocando sus armas de bronce, los poetas que capturan la esencia del pensamiento y el sentimiento y la atrapan en una sutil red de palabras, los creadores de historias y mundos que nos muestran lo que fuimos, lo que somos, y lo que podemos ser.

Todos tienen algo que enseñarnos. En una imagen, unas frases, un consejo o un gesto de cariño, podemos ver a veces una lección que marcará nuestra vida para siempre. Pero tenemos que estar atentos.

jueves, 24 de mayo de 2007

Saber mirar, saber escuchar, saber sentir

Muchas veces cuando buscamos algo importante para nosotros, miramos a lo lejos. Creemos que lo valioso se mostrará en radiante esplendor, rodeado de misterio y magnificencia. Y ocurre que, cuando lo que realmente necesitamos llega a nosotros, no sabemos verlo.
La búsqueda espiritual no es un arcano camino, rodeado de secretismo y custodiado por herméticos guardianes. No tiene más guardián que nosotros mismos, nuestra propia ignorancia. Es contra nuestra ceguera contra lo que tenemos que luchar. El camino está aquí y ahora. Sólo tenemos que quitarnos la venda de los ojos y decidirnos a seguirlo, por nuestro propio pie.

Es primavera. Cada hoja que brota nace del mismo árbol que hace unos meses parecía muerto. Cada flor que adorna las calles con su colorido se marchitará y caerá, para dar nacimiento a la semilla de una nueva vida. Y en cambio, pasamos a su lado sin percatarnos de la maravilla que a cada instante está ocurriendo.

La naturaleza es nuestra Madre, es nuestra maestra. ¿Acaso necesitamos más? A cada instante despliega ante nuestros ojos la magia de la vida, susurra en nuestros oídos mil confidencias. Cada mañana, al amanecer, el sol nos concede una revelación. Cada noche, la luna nos señala un rumbo.

Las respuestas están justo ahí, esperando que tengamos el tesón y el valor de aprender a verlas.

miércoles, 23 de mayo de 2007

[Mitología] ¿De qué hablamos cuando hablamos de los dioses?

La cultura occidental es heredera del Imperio Romano y la democracia griega. De Homero y de Virgilio. Nuestra cultura popular, todas esas cosas que sabemos sin saber dónde las hemos aprendido, nace con el paganismo griego, y ha ido sumando a lo largo de la historia cuentos, leyendas, relatos de hechos que ocurrieron y se fueron propagando, y de hechos fantásticos y heroicos que nunca llegaron a ocurrir. Después llegó la imprenta y esas historias llegaron cada vez a más gente, que construía nuevos relatos sobre antiguos temas e imprimía nuevos libros. Lo mismo que ocurrió después con el cine, la televisión, y ahora internet.
De tal manera que todos y cada uno de nosotros sabemos, sin tener muy claro cómo llegó a nosotros ese conocimiento, que Venus era la Diosa del amor, que Rómulo y Remo fundaron Roma, que Judas traicionó a Cristo, que Arturo y sus caballeros se sentaban en torno a una mesa redonda en una ciudad llamada Camelot… y miles de historias más.

Sin embargo, cuando empezamos a interesarnos por el paganismo, no podemos quedarnos en la superficie. La mitología es sólo una parte de la religión pagana, la pequeña parte que ha llegado hasta nosotros. Los mitos son una forma de transmitir conocimiento, son símbolos, son historias. Dentro de ellos hay mucho más de lo que parece a simple vista. A través de ellos podemos vislumbrar los fragmentos de lo que fuimos, y lo que fuimos nos revela lo que somos.

No nos basta con un listado de Dioses y Diosas y dos características de cada uno. Aunque los Dioses se hayan convertido en figuras arquetípicas, en su origen no lo eran. Cada uno tenía una rica mitología propia, un acervo de historias que explicaban su nacimiento, su relación con los mortales y con otros Dioses, su identidad. Y más allá de esos mitos, un significado aún más profundo.
No podemos, como paganos, conformarnos con decir “Venus es la Diosa del amor”, repitiendo como loros una información cuya fuente ni siquiera conocemos. Nuestros Dioses merecen más que eso. Merecen un respeto y una devoción que les negamos cuando utilizamos su nombre sin saber de qué hablamos.

Insisto mucho en el esfuerzo y el estudio que hay que realizar para llegar a ser wiccano. Es porque no podemos pretender adorar a unos Dioses que no conocemos, atraer a nuestras vidas unas energías tan poderosas sin saber qué traen consigo.
Muchos paganos ni siquiera utilizan un panteón concreto. Adoran a la Diosa y el Dios, el Señor y la Señora, y con eso es más que suficiente.

Acercarse a un panteón es algo muy personal, es acudir a la llamada de unas energías que resuenan con la tuya propia. ¿Creéis que eso se puede averiguar después de leer un glosario de Dioses que ocupa tres páginas, con un nombre por renglón? ¿En serio pensáis que se puede describir la energía de Venus diciendo: “Diosa romana del amor y la belleza”?

Conocéos a vosotros mismos. Después, conoced vuestra cultura. Después, conoced a los Dioses. Conocerlos no es mirar por encima unas cuantas páginas de internet. Es buscar, es separar el grano de la paja, y es llevar a cabo un proceso de interiorización, abriros a lo que los Dioses tengan que ofreceros. De otra manera, sólo son palabras huecas.

martes, 22 de mayo de 2007

El poder de los nombres

Hoy vamos a hablar de palabras. Así que, en primer lugar, acudamos a la RAE, para aclarar los términos.

brujería.

(De bruja).
1. f. Conjunto de prácticas mágicas o supersticiosas que ejercen los brujos y las brujas.

bruja.

(Quizá voz prerromana).
1. f. Mujer que, según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello, poderes extraordinarios.

2. f. lechuza (‖ ave rapaz).

3. f. En los cuentos infantiles tradicionales, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba.

4. f. coloq. Mujer fea y vieja.

5. f. Cuba. tatagua.

brujo, ja.

(De bruja).
1. adj. Embrujador, que hechiza.

2. adj. Chile. Falso, fraudulento.

3. m. Hombre al que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo.

4. m. Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas.


Ésas son las acepciones de la palabra bruja en español. Como se puede ver fácilmente, si obviamos los significados derivados por metáforas (“mujer fea y vieja”, “falso, fraudulento”…), queda claro cuál es la base: persona que hace magia.
Muchos wiccanos se presentan con orgullo como “brujos”, pero, ¿quiere eso decir que wicca y brujería sean términos sinónimos?
Hay muchos wiccanos que no practican ningún tipo de magia. Y muchas más personas que practican muchos y variados tipos de magia sin tener nada que ver con la wicca, ni con el paganismo siquiera.

La wicca es una religión. ¿Queréis otra ración de RAE?

religión.

(Del lat. religĭo, -ōnis).
1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.

2. f. Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido.

3. f. Profesión y observancia de la doctrina religiosa.

4. f. Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber. La religión del juramento.

5. f. orden (‖ instituto religioso).

La wicca tiene sus creencias acerca de la divinidad, veneramos a nuestros dioses y sabemos que tienen aspectos temibles. Tenemos normas morales que guían nuestra conducta. Y ciertamente realizamos un buen número de prácticas rituales para dar culto a la divinidad.
La magia puede formar o no parte de la vida de un wiccano, pero siempre será algo secundario, muchísimo menos importante que la creencia y veneración de los dioses.

Hay muchas personas que practican magia o brujería. Algunos son cristianos, otros practican religiones sincréticas, como la santería, otros son paganos, judíos, shintoístas, satanistas, hindúes, caoístas, musulmanes, ateos… la magia es un conjunto de prácticas que cualquiera puede aprender. También necesita tiempo y estudio, y es menos espectacular de lo que la mayoría de la gente piensa. Pero sobre todo, es independiente de tus creencias. Puede que utilices unos símbolos u otros según la religión en que creas o dejes de creer, pero lo importante siempre será el objetivo final.

En resumen: No todos los wiccanos son brujos. No todos los brujos son wiccanos.
Tened cuidado con las palabras que empleáis, porque las palabras tienen poder. Cambia el nombre, y cambiarás la forma de ver lo nombrado. Cámbialo muchas veces, y cambiarás lo nombrado mismo.

lunes, 21 de mayo de 2007

[Herramientas] Qué son, y qué no son

Las herramientas es algo que trae de cabeza a mucha gente que empieza en la wicca. En la mayoría de los casos, por un motivo muy simple: son objetos tangibles, muy característicos, que aparecen en muchas de las representaciones de las “brujas”, así que es fácil pensar que tener un bonito athame te hará parecer más “bruja”. Y aquí topamos, una vez más, con las apariencias.
¿Importa acaso más lo que tienes en la mano que lo que tienes en la mente y en el corazón? ¿Entonces, por qué ir corriendo a comprarse un athame para un ritual, en lugar de preparar con cuidado el propio ritual?

Tenemos una religión que protege la naturaleza y nos damos al consumismo desenfrenado que tanto perjudica a la Madre Tierra, ¿no es contradictorio?
Mira en tu interior; todo lo que necesitas está ahí: una mente clara, ganas de aprender, una actitud de reverencia ante los dioses, paciencia, fortaleza, responsabilidad. Ningún objeto te dará más de ninguna de estas cosas. Ningún objeto te convertirá mágicamente (y nunca mejor dicho) en wiccano.

Es cierto que las herramientas nos ayudan a poner nuestra mente en sintonía con las energías con las que queremos trabajar. Por eso mismo, primero debemos conocer muy bien esas energías. Y luego, encontrar una herramienta que armonice con nosotros. No nos sirve una cualquiera, no es algo que se pueda elegir a ciegas. La elección debe hacerse porque hay algo que resuena contigo, algo que “te llama”. No porque tengas un ritual de Samhain dentro de dos días y el libro de Lady-Mengana-del-Rayo-Místico-y-Puro diga que hay que consagrar tus herramientas en Samhain.

Para elegir una herramienta, debes tener muy claro su simbología, su uso, lo que significa para ti, lo que quieres de ella y lo que tú vas a poner en ella.
Si se lo pudiese fabricar uno mismo, sería lo ideal, pero hay muy pocas personas que tengan los conocimientos necesarios para fundir metal o para tallar madera y hacerse un athame, o un cáliz. Sin embargo, siempre se puede dar un toque personal, y, por más torpes que seamos (yo lo soy mucho), será mejor que un objeto fabricado en serie.

Lo realmente importante es saber que no hay prisa, que las herramientas no son imprescindibles.
Sólo hay dos cosas imprescindibles en la wicca: los Dioses y tú.

domingo, 20 de mayo de 2007

Guardar las apariencias

La wicca es una religión. Además, es una religión que implica una cierta forma de vida. Esto quiere decir que, por regla general, los wiccanos son respetuosos con las creencias ajenas, están dispuestos a afrontar la responsabilidad de sus propios actos y las consecuencias que traen, cuidan la naturaleza (en grados que van desde el reciclaje casero al activismo ecologista), y ven la vida como una oportunidad de ser felices y no como un valle de lágrimas y pecado. Éstas son cosas que definen a un wiccano, aunque no sólo a ellos.

Lo que no define a un wiccano ni a un pagano son su forma de vestir, la música que escucha, su corte de pelo, el coche que tiene, ni la decoración de su casa.
Los wiccanos nos vestimos como queremos, escuchamos la música que más nos apetece en cada momento, trabajamos, estudiamos, y vivimos nuestras vidas como todo el mundo.

Entre los wiccanos hay madres de familia que viven en un piso céntrico, se ponen traje de chaqueta para trabajar y van en bata y zapatillas en casa, y escuchan boleros; hay jóvenes solteros viviendo en pisos compartidos, que trabajan en bares las noches de los fines de semana y al salir se van a bailar a una discoteca, que se visten a la última moda y escuchan música negra, house y rock; hay chicas de instituto que aún viven con sus padres, visten con la ropa que mamá considera decente, y escuchan la música que sale en Operación Triunfo; hay góticos que visten de negro y se pintan la cara, que escuchan heavy metal y se ponen pulseras y collares con pinchos; hay frikys que salen los domingos a jugar al rol, trabajan como informáticos en una gran empresa y pasan las noches conectados a internet escuchando bandas sonoras de películas y series; hay niñas pijas que viven en un ático mientras sacan su carrera pagada por papá, escuchan música pop y se visten con ropa de marca; hay hippies vestidos de colorines, que fuman porros, escuchan música chillout y recogen a todos los animales perdidos que encuentran…
Hay cualquier combinación de los tipos anteriores, y muchos más. Hay tantos tipos como wiccanos hay.

Lo que quiero decir es que vestirte de negro y llevar un pentáculo de veinte centímetros no te hace wiccano. Escuchar música gótica no te hace wiccano. Decir a todo el mundo “soy wiccano” no te hace wiccano.
Lo que te hace wiccano está dentro de ti, y es lo que crees, lo que sientes, y cómo vives tu religión.

Las apariencias no importan, a los dioses les da igual cómo vayas vestido, y si a tus amigos les parece imprescindible… bien, quizá no sean tan buenos amigos.
Las apariencias son irrelevantes para definir todo lo que realmente cuenta en esta vida.
Así que, si quieres jugar a ser guay, si lo que quieres es parecer misterioso e interesante, busca en otro lugar.

viernes, 18 de mayo de 2007

[En otras palabras] Laberinto

Hoy he llegado a un callejón sin salida, y aquí me detengo a tomar aliento.
Mañana será otro día, y otro camino. Hoy, os dejo con quien lo expresó mucho antes y mucho mejor que yo.

LABERINTO

No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.

Jorge Luis Borges

jueves, 17 de mayo de 2007

Correr antes que andar

Vivimos en un mundo acelerado, todo pasa muy deprisa, cada vez más. Comemos alimentos precocinados que pueden calentarse en cinco minutos, compramos objetos que están obsoletos un mes después, corremos para llegar a trabajar, salimos corriendo para llegar a casa, y pensamos que unas vacaciones son tres días en la playa, y nos hemos acostumbrado a ese ritmo de vida, de tal manera que apenas tenemos tiempo para descansar.
Así que hemos llegado a pensar que todo debe ser igual de rápido, porque no podemos permitirnos parar.

Sin embargo, hay cosas que llevan su tiempo, cosas que nadie puede acelerar. Nadie puede hacer que un bebé se desarrolle y nazca en dos semanas. Nadie puede conseguir que la tierra gire más deprisa, que los árboles pierdan las hojas y den flores en tres días, que las mareas suban y bajen cada veinte minutos.
La naturaleza tiene su propio ritmo, y es un ritmo que hemos perdido y con el que debemos aprender a sincronizarnos. Cuando comenzamos a andar nuestra senda espiritual, nuestro aprendizaje, debemos hacernos a la idea de que será lento, progresivo, duro, y muchas veces frustrante.

Dos libros y tres páginas web no te enseñarán a ser wiccano. Ni siquiera el más sabio maestro espiritual te enseñará a ser wiccano. Aprenderás tú, sólo tú mismo, observando, entendiendo, y dejándote llevar.

Y cuando hayas aprendido lo suficiente, sabrás cuál es el camino que quieres seguir. Y entonces sentirás el deseo de presentarte ante los dioses y decir “Aquí estoy, soy vuestro hijo”.

No tiene sentido buscar una iniciación o una dedicación cuando ni siquiera sabes qué es lo que estás buscando. Eso no es más que engañarte a ti mismo, tratar de hacerte diferente, de fingirte especial, antes de entender cuán diferente y especial eres realmente, antes de saber siquiera quién eres.

Cuando estés preparado, lo sabrás. Hasta entonces, espera. Espera y aprende. 

miércoles, 16 de mayo de 2007

La Importancia del Equilibrio



Al definir las creencias básicas de la wicca, prácticamente lo primero que aparece en cualquier libro o página web que consultemos es la creencia en el Dios y la Diosa. Una dualidad que se complementa, polos opuestos que se unen para formar un todo mayor que la suma de las partes. El Sol y la Luna. La Madre Tierra, y el Señor de lo Salvaje.

Sin embargo, son muchos los wiccanos que ponen a la Diosa por encima del Dios, lo femenino sobre lo masculino, destruyendo el equilibrio que es la base de la naturaleza. La mayoría de las personas que cometen este error son, o bien hembristas despechadas, o bien ex-cristianos que desean distanciarse lo más posible de su antigua religión (sí, son los mismos que despotrican del patriarcado y sollozan hablando de los Tiempos de las Hogueras... pero eso es otra historia, sobre la que me extenderé en otro momento). Y caen en el mismo error que tanto critican. En querer dominar y subyugar al otro, sólo que con la excusa de haber sido dominadas y subyugadas anteriormente. Lo cual, a mi entender, no les exime de culpa, sino que al contrario, es un agravante, puesto que desean hacer a otros lo que les parecía un crimen cuando eran ellos los sometidos.
Respeto sus creencias, pero no puedo permitir que digan (porque lo dicen, y lo publican) que la wicca es una religión de mujeres, que la Diosa es la respuesta al Dios patriarcal, y que la wicca debe implicarse en el feminismo activamente. Y, sobre todo, no puedo permitir que insulten y linchen a cualquiera que no piense como ellos.

Si miramos cualquiera de esos libros o páginas que nos hablan del Dios y la Diosa, es fácil comprobar que la información sobre la Diosa es mucho más larga y compleja que la que hay sobre el Dios, que en muchos casos se limita a una breve descripción arquetípica. ¿Por qué? ¿Acaso todos conocemos al Dios sin necesidad de que nos digan más? Lo dudo, puesto que el Dios pagano no se parece en nada al Dios monoteísta.
Nuestro Dios no creó el mundo en siete días, ni es un ser omnipotente, omnisciente, justo y misericordioso, pleno de bondad. No castiga a los infieles ni exige sacrificios. No es un Dios celoso que quiera ser adorado en exclusiva. No hace pactos con un pueblo en perjuicio de otros. No juzga, ni condena, ni castiga.

Nunca he entendido por qué tantas personas en el paganismo se centran en la Diosa, obviando al Dios. Lo único que consiguen es que la idea del Dios monoteísta, el Dios de Abraham, se quede fija en sus mentes, en lugar de comprender cuán distinta es la mitad masculina de nuestro panteón. Así, asocian las características de su nuevo Dios al antiguo, y son incapaces de liberarse de sus prejuicios, incapaces de interiorizar una nueva idea de la divinidad alejada de la que les fue impuesta.

Cuando se empieza este camino, es normal que la novedad de la adoración a la Diosa, la libertad que da abrirse a una parte de la espiritualidad que estaba siendo desdeñada , haga que por un momento nos olvidemos de que Ella no está sola. Pero ¿no es acaso tan reconfortante o más descubrir un Dios nuevo, un Dios totalmente diferente al que nos enseñaron a reverenciar y temer? ¿Por qué nos cerramos entonces a esa experiencia? Debemos transformarnos, desterrar los prejuicios, y empezar de cero. Conocer primero aquello que está en la base de nuestra religión, aprender qué nos aporta. Abrir los ojos y ver la energía masculina entrelazada con la femenina, amorosamente y en constante lucha, en la naturaleza.
Adorar al Dios pagano es adorar a la fuerza del mundo, la energía que hace brotar la vida, que en esta primavera nos hace bullir la sangre en las venas. ¿Cómo podemos voluntariamente cerrarnos a una experiencia así?

(La ilustración, aunque con añadidos míos, está sacada de http://www.slate.com/id/2132858/, donde también hacen una severa crítica (en inglés) a alguno de los otros grandes errores perpetuados del paganismo)

martes, 15 de mayo de 2007

Ausencia de dogmas no es igual a falta de criterio

La wicca no tiene dogmas. Eso es cierto. No ha bajado del cielo ningún angelito con unas normas escritas para ser un buen wiccano. Tampoco tenemos un SuperMegaSumo Sacerdote (o una SuperMegaSuma Sacerdotisa) que nos dicte a todos lo que está bien y lo que está mal. En lugar de eso, los Dioses tuvieron a bien darnos otra cosa: un cerebro a cada uno.

Pero el problema de dejar a la gente pensar por sí misma es doble: Primero, que cada cual se piense que la suya es la única verdad. Segundo, que en lugar de ser original, caiga en el refrito y el "todo vale". Entre estos dos polos se mueve la wicca actualmente. Entre los fanáticos magos ceremoniales que dicen que una varita debe ser hecha a partir de un avellano que nunca haya dado fruto tocado por un rayo en la noche de Samhain (ejemplo inventado, pero que podría ser perfectamente real), y los nuevaeristas que invocan a los ángeles de la luz del rayo violeta con mantras hindúes para cargar de energía esa pirámide de cristal tan chula que se compraron por internet porque aseguraban que era auténticamente egipcia hecha a partir de los planos de la Atlántida (ejemplo que también me he inventado, pero que igualmente podría ser real).

¿Por qué resulta tan difícil pensar por nosotros mismos? En primer lugar, porque es un proceso largo, y agotador. Buscar información, descartar la que no nos es válida, estudiar a fondo la que creemos que nos sirve, tratar de ver hasta qué punto y dónde encaja con aquello que nosotros sentimos y practicamos, volver a buscar, cada vez en un campo más reducido, y de vez en cuando, repasar si lo que considerábamos cierto no habrá sido un error y tendremos que replantearnos de nuevo ciertas cosas que dábamos por seguras... no es algo que se haga en diez minutos, ni siquiera en diez años. Es un proceso que no acaba nunca, porque mientras más sabes, más te queda por saber.

Evidentemente, es mucho más fácil dejarse llevar, aceptar todo lo que te dice un "maestro iluminado" aunque no sepas qué significa, o leer cinco libros de cinco materias diferentes que te gusten y hacerlo todo a la vez, y si encuentras un sexto, asimilarlo también. Al fin y al cabo, en la wicca hay libertad y respetamos todas las creencias ¿no?

Pues dejadme que os diga una cosa: No nos sirve de nada respetar todas las creencias si humillamos la nuestra.

La wicca es de una engañosa sencillez, porque todo el mundo puede cortar y pegar de cualquier página web una versión (habitualmente mal traducida) de la rede, y esos bonitos y simples principios de la creencia, y decir que eso es todo. Pues no es así. Sólo porque algo pueda resumirse en ocho palabras no implica que sea fácil. Detrás de esas palabras hay una filosofía, una creencia, un sentido último que hay que comprender, reflexionar sobre él, saber qué nos dice, interiorizarlo, y, sobre todo, saber si estamos dispuestos a vivirlo.
Imagináos entonces el esfuerzo que implica comprender, razonar, sentir, hacer propio, todas las creencias que definen a la wicca.

¿Por qué entonces hay gente que la trata como un juego? ¿por qué la llaman "magia blanca" y "magia buena"? ¿por qué les da miedo aceptar que es una religión tan válida como cualquier otra?
Porque tendrían que tomarla en serio. Y eso implica mucho tiempo y un gran esfuerzo, un esfuerzo que no están dispuestos a aceptar.

Si es eso lo que queréis, no penséis en la wicca. Llamad a los ángeles en un círculo hecho de letras hebreas para que carguen con sus rayos de poder de los chakras vuestras pirámides atlantes. Ponéos una corona de lunas e invocad a demonios del plano astral para que limpien vuestras auras de la influencia maligna de las ondas magnéticas de los teléfonos móviles. Inventáos vuestra propia religión (no por ser nueva será menos válida). Es fácil, ya lo estáis haciendo. Ahora sólo tenéis que ponerle un nombre nuevo, para que no os confundan con esos wiccanos tan estirados que se piensan que la religión es una cosa seria.

lunes, 14 de mayo de 2007

Un primer paso

Bueno, aquí estoy.

Ni mejor ni peor que cualquiera, ni más sabia, ni más buena. Viviendo la vida como mejor sé, tropezando y levantándome. Equivocándome. Aprendiendo.

Y precisamente porque cada segundo que pasa me enseña algo nuevo, y porque han pasado años desde aquel otro primer paso que di al abrir el libro de Las Nieblas de Avalón, he decidido que ya estoy harta de callar. De ver cómo decenas de personas, que están donde yo estuve, al principio de este laberinto que es el camino espiritual, se desorientan, se pierden, se llenan de desconcierto, y, sobre todo, se vuelven incapaces de caminar solos.

Porque la wicca, el paganismo, es un camino personal, interior. Lanzarte a la carrera a buscar alguien omnisciente que te enseñe todo sin que tengas que mover un dedo es un error, un despropósito. Eres tú quien debes construir tu propio camino, recorrer los pasillos y salas del laberinto, y volver atrás al llegar a un callejón sin salida. Pueden quizá acompañarte un trecho, pero no llevarte en brazos. Si es otro quien te lleva, es como si lo hubieras recorrido con los ojos vendados. Nunca aprenderás el camino, y estarás tan perdido como al principio.

Quisiera poder dejar con mis palabras algunas señales en los muros que puedan ayudar a otros a saber qué hay al cruzar la puerta, al doblar la esquina. Seguir o no es decisión de cada uno. Lo que para mí fue un error para otro podrá ser un acierto.
Quisiera poder apartar algunos escombros que entorpecen el camino. Mentiras, leyendas urbanas, mezcolanzas sin sentido, conceptos políticamente correctos, fanatismos... si puedo evitar que alguien más tropiece en ellos y pierda su camino, me daré por cumplida.

Aquí estoy, pues.

Sea.